Solo el 3% de las familias pide que sus mayores salgan de la residencia por Navidad
En condiciones normales, el porcentaje de familiares que reclaman poder pasar las fiestas con sus mayores alcanza el 40%
Estamos en días especiales. Días señalados para disfrutar con nuestros seres queridos, aunque no todos podrán hacerlo. Y no por falta de ganas. Solo el 3% de las familias han solicitado que sus mayores salgan de la residencia en la que viven durante todo el año para celebrar la Navidad, según datos del Observatorio del Mayor. El organismo, de ámbito nacional, sostiene que este escaso porcentaje se debe al aumento de contagios por coronavirus y las dificultades que entraña el regreso a los centros, condicionado a pruebas de antígenos y periodos de aislamiento.
Para conocer estas cifras, el Observatorio del Mayor ha realizado una encuesta anónima entre 12 residencias de ancianos. El estudio ha arrojado un dato aterrador: solo un 3% de las familias han solicitado que sus seres queridos abandonen el centro para cenar con ellos en Nochebuena, cuando en condiciones normales se alcanza el 40%. En España hay 389.031 plazas de residencias de mayores distribuidas en 5.542 centros, según el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso).
Aumento de la incidencia
La normativa establece que para llevarse a casa a un residente hay que avisar con antelación. En las circunstancias actuales, los responsables de los centros coinciden en desaconsejar la salida de los ancianos por motivos de seguridad. En cualquier caso, el regreso está condicionado a una prueba de antígenos y a un periodo de entre 24 y 48 horas de aislamiento. Hay que garantizar la ausencia del virus para evitar un posible contagio al grupo. Y más en estos momentos en el que la nueva variante ómicron galopa. En España, la incidencia acumulada ya alcanza los 911,31 casos por cada 100.000 habitantes.
«Es un dato muy triste, pero detrás de ese 3% hay mucho miedo e incertidumbre. Hemos bajado la guardia y eso genera sensación de inseguridad», explica Marcelo Cornellá, presidente del Observatorio del Mayor. No obstante, en su opinión, el repunte de contagios es «la excusa perfecta» de muchas familias para no llevárselos, ya que la mayoría son grandes dependientes. Cornellá afirma que en época prepandémica el porcentaje de ancianos que pasaba la Navidad en casa de sus seres queridos alcanzaba el 40%. Una cifra que contradice una portavoz del Círculo Empresarial de Atención de Personas (CEAPs), la patronal del sector de las residencias.
Esta portavoz reconoce a THE OBJECTIVE que el números de familias que solicita la salida de sus mayores durante estas fiestas es baja, pero que es una cifra habitual. «Cuando una persona está en una residencia es porque necesita de cuidados. Sacarles de sus rutinas, como cenar tarde, no lo llevan bien. Prefieren pasar un rato con sus familias, pero volver a las residencias, que para ellos son su hogar». Cornellá considera que se trata de «una publicidad maravillosa», pero que «como la familia de uno no hay nada».
«Hay muchas depresiones de personas mayores porque no tienen familia o porque, aunque la tengan, no van a visitarles. En muchos casos por miedo, en otros porque los centros no les dejan pasar. Esas personas están con ansiolíticos», clama el presidente del Observatorio del Mayor. Y lo peor, continúa, es que «el reloj cuenta para ellos y no se sabe si este es el último año que van a estar con nosotros». En su opinión, la parte positiva es que los trabajadores se vuelcan estos días con ellos.
Mitigar la ausencia
Las residencias buscan alternativas para que la comida de Navidad sea lo más alegre posible y, aunque los residentes echen de menos a la familia, puedan cantar villancicos y disfrutar con los compañeros del centro. «Es una forma de mitigar la ausencia. Para eso preparan menús especiales y regalos», insiste Cornellá. La portavoz de la patronal de las residencias reconoce que, en condiciones normales, estos días se organizan fiestas, aunque en esta ocasión la circunstancias no lo permiten. Tampoco están aseguradas las visitas.
«Los auxiliares de estos centros cuentan cómo los mayores van a mendigarles un beso o un abrazo porque no tienen cerca a su familia. Hay gente con Alzheimer o demencia, que no tendrá memoria, pero que sonríe cuando ve una cara conocida», sostiene Cornellá. Un año más son ellos, los mayores, quienes sufren la soledad.