Los lugares del miedo
«No sé si nos ha influenciado el cine o ha sido la realidad tenebrosa de estos espacios lo que ha inspirado al cine y la literatura para ponerlos como escenario de los horrores»
Los trasteros, los parkings o una calle oscura y solitaria son lugares ideales para ejercitar glúteos. En ningún lado como en esos sitios inventados para el miedo aprieto más en culo que cuando los transito.
No sé si nos ha influenciado el cine o ha sido la realidad objetiva y tenebrosa de esos espacios lo que ha inspirado al cine y la literatura para ponerlos como escenario de los horrores. Sea como sea, los parkings, los trasteros y una calle oscura me cortan más el rollo que recibir una carta certificada de Tráfico.
Especialmente los parkings y los trasteros me dan miedo porque son oscuros, solitarios y aunque grites nunca te escuchará nadie, pero he descubierto que, a veces, parkings y trasteros dan más miedo con luz y gente.
Llegué a esta conclusión cuando bajé al parking de mi casa y me encontré la luz encendida. Esa luz tiene un temporizador muy corto, así que para qué pensar que habría algún vecino si mi cabecita puede imaginarse a algún marvado. Para colmo de los sustos, no había nadie en el parking. Y para más enigma, olía a tabaco. Tampoco podía pensar que algún vecino acababa de salir de allí fumándose un cigarro, era más tranquilizador pensar en un hombre agazapado, agazapado y fumando.
Ni siquiera pienso que me vaya a hacer algo más grave que darme un susto. Algo muy loco. Alguien jugándose una hostia sólo por el placer de gritarme: «¡BOOOOH!». Al final, no había nadie. Eso, o el hombre fumador agazapado decidió que mejor no me gritaría a mí y esperaría un rato más de cuclillas para asustar al siguiente vecino.
Otro miedo recurrente en el parking es que se me va a colar alguien antes de que se cierre la puerta. Sé que llevo las de ganar, yo soy la que va en coche, pero en vez de verlo así, me imagino a ese intruso observando impasible cómo aparco. Los malos de mi imaginación tienen alma de jubilados.
«Cuando tengo miedo puedo visualizar cómo el mono guionista de películas de Antena3 que tengo metido en la cabeza desata su creatividad».
Cuando tengo miedo puedo visualizar cómo el mono guionista de películas de Antena3 que tengo metido en la cabeza desata su creatividad. El guionista se pone especialmente productivo cuando bajo al trastero, otro de mis lugares top del terror.
Cada vez que voy al trastero y la luz se enciende automáticamente, sin parpadeo y sin faltarle ni una bombilla al pasillo, todo alumbrando a tope de watios, valoro cada euro que le pagamos a la empleada de mantenimiento por tenerlo tan bien atendido. Siento tal alivio, tal felicidad, que me dan ganas de subir a su garita y darle un beso o mandarle muchos emojis amorosos al Whatsapp.
Aun así, aunque mi trastero está perfectamente iluminado y la cerradura funciona estupendamente, mi miedo sigue y mi fantasía también. En este caso, me llama mucho la atención cómo cambia nuestra percepción del mundo en lugares donde estás tensa y crees que sólo te pueden pasar cosas horribles. Aunque mis vecinos en el portal, a sólo unos metros del trastero, me parezcan adorables, en el pasillo de los trasteros todos tienen una mirada inquietante, turbia. Una mirada que me dice claramente «vengo de descuartizar viejas».
Son pensamientos que bloquean y que una vez que vuelves a tu zona de seguridad te parecen graciosos, pero no quiero que mi guionista siga transitando la delgada línea del terror-comedia. Por favor, guionista que habitas en mi cabeza, cuando veas que el miedo me acecha, ¿puedes probar con el género musical? No me voy a poner exigente con la playlist, te lo prometo, pero déjame aparcar el coche tranquila, me pongo muy nerviosa cuando tu personaje me observa.