Una joven triunfa en la España vaciada con la receta secreta de su abuela contra las hemorroides
La joven, de 22 años, ya exporta el cosmético contra las almorranas a Portugal, Francia y Polonia
Durante más de 70 años Carmen Serrano, una vecina de Villanueva de la Jara, Cuenca, mantuvo bajo secreto una «milagrosa» receta contra las hemorroides. Hecha a base de plantas naturales que ella misma se encargaba de coger del campo, vecinos, feriantes, farmacéuticos e incluso cirujanos de Cuenca y Albacete acudían a ella en busca de este ungüento «milagroso» que proporcionaba de forma altruista.
Ahora, tras su fallecimiento, dos de sus nietos, Carmen (22 años) y Alberto (23 años), han recogido el testigo, han recuperado la receta centenaria y han comenzado a vender el producto. «La receta se la facilitó a mi abuela un médico de Madrid», cuenta a THE OBJECTIVE Carmen Manzano, que explica que nunca reveló la fórmula secreta hasta poco antes de morir: «Era como la receta de la Coca-Cola, nadie la conocía. Ella iba al campo a recoger las plantas sola y la elaboraba en su cocinilla cuando nadie le veía», relata Carmen al otro lado del teléfono con una verborrea y gracia propia de quien siente un enorme orgullo de sus raíces.
Desveló la receta poco antes de morir
Carmen Serrano, tras más de siete décadas guardando bajo secreto la fórmula contra las hemorroides, develó la receta a su hijo Enrique poco a antes de morir. «Cuando comenzó a estar mal de las piernas y ya no podía ir al campo a recolectar las plantas, le contó a mi tío la receta y delegó en él», señala la joven de 22 años recién licenciada en Periodismo y Comunicación Internacional. «Así que un día, mi tío, en el patio de mi abuela, nos animó a mi primo y a mí recuperar la receta y apostar por ello».
Así que sin pensárselo dos veces, la joven, que por entonces residía en Valencia, se puso manos a la obra para comercializar el ungüento contra las almorranas, un problema que sufre alrededor del 75% de la población a lo largo de toda su vida. Un proceso «duro y complejo», durante el cual pensó «muchas veces» en tirar la toalla por todas las trabas burocráticas y, también, sociales. «Hoy día no está de moda ser emprendedor. La gente quiere un trabajo fijo», relata, y agrega: «Mis padres querían que opositara, que no arriesgase, pero si me tengo que equivocar tiene que ser ahora, es el momento de arriesgar», cuenta firme al otro lado del teléfono con la convicción de que «la abuela Carmen» estará «muy orgullosa de ella».
Los ‘papeleos’ tampoco han sido fáciles. «Hasta las farmacéuticas se nos echaron encima», recalca con el orgullo de quien ha vencido a Goliat. Porque Almostop, como han bautizado al ungüento, ya ha sido autorizado por el Colegio de Farmacéuticos y registrado en el Portal Europeo de Cosméticos, obteniendo así el código nacional necesario para poder comercializarlo en las farmacias.
De esta forma, Almostop, dos años y medio después de su puesta en marcha, se puede conseguir en las farmacias de Valencia, Albacete y Cuenta o a través de la web. Ahora, el objetivo de Carmen y su primo es expandir la venta al resto de España e incluso el extranjero, donde ya han vendido a Polonia, Francia y Portugal.
«Ahora tenemos unos 100 pedidos al día. En julio nos quedamos sin existencias. No nos esperábamos este boom», se sincera la joven empresaria, que se define como una «mujer pulpo», ya que se encarga de visitar a las farmacias para dar a conocer el producto, de preparar los pedidos de la web, de las RRSS y web…
Éxodo rural a la inversa
Actualmente el laboratorio se encuentra en Valencia, pero la familia está trabajando para trasladarlo a Villanueva de la Jara, un paso que darán en poco tiempo. Allí da empleo directo a una docena de personas, ya que agencia de transporte, diseñadores o imprenta, por ejemplo, son personas del pueblo o de pueblos vecinos
«Lo interesante de este proyecto es que a diferencia de todo el mundo, que abandona el pueblo por la ciudad, yo he abandonado mi vida en Valencia para emprender este proyecto en el pueblo, tratando de establecer la sede en un pueblo de la España vaciada con la intención de revitalizarlo, paliar los efectos de la despoblación y crear puestos de trabajo, ya que en el pueblo tengo el almacén y voy a montar la planta de producción», cuenta Carmen.
También es interesante resaltar la función social que hace. Cada día asegura recibir llamadas de pacientes oncológicos o personas que padecen de depresión a raíz de tener hemorroides que la llaman dándole las gracias por mejorar su calidad de vida. Incluso en una ocasión, una familia de Peñíscola «se presentó» en su casa para pedirles el cosmético contra las hemorroides. «Se habían enterado de donde vivía preguntado a los vecinos del pueblo», cuenta entre risas.
La joven asegura que Almostop ya triplica en ventas la inversión inicial. Al mes, facturan unos 13.000 euros. Será que aquello que sale del corazón, como ya dijo el célebre médico estadounidense Oliver Wendell Homes, «lleva el matiz y el calor de su lugar de origen».