Emma Bonino: «La UE es mi gran esperanza»
La histórica política de izquierdas italiana repasa su vida y valora el reto de la elección del presidente de la República de este 2022 en Italia
Luce el sol en el invierno romano y Emma Bonino responde con su calma habitual, pero siempre provista de la convicción férrea que la ha acompañado en estos 50 años de carrera política. La ahora senadora no ha dejado de estar nunca en el escenario público desde los años 70, cuando defendió antes que nadie derechos como el aborto o el divorcio. Lo hizo con el valor y la pasión por sus creencias, que mantiene intactas, en un país donde existió hasta el año 81 el delito de honor, a través del cual el asesino podía alegar que la asesinada había manchado su honor de macho para descontar pena. «Uno nunca se retira de una pasión como la mía por la política. Ahora mismo no pienso en el futuro, pienso en mi labor presente de levantar este país», dice.
Su carrera respalda una afirmación con tanto peso. Es un personaje único en la política italiana. Por su trayectoria, ha sido tres veces ministra y fue nombrada, entre otros cargos de alto nivel internacional, comisaria europea para la ayuda humanitaria. Pero también por su determinación, su carrera estuvo vinculada históricamente al partido de los radicales y en 2018 fundó su propio proyecto llamado +Europa. Ante la inminencia de un acontecimiento como el que está a punto de celebrarse ritualmente en Italia, la elección de un nuevo Presidente de la República, está intranquila, ve el caos habitual de la política de este país, y le preocupa. «No será fácil, si se hace un poco de memoria uno se da cuenta de que hubo candidatos elegidos en la votación número 23, como Giovanni Leone; puede ocurrir de todo», dice.
«Hay quien quiere mandar a Draghi al Quirinal para provocar una crisis de Gobierno y que se adelanten elecciones, porque los sondeos le son favorables»
Lo que más le molesta a la icónica política de izquierdas es el secretismo que acompaña las semanas previas, los acuerdos tácitos, la política de despachos y cafés. «Ninguno se ofrece, pero en realidad se mezclan añoranzas de todo tipo. Están los que no quieren a Draghi en el Quirinal porque les gustaría ir ellos mismos, hay quien quiere mandarlo al Quirinal para provocar una crisis de Gobierno y que se adelanten elecciones, porque los sondeos le son favorables», explica convencida.
El Quirinal, el eterno debate para Emma Bonino, la eterna pregunta a la que estará siempre vinculada. Su historia con el mayor rol institucional italiano se remonta a 1999. Se presentó candidata rompiendo la dinámica del silencio, desempeñó una campaña política única, con publicidad incluso televisiva en la que lucía su cara, su arreglado y corto pelo rubio con el slogan «finalmente el hombre adecuado», haciendo sátira con la masculinización de la política que siempre ha denunciado. Le pregunto si seguimos estáticos. Responde: «¿Ves? El mundo ha cambiado claramente, pero el método sigue siendo el mismo».
«Sería lo mejor que una mujer llegase al Quirinal de una vez. Pero ninguna se presenta, a pesar de que hay muchas a las que les gustaría y están capacitadas para hacerlo. Incluso ellas, así, están perpetrando el sistema machista»
Ella hace mucho tiempo que dejó de pensar que podría convertirse en la primera presidenta de la República en Italia, aunque voces muy reconocidas de la política o de la escena pública, como el escritor y periodista Roberto Saviano, nunca pierden la ocasión de pedirle que se lo piense una vez más. «Mi tiempo ha pasado y creo que uno puede desempeñar la política en la que cree de muchas formas», dice. Pero no puede evitar sentirse decepcionada con sus compañeras dentro de la política. «Sería lo mejor que una mujer llegase al Quirinal de una vez. Pero ninguna se presenta, a pesar de que hay muchas a las que les gustaría y están capacitadas para hacerlo. Incluso ellas, así, están perpetrando el sistema machista. No me parece que sea una gran expresión ni de autonomía ni de coraje», añade. Para ella, vencer ese secretismo previo y hacer una presentación oficial sería una buena manera de dar un paso firme al frente. Solo el 34% de los «grandes electores» que votarán este mes de enero son mujeres.
Sigue vistiendo el turbante que convirtió en icono y aliado cuando fue diagnosticada de cáncer de pulmón en 2015. Lo venció y ni eso pudo separarla de su gran compañero de viaje: la política. Encarna un caso único por todo lo que ha vivido en casi 50 años de activismo y carrera política.
Entre sus vivencias está haber conocido a Ghandi o haber sido incluso secuestrada por los talibanes durante unas horas. Mantiene a día de hoy una atención especial a los jóvenes, que reconoce agotados por una política llena de corruptela. «Están hartos de la política de despachos e instituciones, de intrigas y zancadillas. Mientras tanto, este país está envejeciendo y no queda nada de piedad. Pienso en todos los inmigrantes que arriesgan su vida, los miles que ahora están al frío en la frontera entre Biolorrusia y Polonia y en una política común que no llega de la Unión Europea», explica.
Ese fue su otro gran amor: la política internacional, Europa. «Ha sido y es aún mi gran esperanza, con cómo se ha comportado a nivel de financiación durante la crisis de la Covid ha dado gran prueba de sí misma. Hace unos años el antieuropeísmo era fuerte con Salvini y tras la pandemia se han convertido todos en europeístas. Faltan muchas políticas comunes, pero Europa ha sido gran ayuda para los países en los últimos meses», explica. «¿Y cómo ve Italia, como país?». «Aún discutimos las mismas batallas que hace 30 años, como la reforma de la Justicia, el derecho a una muerte digna o la legalización del cannabis», dice nombrando algunas de las grandes batallas de su recorrido político.
«Hace unos años el antieuropeísmo era fuerte con Salvini y tras la pandemia se han convertido todos en europeístas. Faltan muchas políticas comunes, pero Europa ha sido gran ayuda para los países en los últimos meses»
Ahora reflexiona desde su casa de Roma. Siente una profunda satisfacción de la vida que ha tenido. No tiene prisa por irse, ni valora mínimamente una pausa. «Creo que he vivido una vida maravillosa, con algún éxito y muchos retos. Ya encuentro maravilloso que uno pueda vivir haciendo algo que la apasiona. Yo he sido muy afortunada. La gente para vivir hace ocho horas de trabajo en un puesto que detesta. Para bien y para mal he hecho siempre la vida que quería, con mi militancia radical, he servido las instituciones allí donde me encontrase en el modo más decoroso que he sabido», relata pausada y sonriente en su tono de voz.
Es famosa en Italia una frase de Bonino que dice: «Habría preferido ser menos querida y más votada». Lo segundo le ha faltado seguramente en muchas más ocasiones de lo que ella habría querido, lo primero nunca. Sigue siendo una de las políticas más valoradas y populares casi cinco décadas después. «Soy una persona tenaz, que sabe insistir, pero también soy una persona que sabe perder. Pienso que la vida es así, llena de alguna victoria y muchas derrotas. Y con eso me quedo», finaliza.