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Sociedad

Adriana Macías, la mujer que nació sin brazos y encontró la liberación en sus pies: «Es difícil dejar de compararme sin que me duela»

Licenciada en Derecho, nació con una enfermedad congénita que no le ha impedido hacer una vida normal, así como escribir varios libros o tocar el chelo

Adriana Macías (Guadalajara, México) aprendió a hacerlo todo con los pies desde que era un bebé. Nació en un cuerpo sin brazos. Pero eso no la detuvo. Y a sus 43 años ya ha escrito tres libros, ha dado conferencias por medio mundo, se ha licenciado en Derecho, toca el chelo y ha sido madre.

Nacer con una enfermedad congénita no ha sido ningún impedimento. Lejos de instalarse en la queja, en el lamento y en la comodidad de observar su vida como una mera espectadora, desde sus primeros pasos decidió ser protagonista de su propia historia y tomar las riendas de su destino. Y gracias a esas ganas de vivir, entendió que nuestros cuerpos no tienen límites más allá de los mentales.

«Lo que nos limita son nuestros pensamientos. La vida nos da muchas oportunidades y no podemos focalizarnos en lo que no hemos logrado. Tenemos que valorar todo lo que sí podemos hacer», cuenta la escritora a THE OBJECTIVE con una enorme sonrisa, la que no pierde durante toda la conversación.

Adriana Macías. | Imagen: Carmen Suárez.

Pregunta: Adriana, ¿cómo es vivir sin brazos en una época donde buscamos la perfección constante?

Respuesta: Es un gran reto físico y, sobre todo, emocional. Las mujeres estamos en esta constante búsqueda de llenar un prototipo de belleza y perfección. Queremos encajar en este mundo tan competitivo. Desde ese enfoque ha sido muy complicado, porque somos muy injustos con nuestro cuerpo. Lo criticamos, sometemos y obligamos constantemente. Físicamente no tengo ninguna dificultad, solo que me lleva más tiempo todo. No hay más dificultad que la emocional.

P: ¿Estamos diseñados para lograr cualquier cosa?

Nuestro cuerpo no tiene limites, lo que nos limita son nuestros pensamientos. A veces, las cosas suceden y no podemos focalizarnos en por qué suceden, sino en qué podemos aprender de eso.

Jugar con los pies

Para Adriana Macías, su hermana ha sido la culpable de hacer de sus pies sus manos. Solo un año mayor, veía en ella una compañera de juegos, no una niña sin brazos. «Ella estaba 24/7 conmigo y me inspiraba a hacer las cosas con mis pies desde los juegos», relata mientras se expresa constantemente sin mover sus piernas y los dedos de sus pies –que tiene con una perfecta manicura– con una agilidad asombrosa.

El reto, cuenta, vino después, durante la adolescencia, cuando tuvo que romper con estereotipos impuestos y marcados por la sociedad. Adriana lo hacía –y hace– todo con sus pies. Comía con los pies, se vestía con los pies, se peinaba con los pies… Sin embargo, todo lo hacía en privado, cuando nadie la veía. «En México hay un dicho que dice: ‘Lo que está hecho con las patas está mal hecho’», cuenta a este periódico, «entonces, todo lo que hacía desde esta práctica estaba mal visto, porque, por ejemplo, subir los pies a la mesa o quitarte los zapatos en público es de mala educación». Pero para Adriana, esa es su forma de vida, por lo que tuvo que romper con estos moldes y dejar de buscar la aprobación de la sociedad para su propia evolución, así como aceptar que hay gente «que no se siente cómoda con alguien al lado que lo toca todo con sus pies».

Esta fue lo que vivió con su primer novio «oficial». Tenía veintitantos años y estaba a punto de prometerse con él. Sin embargo, de repente, este le dijo que no quería casarse con una mujer sin brazos. «Cada quien tiene sus gustos y la libertad de elegir con quién quiere pasar su tiempo. Y es importante que yo respete la postura de alguien que no quiere convivir con alguien sin brazos», cuenta Adriana Macías, que recientemente acaba de publicar su tercer libro, Enamórate de ti.

Adriana Macías. | Imagen: Carmen Suárez.

P: ¿En qué momento se produjo ese salto a lo que eres ahora, una mujer fuerte, positiva, optimista…? Imagino que eso no siempre fue así.

R: En el momento en el que me di cuenta que nadie es perfecto, que vivimos en un círculo vicioso y que la perfección dependen de la definición que nosotros le queramos dar. Yo era perfecta y completa hasta que empecé a compararme con los demás. Hay que dejar de compararse para no caer en un papel de víctima, porque no por tener brazos la vida te va a ir bien.

P: ¿Y en qué momento dejaste de compararte?

R: Estoy en ese trabajo todavía. Hace poco hice un vídeo donde decido cortarme las mangas, porque todavía tengo vestidos de manga larga porque me veo extraña, fea… Y lloré a mares. Pero hay que cortar con creencias que no te dejan vivir en paz y es difícil dejar de compararte sin que te duela.

P: Es difícil dejar de compararse en esta época de redes sociales donde todo parece perfecto y, como comentabas anteriormente, las mujeres, sobre todo, estamos en constante búsqueda de la perfección.

R: Las redes sociales tienen sus propios estereotipos de belleza, pero la belleza está donde la queramos ver y en los ojos de quien la ve. Si algo admiro de los hombres es que no están en esa competencia constante. Se dice que las mujeres se arreglan para las mujeres y esa sí es una metida de pata de nosotras. Competimos con el grupo de personas que debería ser nuestro apoyo, nuestro soporte.

Adriana Macías. | Imagen: Carmen Suárez.

Su hija, su mayor reto

Hace seis años, tras un matrimonio de 15 años que fracasó, Adriana Macías decide ser madre soltera. «Este ha sido mi mayor reto físico. Fue muy difícil y sigue siendo muy difícil. Todos los días me cuestiono si estoy educando a mi hija bien o la estoy educando con las patas», cuenta entre risas.

Aquí recuerda cuando con solo un año y medio, la pequeña le preguntó que por qué no tenía brazos. «Cada 15 días me hacía la misma pregunta. Me revisaba a través de la ropa, me bajaba las mangas…», rememora, «hasta que un día le pregunté que dónde estarían mis brazos y ella me dijo que en la luna. En ese momento empezó a asimilar que no era necesario que tuviera brazos porque hasta ese día su mamá había cumplido todo lo necesario para ella: jugábamos, le daba de comer, la vestía, la bañaba, la peinaba…».

Sí recuerda emocionada esos momento en los que la niña, siendo más pequeña, se sentía «insegura» cuando ésta la cogía entre sus piernas o se quedaban a solas. «Entonces yo empecé a hacer cosas por ella como, por ejemplo, cuando no podía abrir una botella, o coger un juguete, o abrocharse un botón, se lo cogía yo y le decía: ‘Tú mamá lo puede todo’». Eso le sirvió a ella para que confiara y entendiera que, aunque su mamá no tuviera brazos, iba a hacer todo lo posible por protegerla».

Adriana Macías. | Imagen: Carmen Suárez.

El chelo para abrazarse a la vida

Adriana Macías se ha convertido en todo un ejemplo de superación e historia de vida para muchas personas con discapacidad. Demostrando que no hay más barreras que las mentales, ha logrado, a través de la disciplina y el compromiso consigo misma, desarrollarse personal y profesionalmente.

Y es que esta licenciada en Derecho ganadora de distintos premios como el de Mujer Extraordinaria 2010, tras divorciarse, decidió canalizar todas sus emociones de «dolor, decepción, soledad, tristeza» en algo positivo. «En vez de acostarme a llorar, decidí usar todo ese vacío en aprender a tocar algo», relata. Así, de esta forma, una buena mañana se presentó en una tienda de música –sin nunca haber visto un instrumento de cerca– y decidió que el chelo sería el instrumento que a partir de ese momento pondría melodía a su vida.

«Vi que el chelo se toca abrazándolo y a mí me hacÍa falta abrazar algo fuertemente como cuando te abrazas a un madero en medio de un naufragio, porque mi barco había naufragado», cuenta mientras vierte con los pies el agua de una botella en un vaso.

P: ¿Y cuánto tiempo pasó hasta que sonó bien la primera nota?

R: Pasó un año y algo hasta que llegó esa nota soñada, y ese momento me sirvió para encontrar esta mujer que francamente estoy conociendo. Esa nota me hizo convertirme en la mujer que soy hoy.

P: ¿Serías hoy la persona que eres si hubieses nacido con brazos?

R: El hecho de no tener brazos ha sido de los mejores regalos que he recibido. He sido malagradecida muchas veces por este gran regalo. El hecho de no tener brazos me ha traído muchas cosas buenas, lo malo lo he traído yo con mi manera de pensar.

https://youtu.be/KMyXNOIH_Qs
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