El lugar donde creciste influye en tu habilidad para orientarte
Los datos recabados podrían ayudar en el cribado y tratamiento de enfermedades neurológicas que afectan a esta habilidad, como el alzhéimer o la demencia
Las personas que han crecido en un entorno rural o suburbano tienen mayor orientación espacial que aquellas que han crecido en ciudades, especialmente las que siguen un trazado ortogonal, es decir, en las que predominan las líneas rectas en el trazado de las calles. Así lo ha constatado un estudio liderado por Hugo Spiers, investigador de la University College de Londres (UCL) en Reino Unido.
El trabajo midió el grado de orientación espacial analizando los patrones y puntuaciones obtenidas en el juego para móvil Sea Hero Quest de entre una muestra de 397.162 personas de 38 países distintos.
La recreación forma parte de una iniciativa de ciencia ciudadana sobre investigación en neurociencia desarrollada por Deutsche Telekom, en colaboración con la fundación Alzheimer’s Research UK, el desarrollador de videojuegos Glitchers y varias universidades europeas. Los resultados se publican en la revista Nature.
La influencia de la topografía urbana
«Nuestra capacidad de orientación espacial en la edad adulta se explica en gran parte por la topografía del lugar donde hemos crecido. Así, las personas que han crecido en una ciudad de trazado urbano complejo, como París, tienen un mejor sentido de la orientación que las que han crecido en una ciudad ortogonal, como Chicago», indica a SINC Antoine Coutrot, investigador del CNRS francés y coautor del estudio.
Investigaciones previas han constatado que la experiencia vital individual es capaz de moldear la estructura y función cerebral. Ahora, este estudio refuerza esa idea demostrando que el diseño urbanístico del lugar donde crecemos influye en los procesos cognitivos durante la edad adulta.
Las personas objeto del estudio realizaron una serie de tareas de orientación, como navegar en un barco y localizar ciertos puntos de control mostrados en un mapa. Tras acotar las variables que podían intervenir en el resultado (edad, sexo, nivel educativo…) los expertos constataron que el lugar donde la gente había crecido influía en el rendimiento mostrado en el juego, mientras que el lugar de residencia actual no afectaba a las puntuaciones finales.
La orientación espacial se va perdiendo
Los investigadores compararon las ciudades de origen de los participantes en el estudio analizando la entropía (desorden) de las redes de calles, para medir la complejidad y aleatoriedad de los trazados.
Las personas cuyas ciudades de origen tenían una entropía más baja, es decir, trazados ordenados como los de Chicago o Nueva York, obtenían peor puntuación en el ejercicio de orientación.
En cambio, los habitantes de ciudades con trazados más complejos, como Praga, solo obtuvieron resultados ligeramente peores que los de las zonas rurales.
La habilidad para orientarse en el espacio también va disminuyendo con la edad. «Aquellos sujetos que crecieron en zonas con calles cuadriculadas se orientaban de forma comparable a personas de zonas rurales cinco años más mayores. En algunas zonas, la diferencia era incluso mayor», explica Spiers.
Múltiples enfoques terapéuticos
El proyecto Sea Hero Quest se diseñó para ayudar a la investigación sobre el alzhéimer, una enfermedad neurológica cuya sintomatología en las primeras fases incluye un déficit en la capacidad para orientarse. «Los datos recogidos con Sea Hero Quest pueden utilizarse como referencia para ayudar a identificar personas con riesgo de desarrollarlo», explica a SINC Coutrot.
«Nuestro método ofrece la oportunidad de estudiar cómo se orientan en el espacio miles de personas de diferentes países y culturas, y contribuye a esclarecer como usamos nuestro cerebro en este sentido. También puede ayudar en el desarrollo de futuros diagnósticos y tratamientos», agrega el investigador.
La enorme cantidad de datos recogidos por los impulsores de la iniciativa se pueden analizar desde diferentes enfoques. Entre las líneas actuales de investigación se encuentran el establecer un vínculo entre la duración y calidad del sueño y la ubicación espacial, mientras que otros grupos «se están centrando en enfermedades como el trastorno por estrés postraumático, la esquizofrenia o ciertas lesiones cerebrales que afectan a la orientación espacial», recalca Coutrot.
«Estos equipos pueden analizar el comportamiento espacial de sus pacientes cuando juegan al Sea Hero Quest y compararlos con nuestro gran conjunto de datos recogidos de entre la población general», concluye el investigador.