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El español que ha revolucionado la caza con cartuchos ecológicos y ha conquistado EEUU

Instalada en un pequeño municipio de la España vaciada, BioAmmo es la única empresa del mundo que hace cartuchos biodegradables

El español que ha revolucionado la caza con cartuchos ecológicos y ha conquistado EEUU

Enrique López-Pozas, CEO de BioAmmo | Cedida.

La historia de Enrique López-Pozas es la historia de alguien que, a los 56 años, ha sabido conjugar a la perfección el verbo trabajar, a pesar de las negativas, el rechazo y la poca ayuda «moral» y «financiera» por parte de las instituciones españolas durante años. Comprometido con el medio ambiente, en 2008 comenzó a idear la forma de cazar animales sin contaminar el planeta. En España hay actualmente unos 1,1 millones de cazadores que consumen 350 millones de cartuchos al año, que tardan entre 450 y 500 años en desaparecer. A nivel mundial, se usan unos 5.000 millones de cartuchos.

De esta forma, hace casi 15 años, decidió dejar la dirección de una importante cadena hotelera y emprendió la búsqueda de las primeras balas verdes. Así, en 2015, tras varios años de investigación, creó BioAmmo, la única empresa del mundo que hace cartuchos biodegradables y que se encuentra instalada en el pequeño municipio de la España vaciada de Santa María la Real de Nieva (Segovia), de apenas 1.000 habitantes.

«Exportamos a más de 30 países. El 80% a EEUU y Canadá y, el resto, a Australia y norte de Europa», cuenta a THE OBJECTIVE Enrique López-Pozas, que acaba de recibir la Gran Cruz al Mérito Agrario, la máxima distinción que otorga el Ministerio de Agricultura y un reconocimiento con el que solo cuentan once personas en España desde su creación en 1985. En España, las balas se comercializan a través de El Corte Inglés, Decathlon y en los cotos de mayor relevancia de nuestro país. «Nuestros cartuchos son biodegradables de alta calidad que han tenido un enorme impacto ecológico tanto en el sector cinegético como en el del tiro deportivo», señala el empresario, que agrega que han sustituido las tres piezas de plástico que forman un cartucho convencional por un biopolímero biodegradable. Y es que la munición de BioAmmo –0% plástico, biodegradables y compostables– puede desaparecer por completo en un periodo de unos tres años, frente a los cerca de 500 que tardan los de plástico convencionales.

Enrique López-Pozas junto al Ministro de Agricultura, Luis Planas, recogiendo la Gran Cruz al Mérito Agrario. | imagen: cedida.

En busca de la ‘bala verde’

BioAmmo es ahora una empresa conocida en el sector en todo el mundo. No obstante llegar hasta aquí no ha sido fácil. «El trabajo ha sido titánico», asegura López-Pozas, que no consiguió apoyo financiero hasta 2018, cuando logró ayuda de varios inversores madrileños, de Bankia y de la Junta de Castilla y León. «En España la ciencia no es noticia. Estamos en la oscuridad. Yo estuve a punto de abandonar porque es imposible luchar con estas tinieblas», señala el CEO, quien es también capitán de yate y que desde pequeño –asegura– ha vivido muy de cerca el mundo de las armas al residir en cuarteles militares. Su padre es coronel del Ejército.

«Aquí tener una patente no significa absolutamente nada, porque al trabajo de investigador no se le da valor, de modo que las mejores ofertas llegaban siempre desde el extranjero», asegura el empresario, que llegó a rechazar «millonarias» propuestas de EEUU: «Yo quería sacar este proyecto adelante en España. De donde soy, donde llevo trabajando más de 50 años, porque sentía que le debía devolver a mi país todo lo que él había invertido en mí».

En 2020, después de encajar un conjunto de piezas financieras, la empresa de cartuchos biodegradables comenzó a rodar. Sin embargo, era enero, dos meses después estalló la crisis del coronavirus y las medidas covid hicieron que se quedaran sin clientes. Y cuando se reanudó la actividad de caza y tiro deportivo, llegó la crisis logística. Y luego la crisis de materias primas. «De tres años que llevamos en funcionamiento, hemos estados casi dos cerrados», se lamenta, asegurando que en estos años ha facturado unos tres millones y medio, cuando las previsiones eran de unos 20 al año.

«Hemos pasado las de Caín. Pero ahora ya por fin está todo resuelto y las previsiones son que en 2023 facturemos entre 20 y 25 millones y pasaremos de los 35 empleados actuales a los 45 como mínimo», asegura Enrique López-Pozas, que ha cerrado un acuerdo millonario para 2023 con varios distribuidores de Estados Unidos, sin poder entrar en más detalles al respecto.

Muy concienciado con el medio ambiente, asegura que de un cartucho convencional se obtienen hasta cinco bolsas de plástico. Por consiguiente, si en España se generan al año unos 350 millones de cartuchos que quedan esparcidos por el campo, es como si 1.740 millones de bolsas inundasen nuestro entorno.

«Debemos ir eliminando los productos de plástico de uso masivo y de un solo uso», hace hincapié López-Pozas, que señala que está trabajando en otras patentes para sustituir los residuos de plástico por biopolímeros en otras áreas, como en la ganadería y en el sector médico. «Como sociedad, tenemos que evitar el plástico sí o sí», concluye el empresario.

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