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El tabaco duplica la mortalidad de mujeres por cáncer de pulmón en 20 años

Si en 2001 la tasa masculina era 10 veces más alta que la femenina, en 2020 solo era 3,9 veces superior

El tabaco duplica la mortalidad de mujeres por cáncer de pulmón en 20 años

Foto: Koa'link | Unsplash

Hace tiempo que el cáncer de pulmón dejó de ser una enfermedad de hombres mayores: aunque sigue siendo el tumor más letal para ellos, la mortalidad en varones ha descendido en las dos últimas décadas un 29%, pero la de las mujeres se ha duplicado en este mismo tiempo. La causa es la misma: el tabaco.

Esta diferente tendencia ha hecho que la brecha de mortalidad entre ambos sexos a causa de este tumor —causado un 90% de las veces por el tabaco— se haya estrechado, de modo que, si en 2001 la tasa masculina era 10 veces más alta que la femenina, en 2020 solo era 3,9 veces superior, según el informe «Patrones de la mortalidad en España», que acaba de publicar el Ministerio de Sanidad.

Y tiene su explicación: las mujeres iniciaron el hábito más tarde que los hombres y, como consecuencia, han empezado a dejarlo también después que ellos, apuntan Mónica Pérez Ríos, profesora titular en el departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela, y Javier De Castro, jefe de Sección de Oncología del Hospital Universitario La Paz.

«Aunque ellos siguen fumando más y el riesgo depende de la intensidad y duración del hábito, cada vez hay más evidencia de que el tabaco tiene efectos más nocivos sobre las mujeres»

Tomando como referencia el año 2020, la prevalencia de consumo de tabaco fue del 22,1% (un 11,7% menos que en 2014); el 16,4% de las mujeres y el 23,3% de los hombres fumaban a diario; un 64,8 % y un 46,4%, respectivamente, no lo habían hecho nunca, y un 16,7% y un 27,6%, lo había dejado, según la última Encuesta Europea de Salud en España.

Atendiendo a las cifras de exfumadores, los porcentajes también son más altos en ellos y en todas las franjas de edad. «En los hombres, el consumo de tabaco está disminuyendo de forma constante desde los 80, mientras que en las mujeres el descenso es más reciente, desde 2001, pero el ritmo es mucho más lento», observa Pérez Ríos, coordinadora del grupo de tabaco de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).

Por esta razón, la bajada del consumo de los hombres ya se refleja en una reducción de su mortalidad, cosa que no pasa todavía con las mujeres.

Aunque ellos siguen fumando más y el riesgo depende de la intensidad y duración del hábito, cada vez hay más evidencia de que «en la mujer causa un daño mayor» aunque fume menos y durante menos tiempo, por su menor capacidad de eliminar los más de 200 cancerígenos que tiene esta sustancia, añade De Castro, secretario de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

En 2020 murieron en España 21.918 personas por tumor en el pulmón, de los que 16.615 (75%), eran varones. De los 22.266 nuevos casos que la SEOM calcula que se diagnosticarán este año, 9.016 serán mujeres, con lo que este tipo de cáncer se mantiene como el tercero más frecuente en ellas, por detrás de mama y colon.

Las previsiones que manejan los expertos es que la incidencia femenina —que ya triplica a la de 2001—siga en aumento y, con ella, la mortalidad, hasta el punto de que en los próximos 2 ó 3 años se espera que el cáncer de pulmón sea el más letal —aunque el de mama seguirá siendo el más frecuente— para las españolas, como ya ocurrió con las norteamericanas en 1987, señala la epidemióloga.

¿Por qué fuman las mujeres?

El tabaco fue cosa de hombres hasta los años 70, cuando la incorporación de la mujer al trabajo y los movimientos por la igualdad y la emancipación derivaron también en su iniciación en el hábito tabáquico.

Por eso empezaron, pero los motivos por los que siguen haciéndolo son ahora más lúdicos; al tabaco convencional han añadido otros derivados como el vapeo, que las redes sociales les enseñan -argumenta De Castro- como algo inocuo cuando es igual de nocivo, si no más.

«Al tabaco convencional se han sumado otros derivados como el vapeo, que enseñan las redes sociales como algo inocuo cuando es igual de nocivo, si no más»

Javier De Castro

A lo que se une otra razón que tiene más que ver con la estética: «Creen que puede reducir el apetito y la ansiedad y que fumando pueden bajar de peso o no engordar». Las tabacaleras lo saben, por eso cambiaron el rojo de las cajetillas por el rosa o el blanco y las llenaron de cigarrillos slim.

Pero hay más: las jóvenes sobre todo, que es la franja en la que se concentra el mayor número de fumadoras, «no perciben que el tabaco se asocia al cáncer y piensan que el de pulmón es una enfermedad de hombres mayores».

Estigma social

El Registro de Tumores Torácicos que hace el Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GEPC) con datos de 89 hospitales confirma esa percepción: el perfil del paciente es varón, fumador, de 60 años y enfermedad avanzada en el momento del diagnóstico, lo que le convierte en un cáncer menos visible y muy estigmatizado.

Pero existen otros factores de riesgo como la exposición al gas radón residencial (el principal en nunca fumadores según la OMS) y al humo del tabaco, ciertas ocupaciones o la contaminación ambiental.

Los tumores de pulmón no asociados al tabaco, detalla el oncólogo, son más frecuentes en mujeres que en hombres (entre un 30% y un 40% se da en mujeres no fumadoras frente al 20% de los hombres no fumadores).

Se suelen dar además en población más joven: «Yo tengo pacientes de entre 20 y 30 años, que aunque es raro, existe, y en ellas el estigma es doble: el social y el de sentir que tienen una enfermedad que no les corresponde», lamenta.

Cribados y perspectiva de género

Ante este escenario, parece obvio que el abordaje del cáncer de pulmón requiere de perspectiva de género; ya se está aplicando en la investigación e incluso en el desarrollo de ensayos clínicos porque la respuesta no es la misma y la toxicidad farmacológica tampoco, pero hacen falta más campañas dirigidas a ellas.

«Claramente, las políticas de control de tabaquismo deberían reforzarse y diseñarse acciones específicas dirigidas a mujeres», encaminadas especialmente a la prevención del inicio y a la cesación del hábito, tanto de tabaco convencional como de sus nuevas formas de consumo, sentencia la experta de la SEE.

«Las políticas de control de tabaquismo deberían reforzarse y diseñarse acciones específicas dirigidas a mujeres»

Mónica Pérez Ríos

También cree que es relevante avanzar en la legislación «cuanto antes»; sin embargo, la reforma de la ley antitabaco, una de las grandes promesas del Ministerio de Sanidad que amplía los espacios sin humo, aumenta la fiscalidad e introduce otras medidas como el etiquetado neutro, lleva meses paralizada.

Con todo ello, urge instaurar cribados en la población de riesgo (fumadores activos o exfumadores importantes entre 50 y 75 años): solo entre el 20% y el 25% de los cánceres de pulmón se detectan en estadios precoces, mientras la gran mayoría se diagnostican en estadios III o IV, cuando ya la probabilidad de curación es muy baja.

«Sabemos que hacer escáneres de baja radiación a la población de riesgo detectaría más casos en etapas tempranas y eso aumentaría la supervivencia, y ese impacto positivo sería además mayor en la mujer que en el hombre», concluye el oncólogo.

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