Ir a la guardería favorece el desarrollo de los niños, según un estudio en cinco países
Presentan niveles más bajos de dificultades emocionales que los que fueron cuidados por sus padres
¿Con quién dejamos a nuestro bebé? Esta es la pregunta que se hacen todos los padres jóvenes cuando acaba el permiso de maternidad o paternidad, a veces sin saber muy bien qué opción elegir. Sobre todo porque muchos de ellos se enfrentan a la escasez de plazas de guarderías públicas.
Una escasez que periódicamente salta al discurso político, ya que el cuidado de los niños antes de su ingreso en la escuela es un problema de salud pública, y tiene repercusiones en su desarrollo cognitivo y emocional.
Cuidados infantiles para mejorar las capacidades cognitivas
De hecho, hay estudios científicos que sugieren que, cuando los servicios de guardería funcionan correctamente, el hecho de que los niños pequeños estén al cuidado de alguien distinto de sus padres se asocia a medio plazo con una mejora de sus capacidades cognitivas, así como con interacciones positivas con sus compañeros.
Más concretamente, algunas investigaciones han demostrado que las guarderías pueden ayudar a los niños a adquirir capacidades cognitivas y lingüísticas y prepararlos para su posterior éxito escolar, además de reducir la frecuencia de las dificultades emocionales. Pueden ofrecer a los niños una serie de oportunidades de aprendizaje que no necesariamente tienen en casa.
¿Cuál es el impacto a largo plazo sobre el desarrollo emocional?
Sin embargo, todos estos datos siguen siendo limitados. En primer lugar, porque se han recabado principalmente en Estados Unidos y Canadá, y el contexto de estos países suele diferir del europeo. Por tanto, los resultados no pueden generalizarse plenamente a otros países.
En segundo lugar, porque la calidad de los estudios sobre el tema varía. El desarrollo durante la infancia no siempre se define de la misma manera. Por último, los estudios que evalúan los resultados a medio y largo plazo de los niños son escasos.
Por lo tanto, es necesario proseguir la investigación en este ámbito y seguir produciendo datos sólidos. Esto es crucial para comprender el impacto a largo plazo de las modalidades de cuidado de los niños en su desarrollo emocional, la relación con la aparición de los llamados síntomas «interiorizados» (síntomas emocionales como ansiedad, depresión, retraimiento, etc.) y síntomas «exteriorizados» (dificultades de comportamiento como agresividad, dificultad para concentrarse, etc.), y cualquier factor de protección.
Además, este tipo de investigación puede proporcionar a los responsables políticos información valiosa para adaptar la oferta de servicios de guardería a las necesidades de las familias, con el fin de apoyar no sólo el desarrollo emocional y cognitivo del niño, sino también garantizar un equilibrio entre la vida profesional y privada de los padres.
Un análisis basado en seis cohortes de cinco países europeos
Para abordar estas cuestiones, realizamos un metaanálisis basado en seis cohortes de niños de cinco países europeos (Gran Bretaña, España, Dinamarca, Países Bajos y Francia), que nos permitió comprobar la relación entre las modalidades de cuidado de los niños pequeños y sus síntomas internalizados y externalizados a medida que crecen.
Se trata del primer estudio de esta envergadura que se lleva a cabo en Europa, aunque resultados anteriores basados en datos de Francia ya mostraban que los niños que recibían cuidados en guarderías antes de empezar la escuela presentaban más tarde niveles más bajos de dificultades emocionales. Otra investigación francesa también describe un beneficio en términos de desarrollo cognitivo y psicomotor.
El hecho de que los seis países en cuestión dispongan de normas nacionales para el cuidado de los niños en guarderías significa que las prácticas de cuidado infantil en estos centros son más homogéneas que en estudios anteriores realizados en Norteamérica.
Utilizando los datos de estas cohortes sobre el estilo de vida y la salud de los niños, examinamos el impacto de la asistencia a una guardería, a otro tipo de cuidado infantil (abuelos, niñera, puericultor, etc.) o al cuidado de los padres durante la primera infancia sobre los síntomas de dificultades emocionales y conductuales de los niños a las edades de 5-6, 7-9 y 10-13 años.
Aunque nuestro estudio no distinguía entre guarderías públicas y privadas, puede decirse que la mayoría de los niños considerados habían asistido a una guardería pública o a una guardería gestionada por una asociación contratada por las autoridades públicas. Esto se debe a que en algunos de los países europeos incluidos en nuestro estudio, entre ellos Dinamarca, donde vivía una gran parte de los participantes, hay muy pocas guarderías privadas.
Además, en el contexto de nuestro estudio, cuando examinamos las guarderías, pensamos más bien en parámetros como la importancia de la calidad de la formación de los profesionales, su número, sus condiciones de trabajo, la acogida, el programa educativo y el seguimiento de las actividades para el buen desarrollo de los niños.
La guardería, ¿una protección contra las dificultades?
Nuestros análisis muestran que los niños que asistieron a una guardería entre los 0 y los 4 años presentaron posteriormente niveles más bajos de dificultades emocionales que los que fueron cuidados exclusivamente por sus padres.
Por otro lado, el cuidado informal (por parte de un familiar, por ejemplo) se asoció con niveles más altos de dificultades emocionales y de comportamiento entre los 7 y los 9 años y entre los 10 y los 13 años. En general, la probabilidad de desarrollar estos síntomas también era mayor en los niños cuyas madres tenían un nivel educativo más bajo.
Nuestros resultados sugieren que la asistencia a una guardería a una edad temprana puede proteger a los niños frente a dificultades cognitivas y emocionales posteriores. Sin embargo, también señalamos que la asistencia a este tipo de instalaciones no parece compensar las desigualdades socioeconómicas en el desarrollo cognitivo y emocional que aparecen en las primeras etapas de la vida.
En otras palabras, los niños procedentes de entornos socioeconómicos desfavorecidos tienen más probabilidades que los demás de desarrollar síntomas emocionales y conductuales, independientemente de si van o no a una guardería.
Estructuras que se deben fomentar y subvencionar
Las opciones de guardería disponibles para las familias permiten a las mujeres con niños pequeños trabajar si lo desean y, como demuestran los resultados de nuestra investigación, tienen beneficios para los niños en términos de desarrollo psicológico y cognitivo.
Las guarderías colectivas, en las que se cuida a los niños en grupo, presentan ventajas especialmente notables si los niños están al cuidado de profesionales de la primera infancia formados y presentes en número suficiente.
En comparación con otras formas de cuidado infantil, las escuelas infantiles suelen ofrecer un cuidado infantil relativamente normalizado y de alta calidad, lo que, en nuestra opinión, significa que las autoridades públicas deberían fomentar y subvencionar estas instalaciones para permitir que las familias con niños pequeños tengan un empleo y también para favorecer el desarrollo óptimo de los niños.
Guarderías que no compensan las desigualdades sociales
Para los niños que crecen en familias de entornos sociales desfavorecidos, la atención en guarderías también es beneficiosa, pero no compensa el impacto de unas condiciones de vida desfavorables para el desarrollo psicológico y emocional.
Para reducir las desigualdades sociales en las dificultades emocionales y de comportamiento de los niños, también puede ser necesario desarrollar programas que ofrezcan formas adicionales de apoyo y estimulación a los grupos de niños que más lo necesitan.
Este tipo de programas existen en otros países como Gran Bretaña (programa Sure Start) y Estados Unidos (programa Head Start) y han demostrado cierta eficacia en la reducción de las desigualdades sociales en el desarrollo psicológico de los niños y su éxito escolar.