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Un demógrafo vaticina la «gerontocracia»: en 2060 casi la mitad de votantes serán jubilados

Alejandro Macarrón alerta de que la llegada de inmigrantes no compensará el «catastrófico déficit de natalidad»

Un demógrafo vaticina la «gerontocracia»: en 2060 casi la mitad de votantes serán jubilados

Ilustración de Alejandra Svriz.

En las elecciones generales de 1993, la acusación lanzada por Felipe González de que las pensiones peligraban si ganaba José María Aznar tuvo un efecto electoral decisivo, fatal para el Partido Popular. Desde entonces, en España los jubilados son un segmento electoral imprescindible e intocable, y cada vez lo serán más. Un trabajo de investigación realizado por el demógrafo Alejandro Macarrón vaticina que en 2060 serán el 45% del censo, lo que supondrá la «degeneración de la democracia en gerontocracia, pero no en el sentido clásico griego de gobierno de los ancianos sabios», sino en una tiranía de los pensionistas.

Evolución de los votantes con 65 años o más en porcentaje según la proyección del demógrafo Alejandro Macarrón.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 había 9,38 millones de personas de la tercera edad en España; en torno al 26% del censo electoral. Este porcentaje se disparará en los próximos años a un ritmo récord como consecuencia de la baja natalidad y la creencia de los políticos de que la inmigración mantendrá rejuvenecida la sociedad. Por eso Alejandro Macarrón no habla ya de un «invierno demográfico» sino de un «suicidio demográfico» (por ser autoinducido).

«La caída de la natalidad de los españoles desde hace décadas se traduce ya en que cada año se jubila más gente de la que por edad ingresa en el mercado laboral. Eso nos aboca a necesitar más inmigración (la solución teórica fácil), o a dejar sin cubrir un número creciente de empleos (resultado: peores servicios públicos y privados, y merma de riqueza), o a tener que jubilarnos cada vez más mayores. O a una combinación de las tres cosas», expone el demógrafo en su último trabajo.

Los extranjeros no bastan

Este expone cómo los extranjeros no compensarán el «catastrófico déficit de natalidad de los españoles»: «No paran el envejecimiento social, solo ralentizan algo su avance. No muchos cubren empleos cualificados. No solucionan la soledad y desierto afectivo por falta de niños y la desestructuración familiar. Y hay riesgos de integración por exceso de inmigración y/o choques culturales».

Por lo expuesto, Macarrón considera que España no necesita más inmigrantes, sino que sobran. «Con cuatro millones de parados reales (1/3, inmigrantes), sobran más que faltan. Pero siguen llegando en masa (1,8 millones más en los últimos tres años, pese a que, con nuestro Estado de bienestar, tener varios millones de parados es carísimo, y al daño de este aflujo a la empleabilidad de tantos parados). A partir de 2030-2035, España, por su siberiano invierno demográfico, tendrá que elegir entre más inmigración, jubilaciones aún más tardías o más vacantes laborales», arguye el coordinador del Observatorio Demográfico del CEU.

Efectos positivos y negativos

Este nuevo paradigma tendrá efectos positivos y, sobre todo, negativos, según expone el trabajo, que lleva por título Inmigración descontrolada y suicidio demográfico: disparates entrelazados. Entre los malos, destacan los económicos, ya que habrá más gasto en pensiones, sanidad y dependencia; menos consumo e inversión, por menos población y más envejecida; presión fiscal y déficit público creciente; fuerza laboral menguante y menos innovación y emprendimiento.

En términos humanos y antropológicos, se agudizará la despoblación, y el gran envejecimiento social, «de seguir así indefinidamente», supondría la «desaparición como sociedad y como civilización/cultura». Por otro lado, podría tener efectos económicos positivos como el ahorro en gasto educativo, en subsidios por desempleo o en seguridad y justicia, y habría casas más baratas para comprar o alquilar.

Sin embargo, el demógrafo concluye que los efectos positivos «no compensarían ni de lejos los negativos». «Los efectos positivos colaterales del suicidio demográfico son parecidos a lo que la muerte conlleva de poner fin a todo tipo de problemas y sufrimientos. ¡En los cementerios tampoco hay paro, ni pobreza, ni delincuencia, ni guerras, ni déficit público, ni corrupción, ni machismo, ni lo contrario!».

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