El Instituto Carlos III toma medidas contra una sustancia tóxica de la que niega su existencia
El centro no ha subsanado las deficiencias del edificio afectado y tiene previsto construir un laboratorio de máxima seguridad biológica en un municipio tan poblado como Majadahonda

Concentración de trabajadores del ISCIII. | Cedida
El misterio sigue sin resolverse. Después de más de tres meses desde que los científicos de un laboratorio del Instituto Nacional de Salud Carlos III se manifestaran por una presunta fuga en su lugar de trabajo que provocaba desmayos, llagas y otros síntomas, el centro sigue sin dar con el problema.
Como ya contó THE OBJECTIVE el pasado mes de noviembre, los profesionales del centro se encuentran muy preocupados por el aire que llevan meses inhalando y que perjudica a la fertilidad de los animales con los que se trabajan en el laboratorio. El centro niega cualquier problema en la ventilación y asegura que “las continuas revisiones realizadas en los dos últimos años, así como las numerosas tomas ambientales, indican que las instalaciones cumplen con la norma”. Sin embargo, las decisiones tomadas por la institución indican lo contrario.
Entre las mencionadas revisiones destacan el cierre temporal del laboratorio afectado, el traslado de los trabajadores a otros espacios del centro y el comienzo de una obra (que debería haber empezado el pasado 22 de enero) para crear un laboratorio nivel 4 de bioseguridad, que se utiliza para trabajar con virus altamente peligrosos que representan un alto riesgo individual de contagio y que además son muy perjudiciales para la salud.
Una gestión caótica
Pocos días después de la concentración de trabajadores que tuvo lugar el pasado 24 de octubre en la entrada de las instalaciones afectadas, el secretario general del Instituto, Manuel Cuenca Estrella, citó a los afectados por la fuga a una reunión informativa. En el encuentro aseguró que se iban a llevar a cabo diversas medidas para mejorar la situación, como trasladar los laboratorios afectados. Según asegura un trabajador, “también reconoció que siguen sin saber qué agente es el culpable o de dónde parte todo”.
Los traslados no se han realizado por completo. Aunque es cierto que en los laboratorios más afectados sí se tomaron medidas con rapidez, hay científicos que no han podido desplazarse por falta de espacio. “Algunos grupos han sido trasladados a un edificio del campus de nueva construcción que estaba destinado al nuevo Centro de Terapias Avanzadas”, asegura el entrevistado.
“Hay gente que está cobrando, pero no puede trabajar”
Varios de los convocados para cambiar su lugar de trabajo al mencionado Centro de Terapias Avanzadas no han podido desplazarse al nuevo espacio por varios motivos, entre los que el entrevistado destaca la falta de un permiso y un fallo de organización que provocó una equivocación en el mobiliario del laboratorio. Este error hizo que tuvieran que trasladar de nuevo el material, retrasando aún más la vuelta a la normalidad de los afectados. Además, la incorporación de los desplazados de Microbiología hace que los trabajadores de Terapias, que iban a ser instalados en este nuevo edificio, desconozcan cuándo van a poder trasladarse allí.
La falta de espacio y de coordinación, así como los múltiples errores que se han producido en todo el proceso de mejora de las instalaciones, han generado un alto nivel de incertidumbre y miedo entre los trabajadores, que además de desconocer si su salud está o no en peligro, no saben cuándo van a poder hacer su trabajo con normalidad.
Denuncian la construcción de un laboratorio de estas características en un municipio tan poblado
La construcción del laboratorio nivel P4 en un municipio tan poblado como es Majadahonda, explica el trabajador, puede suponer un gran riesgo, ya que en este tipo de instalaciones se trabaja con patógenos peligrosos que no cuentan con vacunas o algún tratamiento eficaz. Por tanto, la preocupación de los investigadores no sólo reside en la sustancia tóxica, sino en la creación de un laboratorio de estas características en un lugar tan poblado, puesto que las consecuencias, en el caso de que hubiera algún escape, serían nefastas. Además, la empresa contratada para hacer la reforma es la misma que se encargó del ya famoso edificio 53, y del 51, en el que también hubo complicaciones. Se trata de VIAS, perteneciente al grupo ACS.

Podría afectar a la fertilidad de las trabajadoras
Uno de los principales indicativos de que algo no iba bien fue el efecto que la supuesta fuga tuvo y tiene en los ratones del animalario. Al parecer, no criaban bien; su fertilidad era cada vez menor y muchos de ellos tenían abortos. Este hecho ha sido un motivo de preocupación para las mujeres que llevan mucho tiempo inhalando esa sustancia. Al desconocer sus causas y posibles consecuencias, tienen miedo de que afecte a su fertilidad también.
Otra de las grandes preocupaciones de los investigadores que trabajan en las instalaciones, ubicadas en Majadahonda, es el lugar en el que fueron construidas. En una localidad como Majadahonda, ubicada a unos veinte kilómetros de Madrid, “un escape sería fatal”, señala el entrevistado. Teniendo en cuenta las posibles consecuencias de un accidente de este tipo, “sería conveniente que los laboratorios se construyeran en zonas aisladas con menor riesgo de propagación».