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Sociedad

La hermana Clara Medina, premiada por su labor humanitaria tras la dana de Valencia

La religiosa ha recibido el Premio Cristianismo y Cultura Contemporánea 2025 por su ayuda en Algemesí

La hermana Clara Medina, premiada por su labor humanitaria tras la dana de Valencia

La Hermana Clara Medina (izquierda) reparte alimentos a varias mujeres afectadas por la dana de Valencia. | RRSS

Seis meses después de las devastadoras inundaciones que azotaron el sureste de España, la Hermana Clara Medina ha sido reconocida con el Premio Cristianismo y Cultura Contemporánea 2025 por su entrega solidaria en el barrio del Raval de Algemesí (Valencia). La ceremonia, organizada por la Fundación Impactun en colaboración con la Universidad de Navarra, tuvo lugar este lunes 5 de mayo en la sede de posgrado de dicha institución académica en Madrid.

El galardón, en su primera edición, nace con la intención de visibilizar testimonios de fe que impacten de manera significativa en la sociedad contemporánea. En palabras de Alberto Horcajo, presidente de la Fundación Impactun, «premiamos a quien ha hecho visible el rostro humano del Evangelio en medio del barro, de la ruina, del abandono».

La ceremonia comenzó con unas palabras de bienvenida de la decana de la Facultad de Filosofía y Letras, Julia Pavón, y la proyección de un vídeo documental que mostró la magnitud del desastre y el trabajo sobre el terreno. El acto central fue una conferencia-coloquio titulada «La esperanza que creció en el barro», en la que la premiada conversó con la profesora Dolores López sobre el sentido de la caridad cristiana en contextos extremos. El coloquio fue moderado por Javier García, director de la productora Ongaku y del documental Los jóvenes que desfilan hacia el barro.

Más que ayuda, presencia

La Hermana Clara Medina, salesiana misionera de 36 años, se encontraba en Algemesí cuando la dana golpeó la región en octubre de 2024. Las lluvias torrenciales dejaron decenas de viviendas inutilizables, calles anegadas y a cientos de personas aisladas. Desde el primer momento, Medina convirtió su parroquia en un improvisado centro de operaciones: organizó turnos de limpieza, coordinó la distribución de víveres, mantas y productos básicos, y atendió personalmente a mayores, enfermos y familias enteras que lo habían perdido todo.

Pero su labor fue mucho más allá de lo logístico. Clara se convirtió en el rostro visible de la compasión cristiana, capaz de consolar, de orar, de llorar con los que lloran y de mantenerse firme cuando el miedo y la desesperanza lo contaminaban todo. «Me encontré sin saber muy bien cómo actuar –reconoció en su intervención–, pero con el corazón completamente dispuesto. Y vi cómo el Espíritu lo llenaba todo». La religiosa también denunció, sin estridencias pero con claridad, el abandono institucional del barrio: «El Raval ya estaba roto antes de la dana. Lo que vino después solo lo dejó más al descubierto».

Actualmente, la Hermana Clara y las cuatro mujeres que componen su comunidad religiosa alimentan a más de 200 personas al día. La situación de inseguridad es tal que la Policía no patrulla la zona con regularidad y los servicios sociales apenas intervienen. En este contexto, la parroquia se ha convertido en un faro de esperanza y estabilidad, donde cada comida, cada oración y cada gesto de cuidado tiene una resonancia profunda.

Una voz que no busca ruido

Durante la ceremonia, se recordó también que Clara Medina no es ajena a los medios: su canal de YouTube, creado durante la pandemia, la hizo popular como «la monja tiktokera» o «la influencer del Evangelio». Sin embargo, su notoriedad digital nunca ha eclipsado su vocación de servicio. Como ella misma expresó: «Mi misión no es hacer ruido, sino hacer el bien». De hecho, fue este perfil polifacético y profundamente coherente lo que motivó la elección del jurado: una mujer que comunica con frescura, pero sobre todo con hechos, la alegría y el compromiso del cristianismo.

El acto concluyó con la entrega del galardón y unas palabras de agradecimiento de la premiada, que dedicó el premio a todos los que contribuyeron de cualquier manera a que las personas afectadas por esta tragedia pudieran recuperar poco a poco algo parecido a la normalidad. Con este premio, la Fundación Impactun y la Universidad de Navarra no solo reconocen una labor ejemplar, sino que también elevan un modelo: el de una fe encarnada que se arremanga, que no se conforma con discursos ni con gestos vacíos. Clara Medina no ha sido premiada por lo que dice, sino por lo que vive. Y en esa vivencia, muchos han encontrado no solo ayuda, sino también sentido.

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