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Sociedad

León XIV, el primer Papa estadounidense, con raíces españolas y continuador de Francisco

Robert Francis Prevost ha sido elegido Sumo Pontífice de la Iglesia Católica en la cuarta votación del cónclave

León XIV, el primer Papa estadounidense, con raíces españolas y continuador de Francisco

El papa León XIV.

Un nuevo Papa se sienta en el trono de San Pedro. Se llama León XIV, nombre secular de Robert Francis Prevost y tiene 69 años. Se trata del primer Papa estadounidense de la historia y ha sido elegido en un cónclave sorprendentemente corto, en la cuarta votación. Con esta elección, la Iglesia Católica apuesta por la continuidad pastoral del pontificado de Francisco y por una figura discreta, con sólida experiencia misionera y notable formación canónica. El nuevo Papa se ha mostrado públicamente muy crítico con la Administración de Donald Trump.

De padre de ascendencia francesa e italiana y madre de raíces españolas -se apellidaba Martínez-, Prevost nació el 14 de septiembre de 1955 en Chicago (Estados Unidos). Se trata, pues, de un Papa relativamente joven. Es el primer Sumo Pontífice agustino desde la Edad Moderna. Ingresó en la Orden de San Agustín en 1977 y emitió sus votos solemnes en 1981. Su formación académica incluye una licenciatura en matemáticas por la Universidad de Villanova, una maestría en teología por Catholic Theological Union de Chicago, y grados canónicos (licenciatura y doctorado) por la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma. Su tesis doctoral versó sobre el papel del prior local en la vida agustiniana, revelando desde temprano su interés por el gobierno eclesial.

Ordenado sacerdote en 1982, su vida pastoral y académica se consolidó en el Perú, donde ejerció como misionero, formador, juez eclesiástico y docente durante más de una década. Su conocimiento profundo de la realidad latinoamericana, especialmente andina, lo convirtió en una figura de puente entre el norte global y el sur eclesial. En 1999 regresó a EEUU como provincial, y poco después fue elegido prior general de los agustinos, cargo que ocupó por dos mandatos hasta 2013.

En 2014, el Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis de Chiclayo, en Perú, y al año siguiente fue consagrado obispo. Su liderazgo pastoral en un país azotado por la inestabilidad política fue valorado especialmente por su papel moderador desde la Conferencia Episcopal Peruana, donde integró el consejo permanente y la vicepresidencia. En su primer discurso ha hablado en español y ha recordado a Chiclayo, donde es conocido como Roberto.

Elevado a prefecto del Dicasterio para los Obispos en 2023 —uno de los cargos más influyentes de la Curia romana— Prevost pasó a ser responsable de la selección episcopal en todo el mundo. Su perfil discreto, su capacidad de escucha y su conocimiento de la vida consagrada y de la realidad eclesial de América Latina lo convirtieron en una figura respetada, aunque poco mediática. Fue nombrado cardenal ese mismo año.

A favor de la comunión de los divorciados

Prevost ha sido considerado un fiel intérprete de la visión de Francisco: cercano a los pobres y los inmigrantes, defensor de una Iglesia sin privilegios ni clericalismos, y partidario de una pastoral más compasiva. Ha apoyado discretamente medidas como la apertura a la comunión de divorciados vueltos a casar, y aunque ha sido más prudente en cuestiones de doctrina sexual, dio señales de aceptación moderada hacia documentos como Fiducia Supplicans. Se espera que su papado sea tenso con el presidente de su país de origen, Donald Trump.

Su pontificado, sin embargo, no estará exento de desafíos. Pesa sobre él la sombra de dos controversias por casos de abuso sexual cercanos. El primero, durante su etapa como superior agustino en EEUU, involucra a un sacerdote no perteneciente a su orden, alojado cerca de una escuela. Aunque Prevost no fue directamente responsable, la situación ha sido utilizada para cuestionar su juicio.

El segundo caso, más reciente y más complejo, surgió en Chiclayo, donde tres menores acusaron a dos sacerdotes. Aunque Prevost abrió una investigación canónica, remitió el caso a Roma y animó a las víctimas a acudir a la justicia civil, nuevas alegaciones sobre un presunto pago de 150.000 dólares para silenciar a las denunciantes en 2025 reavivaron la polémica. La diócesis lo ha defendido en todo momento, y el cardenal conserva documentación oficial que avalaría su proceder.

Pese a estas dificultades, su perfil de misionero, su alejamiento de las élites eclesiales tradicionales y su relación de confianza con el Papa Francisco lo posicionaron como un candidato de compromiso en el cónclave de 2025. Prevost es miembro de siete dicasterios vaticanos y del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, señal de su versatilidad administrativa y de la alta estima en la que era tenido por Francisco.

Como Papa, Robert Francis Prevost se presenta como un hombre de gobierno con espíritu de pastor, formado entre los pobres de América Latina y dotado de una visión de Iglesia menos centrada en el poder que en la escucha, la reforma y el encuentro. Un pontificado que probablemente combinará discreción, firmeza pastoral y apertura a los márgenes, en la línea del modelo eclesial franciscano que él mismo ha encarnado durante décadas.

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