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Sociedad

Puente de solidaridad y pasado compartido: la inmigración venezolana en España

La Fundación Chamos teje un camino para los inmigrantes venezolanos entre su cultura y su nueva casa

Puente de solidaridad y pasado compartido: la inmigración venezolana en España

Niños en la temporada solidaria de Chamos y La Llanada en España.

Desde hace una década, casi ocho millones de venezolanos han huido de un país plagado por la corrupción, la violencia y la necesidad. España se ha convertido en uno de los principales destinos; a comienzos de 2024, la población de venezolanos en España se acercaba a 600.000 personas.

La Fundación Chamos, nacida en el Reino Unido en 2007 con el propósito de asistir a comunidades vulnerables dentro de Venezuela, llegó a España en 2019. Hoy acompaña a la diáspora, ayudándoles a integrarse en el país sin romper el vínculo con sus raíces.

Chamos: lo que somos, y lo que aportamos

La palabra chamo es un término coloquial venezolano usado para referirse a niños y adolescentes. Como muchas otras expresiones y costumbres del país, se cimienta en las oleadas migratorias que recibió Venezuela en el siglo XX, cuando era una potencia latinoamericana gracias a la riqueza petrolera.

Su origen exacto es disputado: algunos lo vinculan con la migración portuguesa y a su verbo chamar (llamar), y otros lo asocian con el término chum en inglés (amigo), introducido por trabajadores angloparlantes del sector petrolero. Incluso hay teorías que aseguran que proviene de la migración histórica vasca y del adjetivo en euskera samur (tierno). Aunque no exista consenso sobre su origen, chamo se ha convertido en un microcosmo de la cultura venezolana: tan moldeada por la migración como profundamente criolla.

De este término tan característico del léxico nacional toma su nombre la Fundación Chamos, establecida por miembros de la Cámara Venezolano Británica de Comercio que buscaban apoyar a chamos en Venezuela mediante proyectos de infraestructura escolar. 

En 2015, la organización expandió su labor hacia los campos de salud y la educación: «El enfoque se amplió con la necesidad que había en Venezuela», explica Andreina Palma, directora de la Fundación Chamos en España. Ese año, la crisis humanitaria en el país comenzaba a agravarse.

Según Human Rights Watch, el sistema sanitario colapsó por completo, la escasez de alimentos y medicinas se extendió por todo el territorio y la mortalidad infantil alcanzó cifras catastróficas, impulsada por la desnutrición y enfermedades antes prevenibles. En el 2017, seis de cada diez venezolanos perdieron once kilos y para 2019 el 80% de los hogares sufría inseguridad alimentaria.

El programa sanitario de la organización brinda atención médica y odontológica en comunidades rurales sin acceso a servicios de salud, combate la desnutrición infantil mediante programas de recuperación y provee sillas de ruedas y sesiones fisioterapéuticas a niños con discapacidades, uno de los sectores más vulnerables dentro de poblaciones empobrecidas.

En el ámbito educativo, Chamos busca reducir la brecha educacional que existe en el país, basando sus esfuerzos en su lema «los niños son el futuro y se merecen un futuro». Sus iniciativas impulsan la formación digital, la dotación de salas de computación y la concesión de becas a jóvenes que han tenido que abandonar sus estudios por la situación económica. Además, promueve un programa que combina la instalación de sistemas de recolección y filtrado de agua de lluvia con el diseño participativo. Dentro de este proyecto, los niños reciben herramientas de construcción y creatividad para transformar los patios deteriorados de sus colegios.

De Venezuela al éxodo

Mientras el éxodo de venezolanos se intensificaba, la Fundación Chamos decidió dirigir parte de sus proyectos hacia la diáspora, en particular a quienes habían migrado a España con recursos limitados. ​«Nuestro objetivo se ha ampliado y ahora es apoyar a niños de familias venezolanas, independientemente de dónde estén», señala Palma. Hoy Chamos acompaña a los niños en su proceso de adaptación a España mediante iniciativas como campamentos de verano y colaboraciones con la Fundación Real Madrid. 

Venequia: la identidad en un limbo

Andreina Palma enlaza la importancia de que los niños inmigrantes mantengan un vínculo con su identidad nacional con un término que aprendió de sus hijos: Venequia. Esta palabra proviene de veneco, un apelativo que, según el medio venezolano Caracas Chronicles, surgió en los años 70, en plena guerra civil colombiana. En este contexto, a los hijos de colombianos que migraban a Venezuela se les llamaba venecos.

Con el paso de los años y a raíz de la expatriación masiva de los venezolanos, la mayoría hacia Colombia, la palabra adquirió una connotación despectiva y empezó a usarse en otros países de habla hispana como insulto xenófobo. Sin embargo, en la cultura popular y musical venezolana, algunos han adoptado y resignificado el término, ahora empleado como una expresión de identidad y empoderamiento.

De allí nace Venequia, un concepto que Caracas Chronicles describe como el estado «absurdo» y distópico del país: hiperinflación, hambre y ruina, coexistiendo con millonarios corruptos enriquecidos a costa de la crisis. Al mismo tiempo, el término hace referencia al intersticio físico y emocional en el que se suspende la diáspora. Venequia es un país sin territorio, un espacio socioemocional que no existe en el mapa, pero sí en las experiencias compartidas de todos los venezolanos que se han visto separados por la migración forzada. 

Palma recuerda que, al introducirle al término, sus hijos, venezolanos nacidos en Inglaterra, le dijeron: «Mamá, es que nosotros somos, pero no somos venezolanos; no nacimos allá, pero nos identificamos mucho con gente que es como nosotros». Aquella reflexión la convenció de la importancia de cultivar un arraigo cultural en la diáspora, dando fruto a la colaboración entre Chamos y el campamento La Llanada.

La Llanada: un mundo venezolano fuera de Venezuela

El verano español es largo y caluroso. Mientras muchos escapan de las ciudades para refugiarse en la playa o el campo, para otros esa posibilidad no existe. Ante esta realidad, la fundación quiso ofrecer a niños inmigrantes en estado de vulnerabilidad un espacio donde pudieran disfrutar del ocio veraniego y, al mismo tiempo, reconectar con sus orígenes.

Este campamento nació hace 31 años en Venezuela, pero tras la diseminación de la diáspora abrió sedes en países con grandes comunidades venezolanas: Estados Unidos (Florida y Texas), Panamá y España. Fuera de Venezuela, La Llanada busca reforzar el sentimiento de venezolanidad, construyendo un mundo donde niños venezolanos puedan forjar vínculos duraderos con su cultura y su gente. «Lo que logra La Llanada es una magia de identidad, de conexión con Venezuela», afirma Palma. Esa magia, añade, es algo que la Fundación Chamos considera que todos los niños desplazados deberían experimentar, incluso aquellos que no se pueden permitir pagar la temporada. 

Este año Chamos colaboró con el campamento La Llanada en España para ofrecer por primera vez una temporada solidaria. Además de las actividades tradicionales de campamento, los participantes recibieron herramientas de manejo emocional para ellos y sus familias, un aspecto clave en los procesos de adaptación tras la migración: «Es una edad muy difícil: son niños entre 10 y 16 años, una etapa en la que se forja la identidad. A los desafíos de esta época se suma el haber tenido que migrar y afrontar ese duelo y transformación», explica Palma.

En total, 34 jóvenes recién llegados a España disfrutaron de una semana diseñada para crear comunidad, ofrecer acompañamiento emocional y fortalecer los lazos con la cultura venezolana. La fundación espera poder expandir esta iniciativa a los demás países donde opera el campamento. 

Fundación Real Madrid: integración a base del deporte

Chamos también ha iniciado una colaboración con la Fundación Real Madrid para que niños inmigrantes puedan acceder a sus escuelas sociodeportivas mediante becas. Estos programas buscan emplear el deporte como herramienta de formación integral, sin importar las capacidades atléticas ni la situación económica de los participantes. A través del fútbol y el baloncesto, los menores aprenden valores como la solidaridad y el trabajo en equipo, fundamentales para su proceso de crecimiento personal. 

Con este programa, «Chamos busca identificar a familias inmigrantes venezolanas que necesitan apoyo económico para brindar a sus hijos oportunidades a las que no podrían acceder de otra forma», explica Palma. La fundación aspira a que estos espacios de expresión atlética se conviertan en un punto de encuentro y recreación para jóvenes que comienzan a adaptarse a una nueva vida en España. 

Además, desde hace cuatro años Chamos organiza un coro navideño en el que jóvenes venezolanos cantan villancicos tanto de Venezuela como de España, creando así una conexión entre su país y su nuevo hogar en la época navideña. 

España, solidaria

Andreina Palma comenta que el apoyo económico es otro ámbito donde la participación de los venezolanos en el exterior ha sido clave «la diáspora ha tenido un impacto positivo en el crecimiento de la fundación, porque hay muchísimos profesionales en empresas de todo el mundo, y muchos de ellos han apostado por nosotros y nos han apoyado a lo largo de los años».

No obstante, la directora señala que no ha sido solo la comunidad exiliada quien ha respaldado a la Fundación Chamos, sino que la sociedad española también ha acogido con fuerza sus iniciativas. Palma expresa que percibe en España una gran comprensión hacia la crisis venezolana y una profunda solidaridad con este país y su gente: «Hay muchísimos españoles que entienden lo que ha pasado en Venezuela, se conmueven y quieren ayudar».

La Subasta Internacional es la principal iniciativa de recaudación de fondos de la organización, y un evento en el que empresas e individuos españoles han participado con gran generosidad: «Para la subasta a veces tocas la puerta de una empresa o de un restaurante, y, aunque no tengan vínculos con Venezuela, comprenden la situación, la sienten cercana y se solidarizan». 

La venta benéfica se celebra en línea durante dos semanas, culminando el 4 de octubre. Los premios son donados por empresas y artistas de la escena venezolana e internacional. La participación de figuras venezolanas es otra forma en que, a través de Chamos, la diáspora apoya a sus compatriotas fuera y dentro del país. 

Entre los premios se incluyen experiencias únicas en hoteles y restaurantes, la mayoría en España. A lo largo de los años se han ofrecido obsequios únicos de leyendas del deporte español, como material firmado por tenistas y pilotos de carreras. En esta edición, destacan los premios relacionados con el futbol, que incluyen entradas para ver partidos en palcos privados y camisetas firmadas por jugadores. 

A esta iniciativa de recaudación se suman contribuciones privadas de corporaciones e individuos, además de actividades deportivas celebradas en varias ciudades europeas como el Royal Parks Half Marathon en Londres y el Maratón de Ámsterdam.

La fraternidad: un resultado esperanzador del éxodo forzado

España y Venezuela tienen una historia de migración correspondida: en el siglo XX, Venezuela acogió a los refugiados que huyeron en masa de la Guerra Civil española y hoy, al otro lado del Atlántico, es España quien recibe a los desplazados que escapan de la catástrofe que arrebata a Venezuela. En 2025, la Fundación Chamos subraya que la migración puede convertirse en un catalizador de solidaridad, tanto entre quienes la han vivido en carne propia como entre los ciudadanos de los países que los reciben. 

Cada niño que accede a una beca deportiva, que disfruta unos días de felicidad en un campamento o que recibe ayuda vital en Venezuela, y cada artista, empresa e individuo que se suma para hacerlo posible son testimonio de la empatía que persiste en una época marcada por el auge de los movimientos anti migratorios. En España, Chamos demuestra que tender la mano a los recién llegados es, al final, reconocer que en algún momento otros la tendieron a tus paisanos.

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