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Sociedad

Los padres también pueden sufrir violencia vicaria: «Se nos trata de invisibilizar»

Varones que han sufrido agresiones de mujeres a través de sus hijos critican al Ministerio de Igualdad

Los padres también pueden sufrir violencia vicaria: «Se nos trata de invisibilizar»

Ilustración de Alejandra Svriz.

La violencia vicaria es un concepto inventado por la psicóloga argentina Sonia Vaccaro que hace referencia a una forma de violencia de género en la que el agresor, generalmente una pareja o expareja, utiliza a los hijos u otros seres queridos de la víctima como instrumentos para causarle daño emocional, psicológico o físico. El Gobierno de España ha hecho suyo el término y lo quiere materializar en una ley que castigará con penas de entre seis meses y tres años a quienes causen «dolor o sufrimiento a la mujer a través de personas instrumentales o interpuestas».

Las instituciones han asumido un concepto criticado por los expertos por ser acientífico (reduce todos los casos a una única causa: la violencia de género) y porque quita el foco de la verdadera víctima, el niño, para ponerlo sobre la mujer. Pero la principal pega que se le suele poner es que es unidireccional (del padre a la madre): ¿acaso no hay hombres que hayan sufrido violencia por parte de mujeres a través de sus hijos? Los hay, tal y como ha podido constatar THE OBJECTIVE.

«El problema con el término violencia vicaria es el mismo que hay con el de violencia de género, que en el caso de España solo concibe como tal la violencia que se ejerce sobre la mujer en el ámbito de la pareja, dejando en segundo plano a las víctimas masculinas que también sufran maltrato e impidiendo que puedan acceder a las mismas ayudas y derechos», explica Juanma Melgar, portavoz de la Fundación para la Defensa de los Hombres Maltratados (Fundahom) y mediador familiar.

La fundación trató casos de violencia contra los padres a través de los niños (lo que se llama violencia vicaria) que, según explica su portavoz, consistía en «amenazarles con quitarles a sus hijos, impedir que los hijos reciban tratamientos médicos, usar los momentos de la entrega de los hijos del régimen de visitas para insultarle o amenazarle o hablar mal de él y de su familia en presencia de sus hijos para ponerlos en contra». «Curiosamente todas estas formas de violencia son reconocidas por el propio Ministerio de Igualdad como violencia vicaria, pero solo cuando es la madre la que las sufre. De nuevo hay una parte de la realidad que se trata de invisibilizar», indica Melgar.

En su expresión más cruenta, la violencia vicaria termina en filicidio, y estos son cometidos mayoritariamente por mujeres. Pocos casos más mediáticos en España como el de Eugenio García, padre de Olivia, niña de seis años asesinada por su madre, que le introdujo lozarepam y enantyum en el cacao con leche, una triple dosis capaz de asesinar a un adulto. «Antes de dejarla con el padre, la mato», dijo Noemí a su hermano antes del filicidio. La madre había perdido la custodia de la niña.

«A Olivia le hablaba muy mal de mí y de mi actual pareja», conversa el padre con THE OBJECTIVE, y recuerda: «Pero ella era muy madura, razonaba y no claudicaba. Algunas veces, cuando hablaba con María por teléfono, su madre se lo quitaba, y la niña se enfadaba». «Esta señora era mala por naturaleza, pero el problema es que gozó de apoyo institucional. Sin ese apoyo no hubiera llegado a donde llegó», recuerda García, que sufrió 23 denuncias instrumentales y un infierno judicial de cinco años.

Olivia junto a su padre, en una imagen cedida por el progenitor.

El feminismo institucional calló sobre su caso. «Se niega tu existencia. Si no existes, si no se te visibiliza, no existe el problema, así que te tapan», lamenta el padre de Olivia, que no cree en la violencia vicaria ni en la violencia de género, sino en que las personas son capaces de hacer el mal independientemente de su sexo. «Esta es la puñetera realidad, que debe ser muy difícil de digerir en este país: una mujer se llevó a una niña de seis años muy brillante, se llevó por delante todo por lo que he luchado».

Por la bidireccionalidad del asunto, los expertos prefieren hablar de violencia por extensión o alienación parental. «La evidencia prueba que tanto madres como padres pueden ser alienadores; es una forma de abusos que no discrimina por sexo», según Jesús Muñoz, portavoz de la Asociación Nacional de Ayuda a Víctimas de Violencia Doméstica (Anavid), que critica que «según este ministerio de sectarias y feministas de pensamiento único, el único que puede ejercer violencia vicaria, es el hombre heterosexual, contra una mujer heterosexual, a través de los hijos».

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