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Sociedad

La baja participación de la generación Z en ensayos médicos pone en peligro su salud

Los jóvenes podrían desaprovechar los nuevos tratamientos y tendrían que utilizar medicamentos inadecuados

La baja participación de la generación Z en ensayos médicos pone en peligro su salud

Una extracción de sangre. | Freepik

La baja participación en ensayos médicos y estudios de salud pone en peligro a millones de jóvenes de la generación Z (aquellos nacidos entre finales de la década de 1990 y principios de la del año 2000), al perder nuevos tratamientos para problemas de salud y, a su vez, tener que utilizar medicamentos inseguros, ineficaces o inadecuados. Son datos de un análisis hecho por The Guardian, que expone que, a pesar de que las personas de entre 18 y 24 años representan el 8% de la población de Inglaterra, solo el 4,4% de los participantes en investigaciones médicas pertenecen a este rango de edad.

Se trata de una tendencia observada en muchos países del mundo. Diversos estudios señalan que este grupo de edad se encuentra subrepresentado en la investigación clínica en comparación con su peso poblacional, a pesar de que muchos de sus componentes tienen alguna condición de salud física o mental crónica. En el caso de España, aunque es el país líder europeo en la realización de ensayos clínicos, los jóvenes también muestran una participación limitada y no suelen implicarse activamente en la investigación médica, salvo en áreas muy específicas (como salud mental o nuevas tecnologías sanitarias).

Los expertos aseguran que la falta de participación de los jóvenes en estos estudios tendrá un grave impacto en su salud física y mental durante décadas, a no ser que se tomen medidas urgentes para revertir la tendencia. Esto se debe principalmente a que los tratamientos e intervenciones, a pesar de poder diseñarse y probarse en adultos mayores (como ocurre mayoritariamente), no garantiza que sean seguros, eficaces ni apropiados para la población más joven, lo que puede conducir a peores resultados de salud, retrasos en el diagnóstico y una menor confianza o compromiso de la sociedad con los sistemas de salud.

Según las cifras del Instituto Nacional de Investigación en Salud y Atención de Inglaterra (NIHR), entre abril de 2021 y marzo de 2024, 32.879 adultos de entre 18 y 24 años participaron en 5.042 estudios médicos, lo que equivale a solo unos siete jóvenes por estudio. Por el contrario, las personas de 85 años o más que se inscribieron en investigaciones durante estos tres años fueron 32.031, lo que representa el 4,2% del total de los participantes. Esto se debe, en parte, a que «los jóvenes a menudo no se dan cuenta de que pueden y deben participar en la investigación sanitaria», tal y como señala la doctora Esther Mukuka, directora de inclusión en la investigación del NIHR.

«Cuando la gente piensa en investigación, suele imaginarse tratamientos experimentales para enfermedades graves como el cáncer, pero es mucho más que eso», señala Mukuka. Los estudios médicos también influyen en la manera de gestionar afecciones cotidianas y en cómo se ofrece apoyo a la salud mental. A largo plazo, las condiciones de salud que afectan a los adultos jóvenes son, entre otras, diabetes, obesidad, asma, autismo, dificultades de aprendizaje, epilepsia, trastornos alimentarios y una variedad de otras condiciones de salud mental. Por ello, «si este grupo no participa en la investigación, los tratamientos y servicios que se desarrollen como resultado no reflejarán sus necesidades».

Los sistemas de salud y atención sanitaria deben evolucionar junto con la sociedad y es evidente que los tratamientos venideros serán muy diferentes de los que conocemos hoy. Por ello, resulta crucial que los jóvenes participen en la investigación de este campo, ya que, sin su aportación, los tratamientos del futuro no serán tan representativos ni eficaces como deberían. Cualquier persona puede participar en una investigación, tenga o no una afección médica; algunos estudios buscan a personas sin afecciones para que los investigadores puedan comparar con quienes sí las padecen.

Por ello, en toda Europa se promueve la participación de jóvenes en ensayos clínicos mediante campañas de concienciación e información, participación digital, formatos híbridos de seguimiento y una mayor transparencia en los procesos con el objetivo de mejorar la representatividad de este grupo y garantizar que los tratamientos desarrollados sean seguros y eficaces para todos. Además, se pone énfasis especial en la participación de las mujeres de la generación Z. Según la doctora Wendy Macdowall, experta en investigación sanitaria de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, están todavía muy poco representadas en los ensayos clínicos.

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