The Objective
Sociedad

Cómo autocontrolar la presión arterial sin cometer errores

Medir bien la tensión no es un gesto trivial: es una forma de participar activamente en el propio cuidado

Cómo autocontrolar la presión arterial sin cometer errores

Shutterstock.

La hipertensión es traicionera: normalmente no avisa. Solo midiéndola correctamente con regularidad podemos detectarla, hacer seguimiento y evitar que se complique dando lugar a enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en el mundo.

Lo malo es que, según la Organización Mundial de la Salud, una de cada tres personas adultas tiene la tensión elevada y más de la mitad lo desconoce. La evidencia muestra que hasta un 80-90% de las dudas en el diagnóstico o el control podrían resolverse mediante mediciones realizadas por el propio paciente, siempre que se sigan criterios correctos y se utilicen dispositivos validados.

El autocontrol de la presión arterial es un reto

Medirse a uno mismo la presión arterial (AMPA, siglas de Automedición de la Presión Arterial), pese a parecer sencillo, es una tarea rodeada de errores frecuentes. Para colmo, en ocasiones usamos dispositivos de dudosa validez.

Tiene como ventaja que ofrece valores más representativos de la presión arterial real, evitando el «efecto de bata blanca», que puede dar cifras de tensión alta en la consulta, o la «hipertensión enmascarada», que se produce cuando las mediciones son normales en el centro sanitario pero altas en casa. Medir la tensión arterial en el entorno doméstico, habitual, predice mejor el riesgo cardiovascular.

Además, la automedición fomenta la participación activa del paciente, mejora la adherencia al tratamiento y reduce la necesidad de visitas clínicas, además de contribuir a la prevención incluso en personas sin hipertensión.

Quién puede realizar la automedición

Antes de recomendar la AMPA, los profesionales deben valorar si el paciente o su cuidador son candidatos adecuados. Deben descartarse limitaciones físicas o cognitivas que impidan el manejo del aparato, y evitarla en casos de arritmias graves, temblores intensos o un alto nivel de nerviosismo ante la toma.

Además, el paciente debe aprender el uso del dispositivo, la frecuencia de medición y las condiciones adecuadas mediante una correcta educación sanitaria. Sin una formación correcta, la automedición puede generar errores o ansiedad.

Las guías aconsejan realizarla durante siete días consecutivos, tres veces por la mañana y tres por la noche, descartando el primer día y calculando la media del resto. Para el seguimiento a largo plazo, bastaría con repetirla uno o dos días por semana.

Errores frecuentes que alteran los resultados

Los fallos más comunes se deben a factores internos (estrés, dolor, arritmias) o externos (postura incorrecta, manguito inadecuado o falta de reposo).

La medición debe hacerse en una habitación tranquila con una temperatura entre 20 y 25 ºC, tras cinco minutos de reposo, evitando comer, fumar o hacer ejercicio media hora antes. El brazo debe apoyarse a la altura del corazón, la espalda recta y los pies en el suelo. El manguito ha de colocarse directamente sobre la piel, ajustado pero sin comprimir.

Los dispositivos de muñeca solo son recomendables cuando el de brazo no puede usarse. En la primera sesión se aconseja medir ambos brazos y tomar como referencia el que muestre valores más altos.

No todos los dispositivos son iguales

Muchos dispositivos, incluidos relojes inteligentes y aplicaciones móviles, no han sido validados ni calibrados según los estándares internacionales.

Un error de pocos milímetros de mercurio puede alterar un diagnóstico. Por ello, los tensiómetros para AMPA deben ser automáticos, de brazo y con marcado CE. Su exactitud debe estar respaldada por protocolos de validación reconocidos, como el acuerdo AAMI/ESH/ISO, y figurar en las listas de dispositivos validados de iniciativas como STRIDE BP.

Las guías recomiendan revisarlos al menos una vez al año para asegurar su calibración.

La salud digital como aliada

Las nuevas tecnologías han abierto un escenario prometedor. La llamada M-Salud permite monitorizar la presión arterial mediante aplicaciones, relojes inteligentes y plataformas digitales. Se estima que la mitad de los usuarios de teléfonos recopilan información sobre su salud y uno de cada cinco utiliza una app sanitaria.

En la hipertensión, estas herramientas ayudan a reducir la presión arterial en torno a 5 mmHg, mejoran la adherencia al tratamiento y aumentan la conciencia sobre factores que influyen en la tensión, como el estrés o la actividad física. Además, facilitan la comunicación entre pacientes y profesionales y reducen costes sanitarios al evitar visitas innecesarias.

Aun así, no todas las aplicaciones son fiables. Es fundamental elegir aquellas basadas en evidencia científica y con respaldo de instituciones sanitarias.

En un mundo donde las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte, promover el conocimiento ciudadano sobre cómo y cuándo medirse la tensión es una herramienta poderosa de prevención.

Medir bien la tensión no es un gesto trivial: es una forma de participar activamente en el propio cuidado y de reducir el impacto de la hipertensión en la población.

Victoria Mazoteras Pardo, PROFESORA TITULAR DE UNIVERSIDAD, Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

Publicidad