Nuevo Futuro, la asociación española que apostó por crear núcleos familiares
En España, casi 52.000 niños y jóvenes crecen en el sistema de protección

Nuevo Futuro.
aEn España, casi 52.000 niños y jóvenes crecen en el sistema de protección, según datos del Ministerio de Juventud e Infancia de 2023. Muchos de estos menores que no pueden vivir con sus padres encuentran un hogar en Nuevo Futuro.
La entidad nació en 1968 en Madrid, impulsada por Carmen Herrero Garralda, quien, tras trabajar como voluntaria en un gran orfanato de la ciudad, comprendió que los niños necesitaban una atención mucho más personalizada que la podían ofrecer las grandes instituciones. Según Miriam Poole Quintana, la directora general de la asociación, Herrero Garralda sostenía que para que estos menores pudieran salir adelante, debían crecer en entornos lo más parecidos posible a una familia, dando fruto al primer pequeño hogar de Nuevo Futuro en Madrid.
Hoy, estas residencias se han extendido por distintos lugares del mundo, acogiendo entre 6 y 9 niños desde los 6 años hasta los 18, acompañados por educadores formados por la asociación. La financiación del primer hogar fue posible gracias a la creación del Rastrillo de Nuevo Futuro, un mercadillo solidario que desde entonces se celebra anualmente y que cuenta con la asistencia de figuras destacadas, incluida la Familia Real española. Ediciones del Rastrillo se realizan también en otras ciudades del país, como Sevilla y Pamplona.
El modelo de Nuevo Futuro de pequeños hogares de acogida fue pionero en el ámbito de la protección de la infancia. Además, otras instituciones han adoptado este prototipo, como ocurrió en Estados Unidos durante la administración del presidente Ronald Reagan.
Acogiendo a niños de entornos vulnerables
Nuevo Futuro tiene presencia en 18 ciudades españolas y en Portugal, Colombia, Perú y Santo Tomé y Príncipe. Su labor internacional se desarrolla a través de la Federación de Asociaciones Nuevo Futuro. Solo en el 2024, la entidad atendió a 2.017 niños y jóvenes en 129 hogares y centros.
En España, la asociación trabaja directamente con las comunidades autónomas, que le otorgan la responsabilidad de cuidar a los menores. «Los niños que nos llegan no pueden vivir con sus familias por distintos motivos. El más común es el abandono, aunque también recibimos casos vinculados a abuso, maltrato, adicción o problemas de salud mental. La comunidad autónoma retira la tutela a los padres, la asume y nosotros los acogemos», explica Poole Quintana.
Dentro de los centros, cada menor cuenta con un educador de referencia que realiza un seguimiento individualizado. Además, se les ofrecen tratamientos y apoyo adaptados a sus necesidades, que pueden incluir programas psicológicos o refuerzo educativo.
El acogimiento familiar y las familias colaboradoras
Actualmente, la asociación impulsa el programa de «acogimiento familiar y familias colaboradoras». En el acogimiento familiar, se buscan familias dispuestas a ofrecer un entorno protector a los niños y jóvenes. Por otro lado, las familias colaboradoras son aquellas que desean compartir con ellos periodos de tiempo concretos, como tardes, fines de semana, vacaciones y momentos de ocio. Esta iniciativa es fundamental para el desarrollo de los menores: «Cuando un niño empieza a salir con una familia, mejora su comportamiento, sus notas, su estado de ánimo», afirma Poole Quintana.
La directora destaca que el contacto con familias externas también les ayuda a construir una comunidad propia: «Necesitamos que los niños tengan experiencias familiares positivas que les sirvan para tener redes sociales cuando están dentro de los hogares y al cumplir los 18 años». Las familias postulantes deben pasar un proceso de valoración por parte de las administraciones públicas, destinado a asegurar que el entorno sea seguro para los niños y adolescentes.
Una comunidad que persiste
Cuando los jóvenes cumplen 18 años, ya no pueden vivir en los hogares de acogida. Esto los obliga a emanciparse a una temprana edad comparada con la media española, que, según el Consejo de la Juventud de España (CJE), es de 30,3 años. Por ello, Nuevo Futuro comienza a prepararlos para este proceso desde los 14 años y continúa acompañándolos cuando salen del sistema de protección.
Uno de los programas clave es el de los pisos de emancipación, dirigido a jóvenes que, según la directora, «tienen un proyecto de futuro muy definido».
La asociación cuenta también con un proyecto de «ayuda posacogimiento», que ofrece acompañamiento emocional y apoyo en la búsqueda de vivienda y empleo. Además, existen pisos específicos para jóvenes con discapacidad intelectual, donde son acompañados con recursos especializados para facilitar su camino hacia la independencia.
La red de Nuevo Futuro juega un papel clave en la vida de los jóvenes emancipados, quienes pueden mantener el vínculo con la asociación. «Los llamamos para ver cómo están. Si alguno nos dice que se ha quedado sin casa o que necesita trabajo, lo apoyamos. Entre todos nos ponemos a buscar, preguntando a nuestros contactos y localizando recursos», afirma Poole Quintana.
Algunos de estos jóvenes regresan a Nuevo Futuro como profesionales: «Tenemos trabajadores sociales, psicólogos, auxiliares de servicios, personal de mantenimiento y también educadores que transmiten a los niños su experiencia de éxito. Esto les motiva mucho más que un educador que no ha pasado por esta situación, así que intentamos fomentarlo», añade.
El sentimiento de familia que se fomenta en los hogares se refleja en las fiestas. En fechas como la Navidad, los jóvenes ya mayores de edad vuelven a los hogares donde crecieron. «El hogar se llena con todos los chicos que han estado y se mantiene el contacto. Eso, a su vez, ayuda a los niños que están ahora a ver que se puede salir adelante».
Motivados por un compromiso con la infancia
Nuevo Futuro desarrolla otros programas como los centros de día para infancia en riesgo de exclusión; los hogares Sirio, que atienden a niños y adolescentes con problemas graves de salud mental; y los hogares de prevención y reinserción social donde se potencia el desarrollo de niños y jóvenes con medidas judiciales.
«Estamos comprometidos con la infancia en todos los aspectos y en todas las facetas», sostiene Poole Quintana. Para mantener estas iniciativas, la asociación se financia tanto a través de las comunidades autónomas como mediante sus propias iniciativas de recaudación, principalmente el Rastrillo.
La organización también contribuye a mejorar el sistema de protección al participar en proyectos de investigación. «En los últimos años, hemos trabajado en varios estudios de investigación para analizar la situación de los centros de protección en España. Hemos ido identificando necesidades y nuestras propuestas se han incorporado en las políticas actuales del Gobierno de España», señala la directora, quien concluye que en Nuevo Futuro «no solo ha sido pionero, sino que además ha sido impulsor».
Nuevo Futuro lleva 57 años construyendo hogares para niños y jóvenes que no pueden vivir con sus padres. La asociación, que para este año ya ha apoyado a más de 29.000 menores, trabaja para garantizar el derecho de todos los niños a crecer en un entorno seguro. Un hogar que los acoge, los apoya y los acompaña; un hogar donde pueden ser niños y donde pueden empezar a forjar su propio camino.
