Hallan una nueva especie de paloma emparentada con el dodo
Los restos fósiles de una paloma encontrados en la Isla Sur de Nueva Zelanda señalan que esta ave estuvo emparentada con el extinto pájaro dodo, tal y como publican este martes varias fuentes académicas. Los investigadores hallaron los huesos del ala y de la cintura pectoral de un espécimen de paloma de Zelandia (Deliaphaps zealandiensis) en la región Otago de la Isla Sur, según el comunicado de prensa del Museo Canterbury de Nueva Zelanda.
Los restos fósiles de una paloma encontrados en la Isla Sur de Nueva Zelanda señalan que estuvo emparentada con el extinto pájaro dodo, según un estudio dado a conocer este martes. Los investigadores hallaron los huesos del ala y de la cintura pectoral de un espécimen de paloma de Zelandia (Deliaphaps zealandiensis) en la región Otago de la Isla Sur, según un comunicado de prensa del Museo Canterbury de Nueva Zelanda.
Los análisis realizados por científicos neozelandeses y australianos, cuyas conclusiones han sido publicadas en la revista Paleontología y Evolución de las Aves, indican que el hueso del ala es similar a los miembros de un grupo de aves del Indo-Pacífico. Estas aves similares son la paloma manumea (Didunculus strigirostris) que sólo vive en Samoa, la paloma cornoada de Nueva Guinea (Goura cristata) y la paloma Nicobar (Caloenas nicobarica) del Sudeste Asiático. Esta última, la pariente más cercana al dodo y al solitario de rodrigues (Pezophaps solitaria), de las islas Mascareñas.
La paloma de Zelandia «probablemente es muy similar a la paloma Nicobar y, por lo tanto, es una pariente cercana (o al menos una prima) del famoso dodo«, ha declarado la autora principal del estudio Vanessa de Pietri, del Museo Canterbury, en la revista científica.
El nombre del ave neozelandesa hace referencia al casi sumergido continente Zelandia, una masa terrestre que se cree formó parte del desaparecido supercontinente Gondwana y del que se escindió hace 100 millones de años.
Estas palomas, que vivieron en un ambiente de diversidad floral y de abundantes árboles de frutas, probablemente desaparecieron por un «marcado» enfriamiento climático que ocurrió hace 14,2 a 13,8 millones de años, de acuerdo con Alan Tennyson, del Museo de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa.