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Tres investigadores españoles, nominados al premio Inventor Europeo 2019

La científica Margarita Salas y los ingenieros Antonio Corredor y Fermín Menéndez son finalistas a los Óscar de la innovación

Tres investigadores españoles, nominados al premio Inventor Europeo 2019

La científica Margarita Salas y los ingenieros Antonio Corredor y Fermín Menéndez son los tres investigadores españoles nominados al premio Inventor Europeo 2019, organizado por la Oficina Europea de Patentes (EPO, por sus siglas en inglés). Es la primera vez en la historia que hay dos nominaciones españolas en estos galardones, considerados los Óscar de la innovación.

Salas es finalista en la categoría a Logros a todo una vida por sus contribuciones en la genética y la biología molecular. Por su parte, Corredor y Menéndez están nominados en la categoría de Industria por el desarrollo de un molde para crear bloques de hormigón que funcionan de rompeolas de forma más eficiente y sostenible. Los ganadores de las cinco categorías del premio anual a la innovación de la EPO se anunciarán en una ceremonia en Viena (Austria) el 20 de junio.

Salas, una de las científicas más prestigiosas de este país, asegura en una conversación telefónica con The Objective que la nominación a este premio “es especial” porque “se deriva de una investigación básica de la que ha surgido una aplicación biotecnológica muy importante”. La patente por la que está nominada es la más rentable de la historia de la ciencia en España. La investigadora la patentó a nombre del CSIC, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en 1989 en EEUU y en 1997 en Europa. Durante los seis años que estuvo activa, de 2003 a 2009, generó más de seis millones de euros. 

La invención de Salas revolucionó los laboratorios de genética de todo el mundo gracias una nueva técnica para las pruebas de ADN. Se trata del phi29 ADN polimerasa, una enzima que sirve para copiar y ensamblar moléculas de ADN en millones de réplicas idénticas mucho más rápido, con mucha más precisión que los métodos anteriores (menos de un error por un millón de pares de bases) y a partir de cantidades mínimas de ADN, como un pelo o un rastro de sangre.

La científica lo descubrió investigando el virus phi29 y ahora sus aplicaciones van desde estudios genéticos, arqueológicos o de criminología. La investigadora pone un ejemplo: “En un crimen, cuando hay un rastro de sangre o un pelo, la cantidad de ADN no se puede analizar porque es muy pequeña, pero con la ADN polimerasa phi29, que replica con alta precisión estas cantidades sí es posible”.

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Fermín Menéndez y Antonio Corredor junto a un prototipo del cubípodo. | Foto: EPO

El ingeniero Antonio Corredor nos asegura que se siente «muy sorprendido» y «agradecido por este reconocimiento al trabajo de todo el equipo» por esta nominación al premio Inventor Europeo del año. Tanto él, como Fermín Menéndez —que ya está retirado y alejado del follón de las entrevistas, nos cuesta Corredor—, son finalistas por haber desarrollado un molde que permite crear unos bloques de hormigón más eficientes que funcionan como rompeolas llamados cubípodos.

Los diques rompeolas imitan la protección de los cabos y arrecifes naturales, y por lo general se construyen colocando los tradicionales cubos de cemento que se llevan la peor parte cuando las olas golpean y ayudan a reducir la erosión. Estos bloques son claves para proteger los puertos y las costas, y pueden llegar a salvar vidas en caso de tormentas.

Sin embargo, aunque son rápidos y fáciles de producir, estos cubos tienen los lados planos lo que les lleva a pegarse entre sí y colocarse en capas. Para frenar las olas es esencial la existencias de huecos y vacíos entre los cubos, por lo que en el momento en el que aplanan pierden su eficacia.

Junto a investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia, Corredor y su equipo desarrollaron unas piezas cúbicas de hormigón que incorporan una especie de protuberancias en los lados que impiden ese solapamiento. Estas aúnan la estabilidad hidráulica de piezas más complejas y la sencillez de desarrollo de los tradicionales bloques. «Hay otras piezas muy resistentes pero que necesitan tornillería y son más complicados de colocar. Los cubípodos tienen un molde mucho más sencillo y al mismo tiempo una estabilidad hidráulica comparable», detalla Corredor.

El molde se comercializa por OHL, a través de su filial especializada SATO, porque es la única empresa licenciataria. En total hay instalados más de 33.000 cubípodos por los puertos de Las Palmas, A Coruña, Málaga y en defensas portuarias de Argelia y Dinamarca. Además, el proyecto sigue creciendo tanto dentro de España como en Chile, México y Marruecos. Este ingeniero marítimo ha paseado por alguno de estos puertos: «Los ves y piensas en todos tus dibujos y en todos los problemas que has superado que ahora se han hecho hormigón».

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El ingeniero español Antonio Corredor. | Foto: EPO

 

 

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