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Solo el 10% de las empresas de mascarillas ha logrado reconvertir su actividad tras la covid

El 90% del sector se ha visto obligado a parar su producción por la falta de demanda, que se ha quedado reducida al sector industrial

Solo el 10% de las empresas de mascarillas ha logrado reconvertir su actividad tras la covid

Las empresas de mascarillas se ven obligadas a reestructurarse | Jacek Poblocki (Unsplash)

La mayoría de empresas vieron cómo la mina de oro de la pandemia se secaba rápidamente, conforme las restricciones se hacían más laxas, pues el menor interés y el cansancio de la población por las mascarillas estaba aumentando poco a poco.

Desde el pasado miércoles 8 de febrero, las mascarillas dejaron de ser obligatorias en el transporte público. Los últimos segmentos se concentran ya en las zonas sanitarias, como hospitales o farmacias, por lo que, este elemento que llegó a nuestras vidas en mayo de 2020 está iniciando su fase de anécdota.

En la actualidad, el 90% de las empresas y fábricas dedicadas al sector se han visto obligadas a paralizar su producción, por los altos costes y por la baja demanda de mascarillas, sumado, además, a que la oferta sigue siendo superior en los países del sureste asiático, por lo que se hace imposible la competencia. El otro 10% ha logrado reconvertirse.

La principal defensa contra la covid, con la llegada de las vacunas y la posterior remisión del virus, está quedándose atrás, marcando una de las etapas más traumáticas de las últimas décadas, por la cantidad de restricciones, suposiciones y fake news que rodearon el acontecimiento.

¿Cómo se han reinventado?

Hace tres años, España atravesó un momento crítico de escasez en material sanitario, no solo en cubrebocas, sino también trajes EPI, batas o guantes, pues la producción nacional era casi inexistente en ese momento y la mayoría llegada del sudeste asiático. Tres años más tarde, en la actualidad, la venta de estos productos es casi exclusiva para los sectores especializados, pues los ciudadanos de a pie ya no la comprenden como una necesidad.

«Cuando llegó la pandemia crecimos muy rápido, convirtiéndonos en la fábrica más grande de España del sector con 350 personas, pero cuando el pico pandémico llegó, aún así, no dimos a basto. No obstante, cuando la demanda cayó, porque finalizaron las restricciones, surgieron nuevas oportunidades que estamos aprovechando», -explica a THE OBJECTIVE Esther Pérez, account manager de Airnatech-. «Seguimos trabajando en el desarrollo de otros modelos para enfocarnos en el sector industrial, en concreto el sanitario, dejando atrás al cliente covid».

La fábrica de Castellón, que pasó de vender 15 millones de mascarillas al mes durante el pico de la Omicrón, tiene ahora en funcionamiento solo el 10% de su maquinaria. No obstante, como explica Pérez, ya se vieron venir esta situación, por lo que ampliaron la empresas hasta límites fuera de la situación pandémica.

«Hemos creado un sello de calidad como una consigna de la empresa», explican desde Airnatech. «Establecimos tres líneas de actuación: La primera fue ampliar la gama de productos, la segunda fue trabajar con un laboratorio nacional con estudios de mercado innovando en fórmulas y la tercera fue trabajar con otras empresas textiles -y con el Ministerio de Industria– para cambiar las puntuaciones de las licitaciones».

Nueva línea de productos alimenticios de Airnatech. (Cedida)

Hacer mascarillas ya no es el núcleo de la producción

A pesar de perder el mayor porcentaje de clientes, cuando, en abril de 2022, las mascarillas dejaron de ser obligatorias en espacios cerrados vieron como la demanda cayó drásticamente. Este plan empresarial les llevó a la creación de un proyecto, en el ámbito farmacéutico, elaborando cuatro tipos de vitaminas que están entrado satisfactoriamente en el mercado.

No obstante, el espacio a la crítica ha sido abierto, pues la preferencia, por parte de las administraciones públicas, es la de importar producto chino antes que recurrir al español porque es más barato. Esto se ha remarcado mucho más en los últimos meses, pues la urgencia no es la misma que al comienzo de la pandemia.

«Ahora mismo sufrimos lo mismo que todas las empresas del sector, pero gracias al trabajo previo no nos encontramos en una situación crítica», concluye Pérez.

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