La Agencia Espacial Europea lanza dos satélites capaces de provocar eclipses solares
La misión, conocida como Proba-3, marca un antes y un después en el campo de estudio de la corona del sol
La Agencia Espacial Europea ha puesto en marcha una misión que promete revolucionar la ciencia. Después de más de una década de investigación, ha lanzado dos satélites que son capaces de crear eclipses solares de forma artificial. La intención de los científicos es poder estudiar este fenómeno, y más en concreto la corona del sol, que es la capa más externa de su atmósfera, por un tiempo muy superior al que permiten los eclipses naturales, que duran en torno a 5 minutos.
La misión, conocida como Proba-3, supone un avance tecnológico y científico muy relevante en el campo de los estudios de la enigmática capa exterior del sol. Los satélites fueron lanzados al espacio desde el Centro Espacial Satish Dhawan en Sriharikota, India, y, aunque todavía no se haya puesto en práctica el experimento, todo parece estar respondiendo según lo previsto.
¿Cómo se hace un eclipse artificial?
Los satélites, llamados Occulter Spacecraft y Coronagraph Spacecraft, tienen el tamaño de una lavadora y fueron lanzados el pasado jueves desde la India unidos entre sí. «Una vez en órbita, se separarán y se moverán hacia una órbita altamente elíptica, alcanzando hasta 60,500 kilómetros de distancia de la superficie terrestre, señala The Washington Post en un artículo en el que han participado miembros de la misión.
Para conseguir el eclipse de seis horas de duración, uno de los satélites, concretamente el Occulter, se alinea con el sol. Una vez alineado, usa un disco (que simula la luna) para proyectar una enorme sombra sobre el otro satélite, el Coronagraph, que estará a unos 150 metros de distancia. De esta manera, lograrán reproducir un eclipse solar sin tener que esperar a uno natural y así poder avanzar notablemente en sus investigaciones.
Juanjo Negrete, ingeniero encargado de desarrollar el software para controlar y operar los satélites de la misión Proba-3, asegura a THE OBJECTIVE que se trata de toda una revolución tecnológica. «A nivel científico, se encargará de estudiar la corona solar con una precisión sin precedentes. Un coronógrafo solar consta de una cámara y un disco ocultador para captar solo la radiación de la parte externa del Sol. Esto ya existe en algunos observatorios terrestres, pero la atmósfera perturba mucho las imágenes. Por tanto, lo ideal es realizar estas mediciones en el espacio. ¿Cuál es el problema? Que el disco ocultador debe situarse a unos 150 metros del coronógrafo, y es inviable lanzar un satélite de esas dimensiones«.
Tras más de una década de investigación, la solución, explica Negrete, ha sido lanzar dos satélites pequeños (uno con el ocultador y otro con el coronógrafo) a 150 metros de distancia entre ellos, con una precisión de milímetros, convirtiéndolos en una especie de sólido rígido virtual en órbita».
El ingeniero explica que el éxito del proyecto reside en el desarrollo de un hardware y software capaces de asegurar la precisión necesaria en el posicionamiento de los satélites, elemento primordial para el correcto funcionamiento de estos.
«Como ingeniero de Flight Dynamics, esta misión me ha hecho replantear algunos paradigmas que antes considerábamos asentados en nuestro campo, permitiéndome aprender y desarrollar nuevas formas de calcular todo lo necesario para cumplir con el sistema del cual me encargo», señala.
Precisión milimétrica
A pesar de la inmensidad de la estrella en torno a la que giramos, la situación de los satélites, como explica Negrete, deberá ser exacta, con un margen de error de menos de un milímetro, es decir, lo equivalente al grosor de una uña. Para mantener su posición, los satélites estarán guiados por un GPS, rastreadores estelares, láseres y enlaces de radio, que volarán de manera autónoma. En unas declaraciones recogidas por The Washington Post, Daniel Seaton, coinvestigador de la misión Proba-3 y físico solar del Instituto de Investigación del Suroeste, aseguró que lograr esa precisión era más difícil que «lanzar un pase de fútbol americano desde un extremo del campo y que aterrice sobre una moneda en el otro extremo». «Eso sería fácil comparado con lo que están haciendo aquí».
La tecnología actual no permite realizar un análisis detallado de la corona que rodea al sol. Sin embargo, este proyecto promete dar respuesta a algunas dudas, como por ejemplo el motivo por el que dicha corona alcanza temperaturas aún más altas que la propia superficie de sol o los factores exactos que producen el mencionado viento solar.
Buscar nuevos planetas
Varios de los miembros del equipo que ha puesto en marcha esta importante misión han señalado que el conocimiento adquirido para desarrollarla va a permitir desarrollar otro tipo de misiones que requieren una gran precisión y autonomía. «Por ejemplo, se puede usar otro ocultador para bloquear la luz de estrellas y así detectar exoplanetas que orbiten alrededor de ellas. Para aquellos a quienes estas investigaciones les suenen demasiado a ciencia ficción, sepan que esta tecnología también permitirá avanzar en el desarrollo de satélites que se encarguen de repostar y reparar otros satélites en órbita, ampliando así su vida útil», explica el ingeniero aeroespacial.
Según ha detallado la Agencia Espacial, se prevé que los primeros resultados estén disponibles en marzo de 2025. La misión, que, según Los Angeles Times ha costado 210 millones de dólares, estará activa durante los próximos dos años, por lo que se espera que se produzcan cientos de eclipses durante esa etapa. Una vez finalizado el proyecto, los satélites descenderán poco a poco hasta alcanzar la atmósfera, donde serán quemados.
El despegue de los satélites en India
El despegue de los satélites, que se realizó en Centro Espacial Satish Dhawan en Sriharikota, estaba previsto para el pasado miércoles, 4 de diciembre. Sin embargo, un pequeño fallo en el sistema de propulsión de respaldo de uno de ellos, que fue resuelto por los ingenieros gracias a una solución de software informático, retrasó un día la operación.
«Aquí hay una palabra clave en el mundo del espacio: redundancia. Debido a la actual imposibilidad de reparar o sustituir piezas una vez en órbita, todos los satélites cuentan con sistemas redundantes para tener en cuenta posibles fallos: varios sistemas de propulsión, varias antenas, varios sensores, etc. Todo esto está orquestado por un software embarcado en el propio satélite que podemos actualizar cuando tenemos contacto con él desde la Tierra. Cuando se detectó esta anomalía, se decidió retrasar un día el lanzamiento para realizar un análisis de los posibles riesgos y verificar que todo estaba en orden», explica Negrete.
Todo indica a que esta misión va a marcar un antes y un después en los estudios solares y puede ser el inicio de una amplia investigación sobre el vasto misterio del universo del que formamos parte. Investigaciones como Proba-3 nos hacen recordar que incluso en la oscuridad siempre hay una luz esperando ser descubierta.