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Ciencia

Muere James Watson, codescubridor de la estructura del ADN y ganador del premio Nobel

El controvertido médico ha defendido tesis racistas que le han valido numerosas críticas en la comunidad científica

Muere James Watson, codescubridor de la estructura del ADN y ganador del premio Nobel

El científico James Watson. | Wikipedia.

El científico estadounidense James Watson, encumbrado como una de las figuras clave de la ciencia por participar en el hallazgo de la estructura del ADN, ha muerto este jueves a los 97 años, tal y como ha confirmado su hijo Duncan al diario The New York Times. En 1953, Watson y su colega Francis Crick desvelaron que la molécula que contiene las instrucciones de los seres vivos posee una doble hélice. Esta forma, similar a dos escaleras de caracol entrelazadas cuyos peldaños siguen normas concretas de emparejamiento, hace posible que el ADN genere copias hereditarias de sí mismo. Aquella estructura excepcional fue descrita por el propio Watson como «el secreto de la vida».

Nacido en Chicago, el investigador apenas tenía 25 años cuando publicó el trabajo que transformó la biología moderna. Watson y Crick lograron descifrar la enigmática configuración del ADN tras estudiar las imágenes obtenidas por los científicos Rosalind Franklin y Maurice Wilkins en el King’s College de Londres, mediante cristalografía de rayos X. En 1962, los tres hombres recibieron el Premio Nobel de Medicina. Franklin, fallecida cuatro años antes, quedó relegada durante décadas en la narración oficial de uno de los hitos científicos más destacados.

Watson, designado en 1988 por EEUU para liderar el ambicioso proyecto de secuenciación del genoma humano, vio su carrera derrumbarse en 2007 tras declarar en una entrevista con el semanario británico The Sunday Times que era «pesimista» sobre el porvenir de la población africana. En aquella conversación afirmó que las políticas de cooperación se sustentan en la idea de que «su inteligencia es la misma que la nuestra, mientras que todas las pruebas dicen que no». A su juicio, la igualdad entre personas de distinto color de piel era un deseo loable, pero «la gente que tiene que tratar con trabajadores negros sabe que no es cierto».

El científico se disculpó posteriormente, presionado por la indignación global, pero terminó dejando su cargo como rector del laboratorio Cold Spring Harbor, en Long Island (EEUU). Su figura pasó de la gloria científica al descrédito público. En 2014, subastó su medalla del Nobel, que terminó en manos del oligarca ruso Alisher Usmánov por casi cinco millones de dólares.

En 2019, Watson reapareció en un documental de la televisión pública estadounidense, Decoding Watson, donde volvió a sostener sus tesis racistas sin fundamento científico. «Entre los blancos y los negros hay diferencias en los resultados de las pruebas de inteligencia. Yo diría que la diferencia es genética», sostiene en la cinta. Apenas dos meses antes, la Sociedad de Genética Humana de EEUU había lanzado un comunicado «alarmada ante el resurgimiento social de grupos que rechazan el valor de la diversidad genética y utilizan conceptos genéticos distorsionados o ya desacreditados para reforzar afirmaciones falsas sobre la supremacía blanca».

Decoding Watson, dirigido por Mark Mannucci, seguía al prestigioso científico ya nonagenario durante un año y habría sido una oportunidad ideal para rectificar y limpiar su imagen. Sin embargo, ocurrió lo contrario. Cuando le preguntaron directamente si había cambiado de opinión, respondió: «En absoluto. Me gustaría haber cambiado, que hubiese habido nuevos descubrimientos científicos que mostrasen que lo adquirido es mucho más importante que lo innato, pero no los he visto». Mientras tanto, la Sociedad de Genética Humana de EEUU insistía en que la genética «demuestra que los humanos no pueden dividirse en subcategorías biológicamente distintas».

En 2019, el propio director de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, Francis Collins, tuvo que pronunciarse ante las declaraciones de Watson, con quien había trabajado durante años en la carrera por descifrar el genoma humano. «Es decepcionante que alguien que ha hecho contribuciones tan innovadoras a la ciencia esté perpetuando creencias tan dañinas y tan infundadas científicamente», declaró en The New York Times. Los expertos en salud pública recuerdan una y otra vez que el código postal suele pesar más que el código genético: las personas con mejores recursos económicos, formación y alimentación suelen obtener mejores resultados en los test de inteligencia.

Una imagen obtenida mediante rayos X en el laboratorio de Rosalind Franklin, la célebre Fotografía 51, quedó para siempre como pieza clave en el descubrimiento de la estructura de doble hélice. Aquella captura mostró el ADN con una claridad sin precedentes. Gracias a esa y otras imágenes, Watson y Crick interpretaron la configuración de la molécula y publicaron sus conclusiones sin Franklin. En el documental, Watson afirma: «Rosalind Franklin tuvo aquella famosa fotografía durante ocho meses y nunca concluyó que fuera una hélice».

No obstante, el historiador de la medicina Nathaniel Comfort y el zoólogo Matthew Cobb ofrecieron hace dos años una interpretación muy distinta, tras analizar documentos de la época. «La narrativa de Watson parte de una premisa absurda. Presupone que Franklin, una experta cristalógrafa, era incapaz de entender sus propios datos, mientras que el novato Watson lo hizo de inmediato», explicaron en un artículo en la revista Nature. Según estos investigadores, Rosalind Franklin fue en realidad la primera de los cuatro codescubridores en advertir que las moléculas de ADN presentaban «grandes hélices con varias cadenas y con los fosfatos hacia el exterior», como expuso en un seminario en noviembre de 1951 al que asistió el propio James Watson.

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