The Objective
Entrevista

Una experta mundial en educación: «Las universidades deberían tener menos alumnos»

Inger Enkvist critica el modelo actual por ser poco exigente y por desterrar la competencia memorística

Una experta mundial en educación: «Las universidades deberían tener menos alumnos»

La hispanista sueca Inger Enkvist. | TO

Pese a su aspecto de septuagenaria, sus maneras dulces y sus modales exquisitos, Inger Enkvist (Värmland, Suecia, 1947) es muy clara. Algunos dirían que implacable. Es una de las voces más respetadas en el panorama educativo internacional y tan crítica como la que más con la pedagogía actual. Esta hispanista, catedrática de español en la Universidad de Lund y experta en Mario Vargas Llosa y Juan Goytisolo, no tiene reparos en señalar las carencias de los modelos educativos presentes en gran parte de Occidente, también en nuestro país.

Con motivo de la reedición de su best-seller publicado en 2011, La buena y la mala educación o el dominio del lenguaje, la experta aprovecha su visita a Madrid para atender a THE OBJECTIVE en una extensa conversación sobre los grandes desafíos de la educación, tanto los de hoy como los de siempre.

PREGUNTA.- ¿Cómo está el sistema educativo español en comparación con el de otros países? ¿Cuáles son nuestras fortalezas y nuestras deficiencias?

RESPUESTA.- Estáis haciendo lo que ya hicimos algunos países, como Suecia, en los años sesenta. Lo trágico es que España habría podido evitar los mismos errores. Se ha impuesto un sistema ideológico por el que se sustituye la realidad por lo que desearían que fuera la realidad. La única buena noticia es que se tiene conciencia de la importancia de la educación y que ya existe un sistema montado y financiado. El problema es que ese sistema está tomado por los políticos y los pedagogos.

P.- España tiene la segunda mayor tasa de abandono escolar temprano de toda la UE. ¿Qué medidas deberían tomarse para mejorar ese indicador?

R.- Creo que se debería reorganizar la escuela obligatoria. Esto es tabú decirlo, pero hay chicos a los que la escuela les parece inútil, les aburre, y que necesitan otro programa más adecuado a su nivel y sus aspiraciones. El sistema actual tiene una talla para todos, y eso es negativo para los mejores estudiantes y para los menos interesados. Esto es escandaloso y los responsables lo ven. Entonces, ¿por qué no hacen nada? Porque va en contra de su ideología de que todo el mundo es igual y debe estudiar del mismo modo.

P.- En este sentido, hay expertos que abogan por suprimir un año de escuela obligatoria (hasta 3º de la ESO) para facilitar que los estudiantes más interesados en pasar a la vida profesional lo hagan cuanto antes. ¿Qué opina de esta posibilidad?

R.- Esos alumnos menos interesados saldrían con un año menos de educación, pero probablemente sabiendo lo mismo, porque está demostrado que ese último año aprenden muy poco. Por tanto, sería una manera de arreglar un poco la situación, pero sin hacer la reforma profunda que realmente se necesita. Lo que necesitan es otro programa desde mucho antes.

P.- ¿Qué mejoraría en la formación de los futuros profesores?

R.- En primer lugar, reclutar a mejores estudiantes [para la carrera de Magisterio]. Esos jóvenes, inteligentes y determinados, van a salir adelante les eches lo que les eches. En segundo lugar, se les debería dar mucho contenido y no tanta ideología como ahora (multiculturalismo, teoría de género, sostenibilidad, etc.). Así conocerán bien la materia, se sentirán seguros en el aula y ayudarán mejor a sus estudiantes.

Por último, dar mucha importancia a la práctica. Yo recomendaría que cada estudiante de Magisterio quedase vinculado durante toda la carrera a una escuela concreta donde hicieran una media jornada (con un sueldo equivalente) y a un mentor, un profesor con años de rodaje. A esa base se le pueden añadir cursos complementarios de derecho (lo que se puede y no se puede hacer en el aula) y de psicología enfocada a jóvenes, a grupos o a resolución de conflictos.

“La solución a la caída de la comprensión lectora es la más sencilla: hay que leer más. No hay atajos”

P.- Son muchas las voces que muestran su preocupación por la progresiva relajación de la exigencia educativa. ¿Cómo se revierten años de políticas en esta línea?

R.- El prestigioso informe McKinsey señaló que se puede hacer en un periodo de seis años. Primero es necesario aceptar que el modelo está en crisis. Después, es necesaria la figura de un líder, como un ministro de Educación, que ponga en marcha un plan decidido y bien estructurado, siendo pedagógico con el público.

Para empezar, habría que establecer un examen al final de la Primaria y al final de la Secundaria. Además, aunque suene duro, ayuda tener menos plazas en Bachillerato y en la universidad, tal y como hacen en Finlandia. Eso es posible cuando tienes un sistema de FP tan desarrollado como el finlandés, claro.

P.- En esta línea, destaca el arrinconamiento de la capacidad memorística. ¿Por qué es importante volver a reivindicarla?

R.- Porque pensamos con la memoria, sin ella no podemos hacer trabajo intelectual. En cada materia existen unas pocas cosas que hay que saber de memoria. En matemáticas pueden ser las tablas de multiplicar y algunas fórmulas; en lengua, las reglas ortográficas; y en historia, algunas fechas. No son muchas cosas, pero hay que sabérselas para enmarcar y tener estructurado el campo en cuestión, para poder avanzar.

P.- Hay quienes rechazan esa idea sosteniendo que ahora todo se puede mirar en internet o ayudándose de la inteligencia artificial. ¿Qué les responde?

R.- La clave de la memoria es que nos da conocimientos previos. En una ocasión, se hizo en Estados Unidos el experimento siguiente. Se les dio a un grupo de adolescentes un texto con unas pocas líneas que decía que los generales Lee y Grant están en una negociación. Los jóvenes indiferentes a las escuelas sólo fue capaz de deducir que se trataba de militares, porque el texto hablaba de «militares». En cambio, los alumnos aventajados sabían que el texto hacía relación a la guerra de Secesión, es decir, interpretaron algo que no estaba en las líneas que se les presentaron.

Si el primer grupo contase con un ordenador y buscase ‘Lee’, se encontraría con miles de personas que se llaman así. Si buscan ‘general Lee’, con al menos veinte generales Lee. En cambio, el segundo grupo sabe al instante de lo que se está hablando porque tienen conocimientos que les orientan y les hacen entender. El ordenador sirve para los que ya saben mucho, para recordar algún dato que no recuerdan de forma exacta. Esto es lo que va a pasar con la inteligencia artificial: los que ya saben serán aún más eficaces, mientras que los que no saben se quedarán donde están.

“Hay que volver a reivindicar la memoria porque pensamos con ella. Sin la memoria no podemos hacer trabajo intelectual”

P.- Cada vez son más las administraciones públicas que prohíben o limitan la tecnología en las aulas. ¿Cree que en unos pocos años la presencia de dispositivos en clase llegará a ser residual?

R.- Es posible. Hemos visto que los dispositivos son una gran tentación para los alumnos, algo que pesa más que el efecto positivo. Además, los riesgos no se dan sólo en el aula. Por ejemplo, los chicos miran el móvil en el recreo, en vez de correr, jugar o conversar entre ellos. Así que hay perjuicios físicos, psicológicos y sociales.

Por otra parte, cada vez tenemos más estudios que nos dicen que escribiendo a mano se aprende más que tomando apuntes en el ordenador o la tablet.

P.- Los recientes informes educativos PISA y PILS ponen de manifiesto un retroceso de la competencia lectora de los jóvenes. ¿A qué achaca esta caída y qué medidas deben tomarse para frenarla?

R.- Probablemente, la respuesta correcta es la más sencilla: hay que leer más. La comprensión lectora supone haber leído mucho, mucho, mucho. Esa acumulación de palabras, conexiones y relaciones forma un poso y un conocimiento que nos sirve cuando leemos algo nuevo. Aquí la solución no es un atajo, un método o un programa.

P.- Hace unas semanas, Oxford y Cambridge anunciaron que iban a plantearse suprimir los exámenes como método de evaluación. ¿Qué le parece?

R.- Es una equivocación. La ministra británica de Educación, a la que vi en Londres hace un par de semanas, es mucho más laborista que educadora y se equivoca. Creo que Gran Bretaña va mal en muchos sentidos y ahora se están empeñando en destruir una de las pocas cosas que funcionaba relativamente bien y que era un orgullo para su país como es la educación superior.

P.- ¿Cree que las universidades están excesivamente enfocadas al mundo laboral dejando de lado los conocimientos humanísticos?

R.- Sí y no. Lo que se debería reformar en primer lugar es la educación obligatoria y el Bachillerato. Esas edades son magníficas para poner las bases de la filosofía, la literatura o la historia. También deberían aprender a redactar bien, algo que no se hace ahora. Si se hiciera todo esto, no sería tan negativo que las universidades se enfocaran en lo profesional. En cambio, los profesores universitarios están desesperados porque los alumnos no saben redactar.

Por otro lado, aunque sea poco popular decirlo, creo que hoy en día las universidades deberían tener menos alumnos. No todos necesitan esa formación.

“El ataque al modelo educativo que separa a niños y niñas es puramente ideológico, no pedagógico”

P.- En España, el Gobierno ha rechazado de plano por ley al modelo educativo que separa a niños y niñas. ¿Cuál es su opinión sobre la educación diferenciada?

R.- Estoy a favor de la diferenciada como una opción válida. En promedio, los varones maduran año y medio más tarde que sus compañeras. Es por eso que muchas veces ocurre que un chico empieza a plantearse su futuro educativo y profesional cuando ya es demasiado tarde. Esto antes pasaba menos porque los profesores tenían más autoridad y los alumnos tenían un camino más marcado.

Una manera de salvar esas dificultades en separar a los chicos de las chicas, una práctica de la que no se han observado ningún efecto negativo (especialmente, en nuestra época, donde los ambientes de ocio son mixtos). En el examen estatal que se hace en Gran Bretaña a los 16 años, las escuelas que mejores resultados obtienen son de sólo chicos o sólo chicas. Así que, si el resultado es extraordinariamente bueno, es difícil defender que es un modelo negativo. El ataque a la diferenciada es más bien puramente ideológico, no pedagógico.

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