Liberan más de una veintena de demonios de Tasmania en Australia para evitar su extinción
Un grupo ecologista ha liberado a más de 25 demonios de Tasmania en Australia continental a través de un proyecto que busca reintroducir a este animal en una zona en la que habitó hace unos 3.000 años, hasta que desapareció por ser presa de los dingos —una especie invasora descendiente del lobo asiático—.
Por qué te lo contamos: el demonio de Tasmania se encuentra en peligro de extinción desde 2008. Los incendios que azotaron Australia el pasado año fueron devastadores para esta especie y otras como los canguros o los koalas, cobrando la vida de casi 800 millones de animales por culpa del fuego. Existen reservas naturales en Australia, como el Australian Reptile Park, cuya función es la de restaurar poblaciones seguras de ecosistemas animales.
Ahora, la ONG Aussie Ark pretende salvar a este marsupial, que en la actualidad habita en la isla australiana de Tasmania. «La liberación de estos demonios va a ser la primera de muchas. Estamos hablando de algo monumental, un verdadero hito en la historia: el retorno de los demonios al territorio continental», ha señalado el gerente de Aussie Ark y conservacionista Tim Faulkner.
El proyecto, en el que también participan las organizaciones Global Wildlife Conservation y Wild Ark, pretende restablecer el ecosistema australiano que fue alterado tras la llegada de los colonos británicos a finales del siglo XVIII y liberarlo de depredadores salvajes introducidos por estos, como zorros o dingos.
Los investigadores de Aussie Ark —que ya han criado a 400 ejemplares de demonios de Tasmania en cautividad— controlarán los movimientos de estos marsupiales con el fin de seguir los progresos que realizan en la adaptación a su nueva vida salvaje.
Las corporaciones implicadas pretenden enviar «actualizaciones regulares sobre su progreso» y contabilizarlos en «la temporada de reproducción de 2021» para saber si ha aumentado la especie.
Los demonios de Tasmania —de color negro y grandes colmillos— sufren un cáncer contagioso, que se propaga por transmisión directa a través de las mordeduras que se infligen los animales en la cara durante los procesos de alimentación y apareamiento. Este tumor aumenta de tamaño hasta causar deformaciones que le impiden comer y ha afectado al espécimen desde 1996, reduciéndolo hasta en un 90%.