La emisión de gases con efecto invernadero cayó en España un 13,8% el pasado año, una reducción récord desde que hay registros (1990) y que estuvo directamente vinculada a la caída de actividad debido a los efectos de la pandemia de coronavirus[contexto id=»460724″].
El porqué: más de dos terceras partes (68%) de esta bajada de las emisiones fueron consecuencia directa de la COVID-19, a lo que se sumaron factores «estructurales» como el cierre de varias plantas de carbón.
Así se desprende de los resultados de un estudio del Basque Centre for Climate Change y el Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (OTEA), presentada en el marco del Congreso de Desarrollo Sostenible organizado por las patronales de la industria alimentaria (FIAB) y del sector de gran consumo (Aecoc).
El documento calcula mes a mes estas emisiones y refleja cómo en abril y mayo se registraron los mayores descensos -coincidiendo con el confinamiento-, del 31% y del 22%, respectivamente.
«En su mayor parte, la caída se debió a la menor contaminación por el uso de carburantes en carretera y a la notable bajada en emisiones asociadas a la aviación, ya que el tráfico aéreo se redujo en un 80%», ha detallado el investigador Mikel González-Equino, quien ha precisado que los resultados avanzados hoy corresponden al cierre del 2020 y actualizan un avance que hicieron con datos hasta septiembre.
En el congreso –celebrado telemáticamente y que cumple su tercera edición– también ha intervenido el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, quien ha subrayado que la pandemia ha servido para «hacer más tangibles los riesgos que acechan a la humanidad», entre ellos la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
En este sentido, ha afirmado que la aportación desde Bruselas de fondos europeos para facilitar la recuperación hace posible destinar más recursos a proyectos ya ideados por España para cumplir con las metas comunitarias marcadas para 2030 en materia de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).