El cuero de hongos, la alternativa al cuero animal que es ya una realidad
Hemos visto textiles a partir de madera de abedul, lana obtenida de un coco y cuero de cactus pero, sin duda, los hongos son los grandes triunfadores de esta particular despensa
Después de la presentación de su colección para esta primavera/ verano durante la semana de la moda de París, Stella McCartney se refirió al cuero hecho de hongos como ‘el futuro de la moda’. La diseñadora británica volvió a ser pionera en materia de sostenibilidad al subir por primera vez a la pasarela un bolso fabricado enteramente en piel de hongo, un material creado por la startup con sede en California MycoWorks y con la que Stella lleva trabajando desde 2017. El Frayme Mylo se presentó como una versión en negro del bolso Frayme de la firma. «Los hongos se cultivan en laboratorios», explicó a la salida del desfile, «por lo que no utilizan agua y apenas electricidad». Y añadió que hace cuatro años la innovación no estaba lo suficientemente avanzada como para producir un bolso. «Ahora estamos en un punto en el que siento que puedo lanzarlo, sino no lo hubiese subido a la pasarela. Es el comienzo de algo nuevo».
Ante esto, todo apunta que el cuero tradicional, que se obtiene de los animales, y el sintético, fabricado con sustancias químicas derivadas de los combustibles fósiles, tienen los días contados. El cuero tradicional es un subproducto de la industria ganadera que está cada vez más cuestionado desde un punto de vista ético y medioambiental por la deforestación que causa el pastoreo, las emisiones de gases de efecto invernadero o el uso de sustancias peligrosas para el proceso de la piel en el proceso de curtido.
A su vez, el cuero sintético, fabricado a partir de polímeros de plástico como el cloruro de polivinilo (PVC) o el poliuretano (PU), también depende de las sustancias químicas derivadas de los combustibles fósiles. Es en este contexto donde entran en juego los materiales similares al cuero procedentes de los hongos que, en general, son neutros en cuanto al CO2 y biodegradables al final de su vida útil.
Las setas parecen, pues, indispensables para nuestro futuro y para el de muchas marcas de moda que ya ven en el micelio –los filamentos que forman la parte vegetativa de un hongo–, una realidad cada vez más próxima. Es el caso de Adidas que el pasado mes de abril lanzaba las Stan Smith Mylo, las primeras zapatillas fabricadas con este cuero sostenible que, además, destaca por su suavidad y flexibilidad. Pero también de Hermès quien daba un paso adelante la primavera pasada al anunciar una nueva versión de su icónico bolso Victoria, fabricado a partir de micelio en colaboración con MycoWorks.
Marcas cada vez más comprometidas
Sin lugar a dudas, la pandemia ha servido para acelerar un cambio de paradigma en una industria tildada hasta ahora de inamovible y considerada la segunda más contaminante del planeta –algo que no es de extrañar si nos fijamos en los niveles tan altos de continua producción textil–. La fundación Ellen MacArthur, creada el 2010 para acelerar el proceso de transición a la economía circular, detectó que solo la ciudad de Nueva York vierte 100.000 toneladas de ropa por año. Datos que se suman a los que en 2016 publicó Greenpeace en su informe Timeout for Fast Fashion y que señalaba que la producción de ropa se había doblado entre 2000 y 2014, haciendo que la cantidad de prendas supere los 100.000 millones en 2014.
Con el planeta agotado, economizar recursos se convierte en un imperativo y la biotecnología se perfila como una de las grandes alternativas de las marcas para mantenerse a flote. Ya hemos visto textiles a partir de madera de abedul, lana salida de un coco y cuero derivado de cactus pero, sin duda, los hongos son los triunfadores de esta particular despensa de la que algunas voces ya señalan como ‘la revolución material del siglo’. Lo cierto es que este material podría ser la alternativa definitiva a los 35 billones de metros cuadrados de cuero que genera la industria de la moda al año gracias, en parte, a la facilidad de su producción –rápida y en grandes cantidades gracias al elevado número existente de granjas de hongos– y a la rapidez de la misma –el micelio tarda menos de dos semanas en crecer–.
Frente al cuero convencional que contiene un 40% de química y un 60% de piel animal, el cuero basado en micelio requiere de muchas menos sustancias químicas al no involucrar la piel de un cadáver que precisa ser tratado para evitar su putrefacción. Eso sin contar que con este biomaterial se solventarían todos los problemas éticos que implican el sacrificio animal, lo que acaba de confirmar lo que hace mucho tiempo que algunos anunciaban: la moda ha de ir de la mano de la sostenibilidad e innovación si queremos un planeta mejor.