Descubre qué es una kokedama y cómo se cuida esta maceta
Su aspecto delicado convierte a esta planta en la decoración ideal para pequeños jardines interiores y exteriores
La jardinería es una de las formas más antiguas y satisfactorias de conectar con la naturaleza. Dentro de esta disciplina, existen métodos y técnicas que combinan la belleza estética con la armonía ambiental, y uno de los más llamativos es el arte de las kokedamas.
Estas plantas representan una forma de arte vivo que combina tradición, creatividad y una conexión especial con la naturaleza. Aunque su cuidado requiere dedicación y conocimiento, ya sea en un jardín o decorando una oficina, una kokedama bien cuidada puede transformar cualquier ambiente en un oasis natural.
¿Qué significa la palabra kokedama?
La palabra kokedama proviene del japonés y significa literalmente bola de musgo. Se trata de una técnica de jardinería que tiene sus raíces en el Japón tradicional y está profundamente influenciada por filosofías como el wabi-sabi, que celebra la belleza en la simplicidad y la imperfección. Las kokedamas consisten en una esfera de sustrato envuelta en musgo, que actúa como su contenedor natural.
En lugar de utilizar macetas convencionales, estas plantas crecen dentro de esta esfera, que puede colocarse sobre una superficie o colgarse para dar un efecto flotante. Su aspecto delicado y natural las convierte en un elemento decorativo ideal tanto para interiores como exteriores.
El proceso de creación de una kokedama consiste en una mezcla de tierra y arcilla que retiene la humedad, envuelta cuidadosamente en musgo y asegurada con hilo o cordel. Dentro de esta esfera, se planta una especie vegetal que puede variar según las condiciones del entorno.
Aunque cualquier planta puede adaptarse a este sistema, las más comunes suelen ser helechos, suculentas, pothos o incluso pequeños bonsái. La elección de la planta depende del espacio en el que se vaya a colocar y del tiempo que el propietario esté dispuesto a dedicar a su mantenimiento.
Cómo se cuida la planta kokedama
La base de un buen mantenimiento comienza por entender las necesidades de la planta que contiene la kokedama. Cada especie requiere unas condiciones particulares de luz, agua y humedad. Por ejemplo, si se trata de una planta que prefiere la sombra, como un helecho, la kokedama debería colocarse en un lugar con luz indirecta y evitar la exposición directa al sol.
El riego es otro aspecto clave en el cuidado de las kokedamas. A diferencia de las macetas tradicionales, donde el exceso de agua puede drenar fácilmente, el musgo y el sustrato de la kokedama tienden a retener la humedad, lo que puede ser tanto una ventaja como un riesgo. Para regarla correctamente, es recomendable sumergir toda la bola de musgo en un recipiente con agua durante unos minutos, para que absorba suficiente líquido.
Otro aspecto fundamental en el cuidado de las kokedamas es el control de la humedad, ya que al estar envueltas en musgo, estas estructuras tienden a secarse rápidamente en ambientes demasiado secos. Es por ello que se recomienda mantenerlas en un entorno con niveles moderados de humedad, especialmente si se encuentran en interiores con aire acondicionado o calefacción.
Fertilización, ubicación y fumigación
La fertilización también juega un papel importante en el desarrollo saludable de la planta dentro de la kokedama. Como el espacio de sustrato es limitado, los nutrientes se agotan con mayor rapidez que en las macetas convencionales. Por ello, es recomendable utilizar un fertilizante líquido diluido cada pocas semanas durante la temporada de crecimiento.
El musgo puede ser propenso a desarrollar hongos si se mantiene demasiado húmedo, mientras que las plantas pueden atraer insectos como pulgones o cochinillas. Una atención temprana a estos problemas puede evitar que se conviertan en un inconveniente mayor.
Colocar la kokedama en un espacio con buena ventilación pero protegido de corrientes de aire extremas ayuda a prevenir fluctuaciones drásticas en su microclima. Además, si se opta por colgarla, es importante asegurarse de que el soporte sea seguro y de revisar periódicamente las cuerdas o hilos que la sostienen.