Las autoridades turcas reprimen brutalmente las marchas del Orgullo Gay
Los enfrentamientos comenzaron pronto. Tras desplegar una bandera arcoíris y un emitir un mensaje en recuerdo de las víctimas del ataque de Orlando, la policía turca decidió emprender acciones contra los allí congregados, incluidos los periodistas. 300 antidisturbios estaban desplegados por el corazón turístico de Estambul para parar todo tipo de manifestación LGTB, que días atrás habían prohibido las autoridades amparándose en la seguridad de los manifestantes. Esos 300 agentes, en lugar de proteger dicha seguridad, se dedicaron a atacarles con el único propósito de dispersar a los activistas. Incluso, una vez dispersados, los agentes vaciaron bares y pisos ocupados por personas pro LGTB para evitar que se volvieran a reunir. Los activistas intentaron dialogar con la policía, que aceptó permitirles permanecer sólo en la calle Mis, una conocida zona de bares, pero bajo prohibición de cantar eslóganes LGTB o enseñar banderas arcoíris, condición que no cumplieron. Según los testigos, los uniformados dispararon con evidente saña un tipo de bala plástica que contiene un polvo que provoca tos y asfixia. Cuando los activistas huían de los agentes, se encontraron con otro frente: los ultranacionalistas turcos, que propiciaron palizas a los jóvenes activistas ante la presencia inmóvil de los agentes. En total, hubo trece detenidos, entre ellos un periodista, además de un número indeterminado de heridos leves.
Los activistas pro derechos LGTB turcos estaban avisados: quedaba prohibido todo desfile del Orgullo Gay en Estambul. Aún con esa advertencia, cientos de ellos se echaron a las calles para reivindicar sus derechos en la marcha del Orgullo Transgénero, recibiendo una respuesta dura y contundente por parte de las fuerzas de seguridad: los dispersaron con gases lacrimógenos y balas de goma, además de no protegerlos de las agresiones de los ultranacionalistas.
Los enfrentamientos comenzaron pronto. Tras desplegar una bandera arcoíris y un emitir un mensaje en recuerdo de las víctimas del ataque de Orlando, la policía turca decidió emprender acciones contra los allí congregados, incluidos los periodistas. 300 antidisturbios estaban desplegados por el corazón turístico de Estambul para parar todo tipo de manifestación LGTB, que días atrás habían prohibido las autoridades amparándose en la seguridad de los manifestantes. Esos 300 agentes, en lugar de proteger dicha seguridad, se dedicaron a atacarles con el único propósito de dispersar a los activistas. Incluso, una vez dispersados, los agentes vaciaron bares y pisos ocupados por personas pro LGTB para evitar que se volvieran a reunir.
Los activistas intentaron dialogar con la policía, que aceptó permitirles permanecer sólo en la calle Mis, una conocida zona de bares, pero bajo prohibición de cantar eslóganes LGTB o enseñar banderas arcoíris, condición que no cumplieron. Según los testigos, los uniformados dispararon con evidente saña un tipo de bala plástica que contiene un polvo que provoca tos y asfixia. Cuando los activistas huían de los agentes, se encontraron con otro frente: los ultranacionalistas turcos, que propiciaron palizas a los jóvenes activistas ante la presencia inmóvil de los agentes.
En total, hubo trece detenidos, entre ellos un periodista, además de un número indeterminado de heridos leves.