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La activista iraní Narges Mohammadi inicia una huelga de hambre en prisión

Mohammadi es madre de dos gemelos de 10 años de edad. Actualmente, los pequeños se encuentran viviendo en Francia con su padre. Pese a que la pena de cárcel a la que ha sido sometida le impide ver a sus hijos, Mohammadi ha exigido en varias ocasiones a las autoridades de la prisión poder hablar con ellos por teléfono, una petición que le ha sido denegada todas las veces que la ha realizado. Como señal de protesta ante las negaciones reiteradas de las autoridades, la activista ha iniciado a finales de este mes de junio una huelga de hambre, que en su caso puede provocarle severas secuelas físicas ya que sufre de diversas afecciones que le han deteriorado gravemente la salud. Su marido, Taghi Rahmani, ha denunciado que su mujer está muy enferma pero, pese al riesgo que supone dejar de ingerir alimentos por su salud, «considera que hablar con sus hijos es un derecho fundamental de todos los prisioneros».

La famosa activista iraní Narges Mohammadi, encarcelada en la prisión de Evin de Teherán por su labor como defensora de los Derechos Humanos, acaba de iniciar una huelga de hambre. Lo hace después de que las autoridades le hayan negado reiteradamente el contacto telefónico con sus hijos. Esta reputada activista pro Derechos Humanos fue condenada a 16 años de cárcel el pasado mes de mayo por sus actividades en defensa de los derechos de las minorías en Irán.

Mohammadi es madre de dos gemelos de 10 años de edad. Actualmente, los pequeños se encuentran viviendo en Francia con su padre. Pese a que la pena de cárcel a la que ha sido sometida le impide ver a sus hijos, Mohammadi ha exigido en varias ocasiones a las autoridades de la prisión poder hablar con ellos por teléfono, una petición que le ha sido denegada todas las veces que la ha realizado. Como señal de protesta ante las negaciones reiteradas de las autoridades, la activista ha iniciado a finales de este mes de junio una huelga de hambre, que en su caso puede provocarle severas secuelas físicas ya que sufre de diversas afecciones que le han deteriorado gravemente la salud. Su marido, Taghi Rahmani, ha denunciado que su mujer está muy enferma pero, pese al riesgo que supone dejar de ingerir alimentos por su salud, «considera que hablar con sus hijos es un derecho fundamental de todos los prisioneros».