Un grupo de científicos desmonta la leyenda del yeti
La genética lo ha desenmascarado: el yeti, el «abominable hombre de las nieves» que ha alimentado la leyenda durante décadas, es en realidad un oso de las altas montañas de Asia, según un estudio de varios científicos publicado este miércoles en el Royal Society journal Proceedings B.
La genética lo ha desenmascarado: el yeti, el «abominable hombre de las nieves» que ha alimentado la leyenda durante décadas, es en realidad un oso de las altas montañas de Asia, según un estudio de varios científicos publicado este miércoles en el Royal Society journal Proceedings B.
Para ser exactos, el temible ser corresponde a tres tipos de osos: el negro asiático, el pardo tibetano y el pardo del Himalaya, todos ellos habitantes del sistema de los Himalayas. «Nuestro hallazgo apunta a que los elementos biológicos que sustentan la leyenda del yeti corresponden a osos locales», ha indicado la profesora asociada de la universidad neoyorquina de Buffalo College of Arts and Science, Charlotte Lindqvist, que ha dirigido el estudio publicado en el Royal Society journal Proceedings B.
Aunque no es el primer estudio que vincula al yeti con los osos, el informe ha reunido por primera vez una gran cantidad de pruebas genéticas procedentes de huesos, dientes, piel, pelo y muestras fecales atribuidas a la legendaria criatura. Todos estos elementos, procedentes de colecciones privadas y de varios museos en el mundo, corresponden en realidad a 23 osos, pertenecientes a las tres subespecies mencionadas.
Más allá de acabar con el mito, la reconstrucción del genoma completo mitocondrial de cada ejemplar ha permitido revelar importantes factores sobre estos carnívoros y su evolución. «Los osos pardos que deambulan en las grandes altitudes del Altiplano Tibetano y los que se hallan en las montañas occidentales de los Himalayas pertenecen en realidad a dos poblaciones separadas», ha dicho a la agencia AFP Lindqvist. La profesora también ha indicado que ambas subespecies probablemente permanecieron aisladas entre ellas, pese a hallarse relativamente próximas.
El oso pardo del Himalaya, cuyo color de pelo rojizo es más suave que el del pardo tibetano, está considerado como en peligro «crítico» de extinción por la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
La fascinación de Occidente por la leyenda del yeti fue intensa durante el siglo XX, sobre todo en Estados Unidos y Gran Bretaña.
En 1921, el teniente coronel Charles Howard-Bury narró su expedición por el paso de Lhagba La, cerca del Monte Everest, en 1921. En su libro describió «huellas que parecen más bien las de un hombre descalzo». Aunque las atribuye a un gran lobo desplazándose a zancadas sobre la nieve, en sus guías aseguró que se trataba de un «metoh-kangi», es decir, «un hombre-oso de las nieves». Un informe en 1925 de un miembro de la Royal Geographical Society alimentó el misterio al asegurar haber visto una silueta parecida a la de un hombre cruzando un glaciar a una gran altitud.
Las reivindicaciones sobre su supuesta existencia se extendieron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y al menos dos expediciones más fueron organizadas en los años 1950 con el objetivo de encontrar al yeti.
«Aunque no hay ninguna prueba» de que haya criaturas cuya existencia es cuestionada, «es imposible descartar por completo que existan», ha dicho la profesora Lindqvist. «A la gente le encanta el misterio», ha añadido.