Un estudio liderado por el Hospital Vall d’Hebron ha detectado que solo el 3,5% de los menores han sido quienes han llevado la COVID-19 a su domicilio, contagiando así a familiares suyos, mientras que los adultos han sido los primeros transmisores del virus en el 60% de los casos.
Por qué te lo contamos: este estudio se publica unos días antes de la vuelta al cole, un regreso a las aulas que se está gestionando de forma diferente según la comunidad autónoma y que preocupa por los rebrotes de coronavirus. Sea cual sea el protocolo, parece que la capacidad transmisora de los niños es menor que la de los adultos.
Los resultados de este estudio han sido presentados este lunes en rueda de prensa por el jefe de la Unidad de Patología Infecciosa e Inmunodeficiencias de Pediatría del Vall d’Hebron, Pere Soler, y la pediatra de Atención Primaria del Alt Penedès-Garraf Anna Gatell, a quienes han acompañado la consellera de Salud, Alba Vergés, y el secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon.
El trabajo liderado por la Vall d’Hebron se ha llevado a cabo con 163 menores, si bien se ha centrado finalmente en 89 de ellos por cuestiones metodológicas, y se ha efectuado entre los meses de marzo y mayo, cuando se tomaron las medidas más estrictas del confinamiento.
De los 89 menores analizados se ha comprobado que solo tres –dos de ellos de 17 años– fueron quienes llevaron el virus a casa, donde todavía no circulaba.
El trabajo, si bien es retrospectivo y «tiene limitaciones», determina así que la transmisión del virus de niños a adultos «es baja», un dato a tener en cuenta ahora que en pocos días comienza el curso escolar.
Otra de las conclusiones es que «los niños de este país han tenido en su inmensa mayoría cuadros leves con una muy buena evolución clínica«, según ha dicho Soler.
El doctor de la Vall d’Hebron ha advertido, sin embargo, de que los menores presentan «manifestaciones clínicas más inespecíficas que el adulto» en relación con este virus, de forma que los pediatras pueden tener más dificultades para detectarlo.
Sobre la población estudiada, el 21% de los menores no mostraba síntomas, el 60% sí tenía una fiebre superior a los 37,5 grados centígrados, otro 49% tenía tos, el 14% erupciones cutáneas y el 13,5% pérdida de olfato o gusto.
Entre los menores ingresados, la edad media se situó en los 12 años, aunque quienes han debido ser ingresados en mayor porcentaje son los menores de 3, si bien Soler ha precisado que puede existir un «sesgo» debido a que, por precaución, se suele tener más cuidado con estos niños tan pequeños.
Asimismo, los grupos de menores considerados «de riesgo» por la COVID-19 son a juicio de estos investigadores quienes tienen cardiopatías congénitas graves o pneumopatías graves.
Los mismos investigadores, además de este estudio retrospectivo, están realizando otro prospectivo, que comenzó el 1 de junio y terminó el 26 de agosto, en el que se analiza la transmisión comunitaria a partir de 383 pacientes que han dado positivo en la prueba PCR.
Sobre este primer trabajo retrospectivo, los investigadores advierten de que «al tratarse de tan pocos casos no se ha podido establecer una gradación de la transmisión según la edad» cuando los menores son los primeros transmisores en casa.
Sí señalan, por contra, que «casi seis de cada diez convivientes han sido diagnosticados de COVID-19», aunque añaden que «la mayoría han presentado formas leves que no han requerido hospitalización.
Vergés ha dicho que, a la luz de estos resultados, la consellería se reafirma en el hecho de que las escuelas, si tuviera que darse el caso, serían las últimas en cerrar.