¿Sería capaz un estudiante español superar la selectividad china?
Los estudios universitarios tienen una trascendencia vital. En China el acceso a la universidad supone una oportunidad para que una familia pueda salir de la pobreza. La dificultad de las pruebas explica que menos de las mitad de sus jóvenes cuente con plazas en centros superiores. Por lo tanto, llegar a la universidad se convierte en una cuestión de honor. Los accesos a los centros en los que se practican las pruebas están repletos de gente con pancartas que lanzan vítores y gritos de ánimo para los estudiantes que se enfrentan a estos exámenes tan exigentes. La importancia es evidente dado el despliegue de las autoridades para crear el mejor entorno posible a los estudiantes. Además de movilizar al Ejército, en Pekín se desvían hasta 16 rutas para que los autobuses no pasen por los institutos y se reduzcan los atascos, y se habilita un servicio especial de tren entre el campo y la ciudad para que los chicos puedan llegar pronto a los exámenes. Son tales los nervios que llegan a pasar familia y estudiantes, que algunos padres reservan habitaciones en los hoteles próximos a los lugares de las pruebas para que sus hijos no tengan que madrugar tanto y lleguen más descansados. Y una prueba que implica tanto honor no puede ser manchada. Por eso se sancionará con cárcel a aquellos que copien o hagan trampas. El código penal lo considera un crimen y se castiga con hasta siete años de prisión.
La semana pasada comenzaba la que se supone que es la última selectividad de España. Al igual que hoy miles de estudiantes españoles están de los nervios enfrentándose a las pruebas de acceso a la universidad, en China 10 millones de estudiantes se someten también a su particular selectividad. Se llama ‘gaokao’ y todo el país se moviliza durante los exámenes. Hasta se modifica el tráfico para que los estudiantes tengan el mejor entorno posible.
Los estudios universitarios tienen una trascendencia vital. En China el acceso a la universidad supone una oportunidad para que una familia pueda salir de la pobreza. La dificultad de las pruebas explica que menos de las mitad de sus jóvenes cuente con plazas en centros superiores. Por lo tanto, llegar a la universidad se convierte en una cuestión de honor. Los accesos a los centros en los que se practican las pruebas están repletos de gente con pancartas que lanzan vítores y gritos de ánimo para los estudiantes que se enfrentan a estos exámenes tan exigentes. La importancia es evidente dado el despliegue de las autoridades para crear el mejor entorno posible a los estudiantes. Además de movilizar al Ejército, en Pekín se desvían hasta 16 rutas para que los autobuses no pasen por los institutos y se reduzcan los atascos, y se habilita un servicio especial de tren entre el campo y la ciudad para que los chicos puedan llegar pronto a los exámenes. Son tales los nervios que llegan a pasar familia y estudiantes, que algunos padres reservan habitaciones en los hoteles próximos a los lugares de las pruebas para que sus hijos no tengan que madrugar tanto y lleguen más descansados.
Y una prueba que implica tanto honor no puede ser manchada. Por eso se sancionará con cárcel a aquellos que copien o hagan trampas. El código penal lo considera un crimen y se castiga con hasta siete años de prisión.