Estrasburgo condena que una empresa lea los mensajes privados de sus empleados
La Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dado la razón este martes a un trabajador rumano que denunció a su empleador por espiar sus mensajes privados en su cuenta profesional de correo electrónico. De esta manera, el tribunal ha rectificado la decisión del año pasado, que daba la razón al Estado rumano y a la empresa.
La Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dado la razón este martes a un trabajador rumano que denunció a su empleador por espiar sus mensajes privados en su cuenta profesional de correo electrónico. De esta manera, el tribunal ha rectificado la decisión del año pasado, que daba la razón al Estado rumano y a la empresa.
Con 11 votos a favor y seis en contra, el tribunal ha decidido que la empresa ha violado el artículo 8 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que garantiza el derecho a que se respete la vida privada y la familiar, el hogar y la correspondencia. Los jueces han concluido que las autoridades rumanas “no han protegido correctamente” el derecho a la intimidad del demandante.
Rumanía deberá pagar a Bogdan Mihai Barbulescu, el demandante, 1.365 por los gastos del proceso, pues la corte considera que la sentencia de violación del artículo 8 “ya es una reparación suficiente para todo daño moral”.
Esta sentencia afirma que los tribunales no comprobaron si la empresa había advertido a Barbulescu de la posibilidad de que sus comunicaciones fueran controladas. Además, explica que las autoridades no justificaron esta vigilancia y que los tribunales no estudiaron si se podían haber utilizado “medidas menos intrusivas” para mantener la privacidad del demandante.
Grand Chamber judgment Barbulescu v. Romania – monitoring of an employee’s electronic communications https://t.co/Z5nKH7OIPW#ECHR
— ECHR Press (@ECHR_Press) 5 de septiembre de 2017
El tribunal ha decidido que la empresa no mantuvo un balance equilibrado entre sus necesidades y el derecho de su empleado a la privacidad y el respeto a su vida privada.
Barbulescu trabajó entre 2004 y 2007 en una empresa privada como ingeniero de ventas. Sus superiores le pidieron abrir una cuenta de Yahoo Messenger para llevar a cabo tareas relacionadas con su trabajo. En julio de 2007, fue informado de que sus mensajes entre los días 5 y 13 de julio de ese año habían sido vigiladas y que habían encontrado pruebas de que “había utilizado internet con fines personales”.
Por esta razón, el día 1 de agosto la empresa despidió a Barbulescu por infringir las normas de la empresa, que prohíben el uso de internet con fines personales.
Los tribunales rumanos fallaron a favor de la empresa tras la primera denuncia de Barbulescu al considerar que había sido debidamente informado de las reglas de la empresa. El demandante decidió llevar su caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, donde la mayoría de los jueces le han dado la razón.