Una fuga radiactiva afectó a casi toda Europa en 2017 y Rusia fue la responsable
Un estudio apunta que la planta rusa de reprocesamiento nuclear Mayak, en los Urales del sur, causó la liberación más grave de material radiactivo desde Fukushima
Fue la liberación más grave de material radiactivo desde Fukushima en 2011, pero el público apenas lo notó. En septiembre de 2017, una «misteriosa» nube radiactiva se movió por toda Europa, parte de Asia y la Península Arábiga. Nadie sabía su origen, hasta ahora.
Un amplio estudio científico en el que han participado 69 expertos de diversos países, y que publica la Universidad Técnica de Viena, apunta que la planta rusa de reprocesamiento nuclear Mayak, en los Urales del sur, debió ser el origen de este escape radiactivo, a pesar de que Moscú sigue negándolo.
Los resultados del estudio, dirigido por Georg Steinhauser, de la Universidad Leibniz de Hannover (Alemania), y Olivier Masson, del Instituto de Radioprotección y Seguridad Nuclear (IRSN) francés, establecen que la descarga radiactiva se produjo entre el 25 y el 26 de septiembre de 2017 y que no fue un accidente de reactor, sino un accidente en una planta de reprocesamiento.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos analizaron más de 1.300 lecturas de toda Europa y otras regiones del mundo y detectaron una gran concentración en el aire del radioisótopo rutenio-106 (Ru-106, una sustancia artificial) en grandes partes de Europa Central y Oriental, Asia, la Península Arábiga e incluso el Caribe. Esto se logró a través de una red informal e internacional de casi todas las estaciones de medición europeas. Participaron un total de 176 estaciones de medición de 29 países.
«Las lecturas indican la probable liberación más grande de radiactividad de una planta de reprocesamiento civil», explica Steinhauser. En muchos países europeos, se midió una nube de rutenio-106 en otoño de 2017, alcanzando un máximo de 176 milibecquerels por metro cúbico de aire. Los valores fueron hasta 100 veces más altos que las concentraciones totales medidas después de Fukushima en Europa. La vida media del isótopo radiactivo es de 374 días.
No obstante, a pesar de la fuga y su inusual extensión, la concentración de rutenio-106 no ha alcanzado niveles que sean perjudiciales para la salud (al menos en Europa).
Ya en noviembre de 2017, el IRSN había apuntado a una zona rusa, entre los ríos Volga y Ural, como el lugar de origen del Ru-106 detectado en las semanas previas en Europa. Pero Moscú, si bien admitió que había registrado concentraciones de ese isótopo inusualmente altas, negó que en Mayak se hubiera producido un accidente que explicara el fenómeno. Las autoridades rusas especularon con que la nube pudo haber sido producto de la desintegración de un satélite, algo que los autores del estudio rechazan categóricamente.
«Los rusos no lo han aceptado aún, pero en base a las pruebas científicas estamos muy seguros de que fue un accidente en Mayak, y por otro lado, no hay ninguna alternativa», ha asegurado a la agencia Efe. «No es que queremos denunciar a Rusia, sino que queremos aprender, porque cuando ocurre un accidente, queremos saber qué se puede hacer mejor la próxima vez. La comunidad (científica) tiene interés de sacar lecciones de los accidentes».
La planta de reprocesamiento rusa ya había sido escenario de la segunda mayor descarga nuclear de la historia en septiembre de 1957, después de Chernobyl y antes de Fukushima. En ese momento, un tanque de desechos líquidos de la producción de plutonio había explotado, causando una contaminación masiva del área.