Un tiburón de 1,80 metros de largo, que brilla en la oscuridad y habita las profundidades de las aguas de Nueva Zelanda es el «vertebrado luminoso más grande del mundo que se conoce hasta la fecha», según un estudio científico publicado este miércoles.
Lo más importante: la investigación confirma por primera vez que el tiburón carocho (Dalatias licha), así como otras dos especies (Etmopterus lucifer y Etmopterus granulosus) que habitan las profundidades de las aguas neozelandesas son capaces de producir una luz visible a través de reacciones bioquímicas.
Ejemplares de estas tres especies fueron capturados en enero de 2020 durante una expedición del Instituto de Investigación del Agua y la Atmósfera (NIWA, siglas en inglés) de Nueva Zelanda sobre las aguas que cubren el suelo oceánico Chatham Rise, un vasta área que se extiende a lo largo de 1.000 kilómetros al este del país oceánico.
Jérôme Mallefet, autor principal del estudio publicado en la revista científica Fronteras de las Ciencias Marinas y quien confirmó por primera vez la existencia de tiburones bioluminiscentes en Nueva Zelanda, explicó que los ejemplares capturados producen una luz azul-verdosa que brilla y se oscurece lentamente. «Brillan en la oscuridad, no producen destellos», explicó el científico belga.
Los tiburones, al igual que otras criaturas bioluminescentes, producen luz para cazar a sus presas, para reproducirse o cuando están en grupo, así como para camuflarse en ambientes con luz con el fin de protegerse de sus depredadores. Mallefer calcula que 57 de las 540 especies conocidas de tiburones pueden producir una luz bioluminiscente, la mayoría de ellas de tamaño pequeño que habitan la llamada «zona crepuscular» del mar, a más de 200 metros de profundidad.
«La existencia de organismos luminosos en esta zona (donde fueron halladas las tres especies de tiburones) hace cada vez más obvio que el producir luz en la profundidad tiene un importante papel en la estructuración del enorme ecosistema de nuestro planeta», según este primer estudio experimental.
La investigación de Mallefet -junto a su colega Laurent Duchatelet, de la Universidad Católica de Lovaina, y Darren Stevens, del NIWA- podría ayudar a entender más a los animales de las profundidades marinas.