Así funciona la tecnología que salvó al piloto estrellado en Zaragoza a bordo de un F-18
Descubrimos todos los entresijos de los asientos eyectables como el que evitó una desgracia en el accidente de este sábado
El capitán del Ejército del Aire Daniel Pérez Carmona puede celebrar dos cumpleaños cada doce meses. Uno es el del día que su madre le trajo al mundo; el otro es el 20 de mayo. Será en lo sucesivo el aniversario de la ocasión en que la muerte vino a visitarle, y se zafó de ella a 1.200 kilómetros por hora.
Eran justo las 12:10 horas del pasado sábado cuando el aviador adscrito al Ala 15 de la Base Aérea de Zaragoza entrenaba con su McDonnell Douglas F-18. En esa mañana preparaba una exhibición programada para el próximo 10 de junio en el aeródromo de Garrapinillos. Allí es donde se encuentra el aeropuerto maño, de uso mixto civil-militar, y que alberga la pista más larga de toda Europa, con una longitud de casi cuatro kilómetros. Tras una maniobra, el militar perdió el control del aparato, y acabó estrellado contra el suelo.
Un instante previo a la enorme explosión que generó el impacto, una leve mancha oscura con forma de media esfera pudo verse sobre el aeródromo. Era el paracaídas que sustentaba en el aire a Pérez Carmona. Antes había pasado algo: había disparado el asiento eyector de su caza de combate. Con más de 1.000 horas de vuelo y 15 años largos de experiencia, su formación y conocimiento le salvaron la vida. Aún se desconocen las causas del accidente. Lo que sí se sabe es que la aeronave quedó hecha fosfatina, y el piloto se recupera en el hospital Miguel Servet de heridas en la cadera y una pierna, aunque no revisten gravedad. El Martin-Baker Mk14, el asiento eyectable de su aeronave, funcionó a la perfección.
Reactor dentro de un reactor
En la resolución de la escena hubo dos actores principales: el protagonista, que accionó el sistema de eyección apenas dos segundos antes de que su aparato se convirtiera en una enorme bola de fuego, y su asiento. El McDonnell Douglas EF-18 Hornet del Ejército del Aire que pilotaba venía equipado cuando se adquirió con el asiento eyector de la firma Martin-Baker. La compañía británica construye este elemento periférico desde los años 60, y a día de hoy equipa a noventa y tres fuerzas aéreas de todo el mundo, con unas 17.000 unidades instaladas. Cada uno de sus asientos cuesta entre 100.000 y 200.000 euros, y su coste depende del modelo, número de unidades construidas —de este se han hecho unas 2.200— y de los programas de mantenimiento, y mejoras posteriores a su instalación.
El asiento de eyección es, en esencia, un cohete dentro de un reactor. Cuando el tripulante entiende que ha perdido el control de la aeronave, que es irrecuperable y el riesgo de accidente grave está cerca, tira de unas anillas negras y amarillas, y el sistema le saca del avión. Una vez accionada la orden, el mecanismo computerizado dispara una cadena de comandos que hace estallar la cubierta de la carlinga y evita que el piloto se estrelle contra ella, quede atrapado, o la atraviese provocándole daños.
El piloto ha de estar colocado en muy buena posición, con la cabeza pegada al respaldo y la columna vertebral recta. Las fuerzas que recibe son de tal magnitud, que es frecuente que haya lesiones de cierta seriedad. Es moneda común, que muchos de los que se hayan eyectado en alguna ocasión, no vuelvan a volar debido a ello. Martin-Baker afirma que a partir de 21G, los huesos se deshacen ‘como si fueran de tiza’. Es lógico: sus asientos salen disparados a unos 1.200 km/h, y su pasajero soporta una fuerza de 20G; justo el peldaño antes de que el dispositivo diseñado para salvarles la vida acabe con ellos.
7.694
Martin-Baker muestra con orgullo una cifra mutante en su página web. Es el número de pilotos que pudieron contarlo gracias a sus asientos eyectables. La cifra es revisada cada vez que les llega una comunicación acerca de un incidente exitoso. Daniel Pérez Carmona será el eyectado número 7.694. Gracias a su velocidad de reacción y su asiento Mk14, podrá contarlo, por eso el próximo 20 de mayo de 2024 celebrará su segundo cumpleaños con un pequeño regalo.
El creador de la compañía, James Martin, creó un club muy exclusivo: el Ejection Tie Club. El primer piloto aceptado en él fue un militar de la RAF que salió disparado de su avión en 1957 sobre lo que entonces era Rodhesia —actual Zimbabwe—. Desde entonces, el club cuenta con más de seis mil miembros registrados. Todos ellos reciben una corbata distintiva para llevar con ropa civil; un broche en caso de que sean mujeres. Este pequeño detalle va a acompañado de un certificado, una tarjeta de socio, y un parche.
Todos los recuerdos del Tie Club muestran una señal de advertencia en forma de triángulo rojo, el símbolo internacional de peligro reconocido para un asiento eyectable. Mal que les pese, es una forma de fidelizar a la clientela de sus productos, probablemente la clientela más fiel y satisfecha del mundo.