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Seis retos para acelerar los efectos positivos de la IA en la educación

La accesibilidad, el análisis de datos y y el uso ético son algunos de los ejes sobre los que debe girar la aplicación de la IA en las aulas.

Seis retos para acelerar los efectos positivos de la IA en la educación

Para Bill Gates, la IA será tan buena profesora como cualquier humano | Unsplash

Lo ha dicho recientemente Bill Gates: la inteligencia artificial será «tan buena profesora como cualquier humano en el futuro». Frente a esta visión tan optimista, muchos dibujan un panorama casi apocalíptico cuando se habla de la IA en la educación. Es bastante común que nos preguntemos sobre sus efectos en el sector educativo y en el aprendizaje de los niños. Algunos creen que las aulas tradicionales tenderán a desaparecer y que el rol de los profesores quedará desdibujado. También se especula con que la brecha digital, en lugar de acortarse, será aún más amplia. Pero el uso de la tecnología de forma controlada puede tener efectos positivos si se afrontan seis retos estratégicos.

Todos los sectores de actividad se han estremecido tras la irrupción de ChatGPT, el chatbot basado en inteligencia artificial de la empresa OpenAI. Aunque aún es pronto para delinear con total certeza cómo transformará nuestras vidas. En mayor o menor grado, casi todas las profesiones adoptarán la automatización. Y el sector de la educación, con los profesores a la cabeza, no será la excepción.

Más allá de que ChatGPT pueda elaborar respuestas en lenguaje natural, como si se tratase de una inteligencia humana con un alto grado de acierto (aunque también comete errores) y de que pueda ser aprovechada para copiar trabajos, la IA en la educación puede acelerar y mejorar el aprendizaje de los niños.

Para que los alumnos experimenten los efectos positivos de la IA en la educación, es necesario superar una serie de retos | Unsplash

Para que estos beneficios se concreten, será necesario superar una serie de desafíos. Los efectos de la inteligencia artificial en las aulas podrían romper con los estereotipos y convertirse en un apoyo eficaz para los educadores. Y lo más importante, también para los alumnos.

La IA en la educación: la accesibilidad 

Según un informe de la plataforma Preply, las clases online han supuesto un antes y un después en el acceso a la enseñanza de idiomas. Gracias a la videollamada y a las plataformas de aprendizaje ya no existen barreras geográficas y es posible recibir clases privadas y en grupo con un tutor de cualquier país del mundo. 

La IA puede reforzar las tutorías individualizadas, haciendo que el aprendizaje sea más eficaz. Por otro lado, la accesibilidad para personas con discapacidad puede mejorar gracias a la inteligencia artificial, por ejemplo, con tecnologías capaces de transcribir en tiempo real las lecciones.

Sin embargo, la brecha digital sigue siendo un problema importante en muchos países. En la realidad, esto significa que algunos estudiantes no tienen acceso a dispositivos o a una conexión segura a Internet.   

La adaptación curricular

El ratio de profesores por alumno y las dificultades para adaptar el currículo a las necesidades, habilidades e intereses de cada estudiante es uno de los grandes retos de los docentes en la actualidad. Precisamente, una de las ventajas de la inteligencia artificial es la de proporcionar experiencias de aprendizaje personalizadas e individualizadas

Es un hecho que no todos los alumnos aprenden a la misma velocidad o con los mismos métodos. Los algoritmos inteligentes pueden crear itinerarios de aprendizaje personalizados para cada estudiante, de acuerdo con sus fortalezas y debilidades. Esto no sólo hace que el proceso de aprendizaje sea más estimulante y motivador para ellos, sino que también les permite avanzar a su propio ritmo.

Mantener la atención de los estudiantes 

Vivimos en un mundo plagados de distracciones y estímulos externos debido a la omnipresencia de tecnologías como los teléfonos inteligentes. Para los profesores, es esencial comprender el estado anímico de sus estudiantes e identificar qué les distrae y qué les llama la atención. De este modo, se aseguran de que el comportamiento en el aula, tanto virtual como presencial, sea el adecuado.

En este contexto, existe una tecnología capaz de analizar las emociones a través de vídeos. Se basa en técnicas de reconocimiento facial y análisis de expresiones de la cara. Los algoritmos inteligentes pueden identificar y etiquetar diferentes emociones, como la felicidad, la tristeza, el enfado, el miedo y la sorpresa, examinando los movimientos y la posición de los músculos faciales durante la videollamada. 

Estos datos se convierten en recomendaciones que pueden ayudar al profesorado a mejorar su desempeño y el comportamiento en el aula, especialmente en las virtuales, donde no hay interacción directa en el mismo espacio.

Eficiencia basada en el análisis de datos

La aplicación de la IA en la educación permite recopilar y analizar grandes cantidades de datos sobre el rendimiento de los estudiantes y de los profesores. De este modo, se pueden identificar patrones y tendencias y sugerir cambios. 

La tecnología inteligente también puede proporcionar recomendaciones personalizadas a los estudiantes. Por ejemplo, si un estudiante está teniendo dificultades con un tema en particular, los algoritmos pueden recomendarle recursos adicionales, como lecturas, o actividades prácticas que le ayuden a integrar esos conocimientos.

Sin embargo, tiene sus límites, y los algoritmos no están diseñados para una tarea recurrente de todo maestro, como es la de puntuar exámenes. Es decir, el clásico bolígrafo rojo para corregir ejercicios y pruebas no se va a jubilar. Los modelos actuales de inteligencia artificial no son deterministas, es decir, no siempre producen los mismos resultados para una misma cuestión.

«Hay estudios que afirman que si le pides a una IA que ponga nota a dos ensayos prácticamente idénticos, a uno le pone un 7 sobre 10 y a otro le pone un 5 sobre 10. Es un problema técnico y no estamos seguros de que vaya a resolverse en un futuro próximo», señala Dmytro Voloshyn, CTO de Preply.

Barreras lingüísticas y culturales

Una de las aplicaciones de los algoritmos es la traducción automática, que facilita el acceso de los estudiantes a materiales educativos en su idioma nativo, rompiendo barreras lingüísticas y culturales.

Además, esta tecnología puede ser de gran ayuda en la comunicación entre estudiantes y tutores al utilizar técnicas de reconocimiento de voz y texto que permiten una comunicación más fluida. El por entonces futurista traductor universal que recordarán los fans de la serie Star Trek podría quedarse atrás frente a los actuales sistemas de traducción simultánea mediante voz

Uso ético de la IA en la educación

Otro de los retos tiene que ver precisamente con uno de los temores más extendidos sobre los efectos de la IA: la recopilación de datos personales y académicos del estudiante. La ciberseguridad y el cumplimiento de la regulación vigente para evitar que la información se comparta con terceros sin consentimiento será fundamental.

Se espera que en los próximos años la IA se convierta en una herramienta común que transformará la forma en que aprendemos y enseñamos. Casi con toda probabilidad, el trabajo de los profesores cambiará. Por una parte, dedicarán menos tiempo a las labores rutinarias, manuales o repetitivas. Y por otra, podrán centrarse en diseñar dinámicas de aprendizaje más creativas y a establecer relaciones más cercanas con los alumnos.

Frente a los que auguran que el desarrollo de la IA en la educación convertirá a los ordenadores en mejores docentes que los profesores, es probable que la combinación entre las cualidades humanas y la eficiencia tecnológica ayude a los alumnos a alcanzar todo su potencial. Que se lo digan a Bill Gates.

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