Aplicaciones de geolocalización para niños y adolescentes: cómo usarlas adecuadamente
Alertar a los menores sobre la seguridad digital y las amenazas en la red es un aspecto crucial
La seguridad de los seres queridos, especialmente durante su niñez, es una de nuestras principales preocupaciones. La tecnología ha demostrado ser un recurso valioso para abordar estas preocupaciones y brindar una mayor tranquilidad a padres o allegados encargados de su tutela.
En los últimos años han surgido diferentes aplicaciones de geolocalización que permiten conocer la ubicación de niños y adolescentes a nuestro cargo e incluso realizar un seguimiento en tiempo real, lo que puede resultar particularmente útil en situaciones de emergencia.
¿Son todo beneficios? ¿Cuál es la contrapartida de estar siempre vigilado o controlado por un adulto? ¿Qué papel puede tener su uso en el proceso de formación de un individuo?
La confianza: un pilar de la relación filial
La posibilidad de geolocalizar a un menor en todo momento puede ser esencial en situaciones de emergencia, y el uso de estas aplicaciones puede promover una comunicación intergeneracional abierta, fomentando la seguridad e incluso el establecimiento de límites y responsabilidades.
Pero la confianza es un pilar fundamental en la relación entre progenitores y descendientes. Conocer de forma constante la ubicación de nuestros hijos e hijas a través de una aplicación de geolocalización puede socavar esta confianza e incluso la autonomía de un adolescente, que puede pensar que sus padres no se fían de él y lo controlan.
También puede suponer una violación de la intimidad o privacidad de los menores.
Educar, no estigmatizar
En lugar de demonizar las citadas aplicaciones, es posible enfocarse en la educación y un uso responsable de estas herramientas. En el contexto de la seguridad de la juventud y niñez, estas aplicaciones pueden traer consigo una ayuda no desdeñable, pero resulta fundamental comprender cómo utilizarlas de manera ética. Para ello, debemos cuidar:
- La comunicación. Antes de instalar una de estas aplicaciones es crucial mantener una conversación abierta con los menores, explicándoles para qué se utilizará y estableciendo unos límites.
- El consentimiento. Resulta fundamental negociar con el menor su consentimiento para ser geolocalizado; esto fomentará la confianza y la responsabilidad.
- La privacidad. Respetar la privacidad es esencial; utilizar la aplicación sólo cuando sea necesario, es decir, si hay indicios de riesgo potencial o peligro.
- La educación. Alertar a los menores sobre la seguridad digital y las amenazas en la red es un aspecto crucial. La geolocalización es una herramienta más en su arsenal de seguridad en cuanto a las nuevas formas de relacionarse que ofrece la sociedad conectada.
El difícil equilibrio entre privacidad y seguridad
En un mundo donde la información personal se ha convertido en un activo valioso, surge la pregunta de si el seguimiento constante a través de estas aplicaciones es una invasión de la privacidad de nuestros hijos e hijas.
La era digital ha redefinido la privacidad en formas que no habríamos imaginado hace unas décadas. La información personal se comparte en línea a diario y las personas deben ser cada vez más conscientes de su huella digital desde la niñez.
La geolocalización puede ampliar este debate ético al dar lugar a preguntas sobre el control y la propiedad de la información de ubicación: ¿de quién son los datos de mi ubicación? ¿Pueden usarlo libremente terceras partes? ¿Sabemos lo que aceptamos cuando instalamos una aplicación? ¿Nos leemos la letra pequeña?
Antes de instalar
Es importante que tomemos conciencia de nuestra responsabilidad como usuarios informados a la hora de instalar una aplicación de geolocalización y consentir el tratamiento de nuestros datos.
Por una parte, debemos analizar en qué país y cómo se almacenarán los datos y qué repercusión tiene el lugar de almacenamiento sobre la privacidad, el acceso y la transferencia de datos para diversos fines. Por otra parte, es importante conocer en detalle la capacidad del sistema operativo de nuestro terminal para ajustar y, en su caso, bloquear el acceso de las aplicaciones a los datos de geolocalización.
Cuando se pulsa «aceptar todo» estamos cediendo todos nuestros datos, cayendo en el riesgo de ataques externos a las empresas que los almacenan. Es nuestra responsabilidad saber qué ocurre con nuestros datos (y los de nuestros allegados) y cómo podemos bloquear las aplicaciones de nuestros móviles llegado el caso.
Siempre con consentimiento
En la búsqueda de un equilibrio entre la protección de los hijos y el respeto por su privacidad, los adultos tenemos la misión de enseñar los riesgos y las recompensas de la tecnología, y las maneras de proteger la privacidad en línea. Y para ello nada mejor que empezar con nosotros mismos: las aplicaciones de geolocalización violan la intimidad de los menores, por lo que es necesario contar con el consentimiento del menor.
En este último aspecto hay discrepancias, puesto que el propio móvil puede considerarse propiedad material de los padres y el Código Civil en España establece, por ejemplo, que se pueden administrar los bienes de un menor.
Aún así, la legislación especifica que un menor tiene «derecho al honor, la intimidad personal y familiar y la propia imagen» (Art. 1 de la Ley Orgánica 1/1982) y que «la patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad» (Art. 154 del Código Civil).
Las aplicaciones de geolocalización deben de cumplir, por descontado, con una regulación exigente en este terreno. Los desarrolladores de aplicaciones y las empresas que las ofrecen deben asumir la responsabilidad de proteger la privacidad de los usuarios, y garantizar el respeto de las leyes de privacidad existentes acerca de los datos de ubicación.
Sin culpar a la tecnología, ni criticar el deseo legítimo de los progenitores de proteger a los menores, se debe buscar un consenso entre ambos que promueva la utilización de estas herramientas de manera ética y responsable.