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EEUU teme quedarse sin submarinos porque no encuentra personal para construirlos

Soldadores, instaladores de tuberías, o electricistas se han vuelto trabajadores de interés estratégico

EEUU teme quedarse sin submarinos porque no encuentra personal para construirlos

Submarino del ejército estadounidense. | Europa Press

Es un extraño baile. En la isla de Cuba han coincidido, nada casualmente, submarinos rusos y estadounidenses. El Kazan de Moscú ha atracado en el puerto de La Habana, y el USS Helena lo ha hecho en el otro extremo de la isla, en la base norteamericana de Guantánamo. No hay pruebas, pero tampoco dudas de que ambos albergan armamento nuclear en sus santabárbaras.

El problema, al menos y de forma declarada por parte de los americanos, es que se están quedando sin operarios que les construya los suyos. Esta industria necesitará más de 100.000 trabajadores especializados para sus proyectos de la próxima década. El Pentágono ha echado cuentas, ha mirado a sus proveedores, y ha detectado una alarmante falta de personal en las factorías llamadas a construir sus navíos más sensibles.

La mitad de su arma nuclear

De las 3.708 cabezas nucleares que declaran tener activas y dispuestas para su lanzamiento inmediato, 1.920 viajan en submarinos. De la tríada nuclear, misiles intercontinentales, bombarderos y submarinos, la mitad de su capacidad depende de estos últimos; quedarse sin ellos supondría un fuerte descalabro en sus planteamientos, tácticas y capacidades.

La US Navy quiere ampliar su producción de submarinos y se ha encontrado con que no hay personal disponible que sea capaz de construir lo que ya ha financiado. Dinero tienen, conocimiento también; lo que no tienen es la suficiente mano de obra especializada. En este monumental cuello de botella, se quedan atascados al menos dos submarinos de la clase Virginia y uno de la clase Columbia por construirse cada año. Incluso hay quien cree que son pocos, y desean ampliar al menos en un Virginia más la producción, pero ven cómo los plazos se están dilatando más de lo deseable sin mucho margen de maniobra.

En abril, el vicealmirante James Downey declaró alarmado que las dificultades para contratar a los trabajadores en el astillero de Fincantieri en Wisconsin estaban contribuyendo a retrasos de tres años; estamos hablando de un programa valorado en 22.000 millones de dólares. Por ello, reforzar las plantillas es clave para el plan a treinta años que maneja la Armada. En este periodo quieren construir 387 submarinos y buques.

El quebradero de cabeza observa varios puntos de vista. Los sueldos son buenos, pero no todos los trabajos son cómodos; hay algunos que son tediosos, repetitivos, o más exigentes. La industria relacionada está perdiendo masa laboral desde hace años, lenta, pero de forma continua. Muchas profesiones muy especializadas están empezando casi a desaparecer al jubilarse o retirarse la mano de obra que la atiende. Pero hay más.

La pandemia lo dinamitó todo, y este tejido laboral se ha enfrentado a algo tan sencillo como la inflación. Esto, y la subida del salario mínimo, ha reducido la diferencia salarial entre los trabajadores principiantes de la construcción naval y los que podrían ganar trabajando en otras actividades. Esto conduce a dificultades en conseguir que los trabajadores elijan una carrera en la industria militar. No solo es complicado contratarles, sino también retenerles. El dinamismo del mercado laboral estadounidense hace el resto.

En marzo, el Secretario de Marina, Carlos del Toro, hizo una visita a los astilleros japoneses y surcoreanos. Volvió alarmado y emitió duras palabras contra los de Estados Unidos. Los americanos prometen un buen sueldo, pero si alguien lo hace mal, se le despide y ya está. Ese es el eje del pacto laboral en un mercado donde el despido es libre y gratuito. En Asia es justo lo contrario. Les buscan viviendas asequibles en el entorno o directamente las construyen, tienen mucha protección social, ventajas laborales, más tiempo libre y una flexibilidad de la que carecen los americanos.

La solución, o al menos una

BuildSubmarines.com es la cara pública de una jugada innovadora de varias organizaciones para atraer a trabajadores a una parte crucial de la industria de defensa. Se trata de BlueForge Alliance, una organización sin ánimo de lucro fundada en noviembre de 2022, con un contrato con la Armada y el mandato de crear una nueva generación de constructores navales. Tras esta web, que es su cara visible, se promociona los empleos relacionados.

No solo toca lo relacionado con la búsqueda de empleo, sino con la formación, o ponen en contacto a trabajadores con sus contratantes a nivel nacional. Bajo el lema «Construimos gigantes», patrocinan coches de carreras, como el del piloto de la Nascar Brad Keselowski, copropietario de la escudería RFK Racing en la categoría más popular de América. También aparecen en reality shows de televisión, los partidos de la WNBA —la NBA femenina— y en las retransmisiones de las ligas mayores de béisbol.

Su plan va dirigido a captar graduados de educación secundaria, tropas que abandonan el servicio, trabajadores del comercio en busca de algo nuevo, y otros solicitantes de empleo. Tienen especial interés en echar mano de personal con conocimientos y experiencia en soldadura, mecanizado, electricidad, fabricación aditiva o ingeniería. Si no tuvieran esos conocimientos, les formarían.

Formación, formación, formación

Uno de estos programas es la iniciativa llamada Formación Acelerada en Fabricación para la Defensa, que lleva a cabo desde hace dos años una agencia del gobierno del estado de Virginia. Ofrece a los trabajadores formación gratuita y les extiende un certificado en fabricación aditiva, mecanizado CNC, ensayos no destructivos, inspección de control de calidad o soldadura. Durante 16 semanas acuden a clase y desde 2021 se han graduado medio millar de estudiantes. Son pocos, muy pocos.

La US Navy ya sabía que sus marinos son sumamente importantes, pero ahora son conscientes de que no lo son menos aquellos que edifican la maquinaria de guerra que utilizan. La industria relacionada pierde más personal de lo que sería deseable año tras año, y de esta manera, soldadores, instaladores de tuberías, o electricistas, se han vuelto vitales para mantener viva la flota de su Armada.

Necesidad vital

Los trabajadores constructivos de su armazón bélico, de una forma bastante similar a la que protagonizaron en la Segunda Guerra Mundial, se están volviendo personal estratégico porque el horizonte a punta a que les va a costar cada vez más trabajo dar con gente preparada.

De no encontrar una solución, La caza del octubre rojo, El canto del lobo, Hunter Killer, Abajo el periscopio, Marea roja, U-571, u Operación Pacífico pasarán a ser un recuerdo, historia visual de lo que no se puede ver más que con otro submarino. O esto cambia, o ni 20.000 leguas, ni ninguna.

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