La artillería del Ejército de Tierra se equipa con algo que no tenía: munición merodeadora
El Gobierno ha aprobado la compra de dos tipos de drones y unos son los llamados «drones suicidas»
Hacían falta. Esta ha sido la petición desde hace tiempo de los mandos del ejército, y el Gobierno ha respondido. La experiencia en el campo de batalla ucraniano ha cambiado las reglas del combate conocido, y una de las armas clave en el conflicto son los drones de pequeño tamaño, de los que el ejército ya tenía algunos. Pero sobre todo, algo que no tiene: los llamados drones suicidas.
La compra se va a ejecutar en dos fases, aprobadas en las dos últimas semanas por Moncloa. En dos contratos distintos, pero relacionados con el producto a adquirir, se han iniciado para dotar a las Fuerzas Armadas de este tipo de tecnología, inexistente en su arsenal en uno de los casos, y testimonial en el otro.
Dos familias de drones
La última adjudicación gubernamental ha sido la relacionada con los drones más pequeños del programa, los denominados de Clase I Micro, y que se corresponden con unas características muy concretas.
Sin designar una marca ni modelo exacto, en el pliego se expone que, en el momento del despegue, han de levantar del suelo un peso máximo de 2,5 kilos, su autonomía en el aire ha de ser de al menos media hora, y su arquitectura debe estar basada en una configuración multirotor, con cuatro hélices, abiertos a que sean desplegables. La factura será de 18 millones de euros, aunque podrá ampliarse a 39 en un futuro y cuando se amplíe o haga extensivo el programa a otros cuerpos del ejército.
Las tareas básicas de estos sistemas no tripulados abarcan funciones no letales. En esencia, reconocimiento, captura de información, protección de fuerzas desplegadas, de instalaciones, puestos de mando y adquisición de blancos. Para ello contarán con cámaras giroestabilizadas con capacidad de visión infrarroja y transmisión de datos en vivo. Otras opciones reflejadas en el concurso son la de equipar altavoces, focos, cables de enganche para pequeñas cargas, o equipos de detección NBQR.
En total serán 114 equipos, y cada uno deberá disponer de al menos cuatro UAV. Esto apunta a 456 aparatos, aunque se valoraría positivamente una oferta con mayor número de aeronaves por paquete. El Ejército de Tierra ya dispone de varios UAV Clase I Micro de ala rotatoria que casarían con las características requeridas, como son los Huggin X1. Están en manos del Regimiento de Ingenieros y el Parque y Centro de Mantenimiento de Helicópteros.
La otra compra prevista, paralela a esta, también gira en torno a drones de pequeño tamaño, transportables por los soldados a pie, pero que cumplen una función muy distinta. Son los de Clase I de ala fija, y sí conlleva la inclusión de cargas letales. Es la llamada «munición merodeadora» o drones suicidas.
El contrato del Ejército estipula la adquisición de estos 91 sistemas. Cada paquete de lanzamiento y control deberá llevar, a modo de proyectil, entre dos y tres drones. El peso de cada aeronave deberá rondar los 15 kg con carga útil, visión giroestabilizada con sensor dual EO/IR, iluminador láser y tres baterías. Su radio de alcance ha de estar entre 15 y 30 kms, ser modular, y permitir su montaje y desmontaje sin herramientas especializadas.
El sistema deberá poder estar en pleno funcionamiento en menos de dos minutos con su unidad desplegada, y en cinco si está en configuración de transporte. El UAV deberá funcionar sin restricciones con vientos de hasta 20 nudos y en un rango de temperaturas entre –12 y 50 grados. La velocidad tendrá que alcanzar, al menos, los 20 metros por segundo, lo que equivale a 72 km/h, y su techo de vuelo será de al menos 4.000 metros.
Si cada equipo consta de tres, la cifra total de aparatos asciende a 273 unidades. El precio máximo estipulado de cada conjunto será de 498.165 euros, así que cada disparo saldrá por algo más de 150.000 euros; una cuantía estimada, porque las estaciones de control y accesorios deberían poder ser utilizables cuando se repongan los UAV disparados. El total de esta factura se va a los 45,3 millones de euros a cambio de esos entre 182 y 273 aparatos.
Un antes y después para la artillería
Se sobreentiende que todos, o al menos los correspondientes a las compras iniciales, serán recibidos por los cuerpos de artillería como complemento, con mayor precisión y flexibilidad que los tradicionales obuses. Todos ellos, más los del contrato correspondiente a los UAV de ala rotatoria, se unirían al cada día más poblado parque de drones del Ejército de Tierra.
La flota de sistemas aéreos no tripulados ya incluye el Alpha A900 de Alpha Unmanned Systems, el Raven norteamericano, el Mantis de Indra, el Seeker de GMV y Aurea Avionics, el Tucán de Sener o el M5D Airfox de Marine Instruments. Pero faltaba una derivada de todos ellos: la llamada munición merodeadora. Con este contrato, se atiende una opción que cada día resulta más necesaria. La invasión de Ucrania ha enseñado al mundo dolorosas lecciones, y esta es una de ellas.