Por qué la voz de Darth Vader nunca morirá
La IA generativa también transforma la industria del cine, preservando el legado de actores como James Earl Jones
Hace una semana se anunció la muerte de James Earl Jones, actor de doblaje que dio vida a Darth Vader en La Guerra de las Galaxias. El cuerpo en la trilogía original lo aportó otro profesional, David Prowse, circunstancia que tal vez mantuvo a Jones en un anonimato compatible con su extraordinaria colección de reconocimientos. Pocos pueden igualar una hoja de servicios que incluye diversos premios Grammy, Oscar y Tony (estos últimos centrados en el teatro).
Jones simboliza una forma de hacer cine en desuso. Aunque los intérpretes y cineastas son todavía, con frecuencia, el reclamo de cualquier producción, la miel que atrae a la abeja a las salas de cine y el streaming en exclusiva se elabora a partir de los efectos especiales y las inmensas posibilidades que herramientas como la inteligencia artificial brindan.
Dicho de otra forma, la magia del individuo queda sepultada por la magia de la máquina. Jones era tan consciente de ello que decidió legar sus archivos de voz a Respeecher, una startup ucraniana que recreó su timbre y su tonalidad, sus modulaciones y altibajos, en la serie de Disney+ Obi-Wan Kenobi.
Esta solución consistente en embalsamar un legado sónico para eternizarlo en futuras entregas cinematográficas pintará mejor para los románticos que para los primerizos. Difícilmente las nuevas generaciones se identificarán con la terna seminal de Star Wars, cuya pirotecnia, comparada con la potencia computacional actual, es pura calderilla. Pero aquí no está en juego la nostalgia, sino el futuro de la industria del entretenimiento, ligado inevitablemente a la IA generativa.
No son pocas las compañías dispuestas a explorar esta veta. Una de ellas es Microsoft, que ya incluye a través de Azure un clonador de voces. Otro nombre habitual made in USA, Artlist, se anuncia a bombo y platillo en YouTube. En su vídeo de promoción puede verse cómo un mismo hombre se transforma en cuestión de segundos en diferentes personajes, cambiando simultáneamente de aspecto físico y de voz.
Múltiples posibilidades
Se aludía a la industria del entretenimiento. En efecto, los avances algorítmicos son aplicables en Hollywood, pero también en los videojuegos o la fotografía, en la narración en off de un documental o en la ejecución de un anuncio de coches donde, por ejemplo, una marca rompedora como Tesla quisiera rescatar la familiar cadencia del mismísimo James Earl Jones.
En relación con los videojuegos despunta una startup española, Voicemod, ubicada en Valencia e invertida por K Fund, la gestora fundada en 2016 por Iñaki Arrola y Carina Szpilka. En febrero de 2023, la empresa cerró una ronda de 14,5 millones de euros y anunció la adquisición de Voctro Labs, una spin-off del grupo de Tecnología Musical de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona). La operación perseguía precisamente potenciar la herramienta de IA.
Siguientes pasos
El caso de Freepik, la scaleup malagueña de recursos de imágenes, sirve de referencia para anticipar la evolución del sector. Omar Pera, responsable de Freepik Lab, explicaba en estas páginas cómo poco a poco la compañía incorpora a su portafolio aplicaciones que amplían sobremanera el campo de acción del negocio. No se trata ya de permitir que un diseñador trabaje más rápido gracias a un banco de recursos (fotos, iconos, logos), sino de abrir ese melón a cualquier perfil creativo en cualquier disciplina. El motor de IA de Freepik permite actualmente retocar imágenes, dotarlas de mayor resolución, dibujar un boceto y transformarlo en una obra acabada. Asimismo, permite, a partir de una foto previa, una interpretación diferente de esa misma imagen.
Estas empresas de software acabarán siendo startups-orquesta. Tocarán todos los palos, todos los formatos, e integrarán en un solo servicio el fotograma, la música, la voz de la pieza y el grafismo que acompaña a la producción.