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El país más militarizado no es Israel sino Singapur y tiene un producto español único

Su Ministerio de Defensa estuvo barajando la opción de Boeing pero no dispone de un sistema tan avanzado

El país más militarizado no es Israel sino Singapur y tiene un producto español único

Airbus MRTT de las fuerzas aéreas de Singapur.

Cuesta mucho trabajo adelantar a Fernando Alonso. Su Aston Martin no corre como le gustaría, pero sí que le permite defenderse ante el ataque de otros pilotos, por eso muchos de sus seguidores le llaman «El ministro de defensa». En el Gran Premio de Singapur ejerció de tal en pista, sin saber que ya estaba corriendo en el país mejor defendido del planeta.

Esta ciudad-estado, que ocupa una isla de 719 kilómetros cuadrados, es tres veces más pequeño que Tenerife, pero con una salvedad: tiene mucha más población. Los chicharreros no llegan al millón de habitantes, mientras que en Singapur conviven cerca de seis. Madrid capital es casi igual de grande, y cuenta con una población equiparable.

Una de sus obsesiones es que los ataquen, o peor aún, que los invadan. Rodeados de países mucho más grandes, como China, Malasia e Indonesia, su ejército no es muy grande, pero sí el más avanzado de Asia. A pesar de mantener buenas relaciones comerciales con sus vecinos de Beijing, su armamento suele tener origen en la industria estadounidense; no solo compran aeronaves o misiles, sino influencia.

Una de las señales de dicha relación es el uso militar de puertos singapurense por fuerzas norteamericanas. Es el primer suelo amigo que se encuentran nada más cruzar el estrecho de Malacca, un eje clave en el comercio entre extremo oriente y los clientes que tienen los productores asiáticos a su oeste.

En 2022 su presupuesto militar fue de 10.4 mil millones de euros; el de España fue de 12.8 tras varias ampliaciones. La diferencia clave estriba en que aquí nos acercamos a los cincuenta millones de habitantes, ocho veces más. El de Singapur es uno de los presupuestos militares per cápita más altos del planeta. La consecuencia directa es que tienen más soldados, tanques, barcos y aviones que ningún otro país por metro cuadrado.

A pesar de su escasa geografía, tienen cuatro aeródromos militares. En uno de ellos, los pilotos han de maniobrar apenas un minuto después del despegue, so pena de invadir el espacio aéreo de Malasia. Las relaciones no son malas, pero siempre ha habido fricciones. Durante años, toda el agua provenía del vecino malayo. Cuando las cosas se complicaban en el plano diplomático, casualmente una excavadora rompía de forma accidental los conductos de suministro del líquido elemento. En Singapur decidieron fabricarse su propia agua, y para evitar situaciones como aquellas, crearon gigantescas depuradoras y desalinizadoras.

Sus Fuerzas Armadas son atendidas por dos años de servicio militar obligatorio para todos los hombres, y su equipamiento es excelente. Poseen ocho submarinos, más que las marinas de Indonesia y Malasia juntas; ciento setenta tanques, más que el ejército británico; y dos de sus principales autovías pueden reconvertirse en pistas de aterrizaje con relativa facilidad.

La seguridad nacional es una obsesión, por eso, desde 1997 todos los edificios de nueva planta han de ser construidos con al menos una habitación que sirva como refugio en caso de conflicto. Sus túneles del metro están preparados para esta misma función, y casi toda su infraestructura está diseñada para un uso defensivo si fuera necesario.

Temen que en la próxima década se desate un conflicto armado entre EE. UU. y China con Taiwan como excusa, y es la razón que han incrementado su presupuesto desde febrero. Esa preocupación se refleja en la televisión, de una manera bastante exótica. Su Ministerio de Defensa conecta con sus reservistas a través de los canales públicos a base de insertar códigos incrustados en pantalla.

Mensajes codificados en la tele

Pues estar viendo una película del oeste, un capítulo de Juego de Tronos, o un informativo, y ver aparecer —en caracteres latinos y asiáticos— extrañas palabras sin sentido, de aparente aspecto publicitario. Puede ser «tiburón», «marejada», «lluvia fuerte» o «camioneta». Para el profano no significarán nada, pero sus destinatarios se activarán de inmediato; los reservistas pueden ser llamados a filas en cualquier momento. Es el único país de Asia en disponer de los muy deseados Lockheed Martin F-35, de los que han van a tener una flota de veinte unidades. Y aquí entra España.

Las Fuerzas Aéreas de Singapur disponen de un Airbus MRTT construido en Getafe, al sur de Madrid. En realidad, la aeronave es un aparato civil militarizado, que se transforma en un proceso que dura unos nueve meses, y se reconvierte entre otras cosas en un tanquero, una suerte de gasolinera voladora capaz de repostar a su flota de cazas.

Airbus MRTT de las fuerzas aéreas de Singapur

Diversos ejércitos del mundo usan las sesenta aeronaves que hay construidas en esta configuración, pero la de Singapur tiene un elemento único, que dentro de poco podrá estar disponible en el Ejército del Aire español: su pértiga automatizada. Allí la han probado antes que nadie, y la han hecho funcionar por primera vez de noche, a oscuras.

Solución tecnológica Made in Getafe

Una de las condicionantes obvias de un caza de combate es su tiempo en el aire, determinado por el tamaño de sus depósitos de combustible. Esto limita su periodo de vuelo y alcance, y para paliar esta cuita se crearon las cisternas voladoras. Hay dos sistemas de traslación de combustible: las cestas y las pértigas, cada una con sus pegas y ventajas.

Pero la novedosa pértiga que se diseña y monta en Getafe, tras el proceso de fabricación en Tablada, Sevilla, permite algo hasta hoy inédito. Consiste en que no es necesario un operador apuntando hacia la boquilla de recarga, sino que esto se hace de forma robotizada. En pocas palabras, la manguera busca el boquerel, y el llenado se hace de forma autónoma.

Imagen de la pértiga diseñada en Getafe

Sin rival en el mercado

El Ministerio de Defensa de Singapur estuvo barajando la otra opción, procedente de Boeing, que no dispone de un sistema tan avanzado; todo es manual, y es un operario el que maneja la pértiga con un joystick. El índice de errores es superior, lo que conlleva, en esencia, maniobras más lentas con mayor pérdida de tiempo en el aire.

En la Fórmula 1 ya no hay repostajes en mitad de una carrera, es por eso que los 28 kilómetros que separan los extremos norte y sur de Singapur podrían ser recorridos por el asturiano en menos de cinco minutos. Si su Aston Martin tuviera un accidente —Dios no lo quiera—, debido a sus sistemas de seguridad y test de choque superados, con toda seguridad se bajaría sacudiéndose el polvo de su mono ignífugo. Al volver a boxes, tendría la mejor escolta del planeta; jamás va a estar mejor defendido que en Singapur, ni dentro, ni fuera de su bólido.

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