China fabrica su primer dron convertiplano para diez pasajeros y que puede tener uso militar
Guarda un indudable paralelismo con el Osprey V-22, el novedoso V280 Valor de Bell y el Leonardo AW609 italiano
Es una de las aeronaves más complejas, sorprendentes y revolucionarias que se construyen. Pero los convertiplanos, helicópteros que se transforman en aviones en pleno vuelo, no están al alcance de todos. A día de hoy, solo EEUU y Japón los operan, aunque hay un tercer país que acaba de construir el suyo: China.
Dadas sus prestaciones y características, es un aparato de enorme utilidad para equipos de operaciones especiales y despliegue de comandos. Iguala —cuando no supera— las capacidades de carga de helicópteros convencionales, su radio operativo es mucho mayor, y vuela mucho más rápido.
Cuando el Bell-Boeing V-22 Osprey despega, sus dos rotores —dos hélices— apuntan al cielo desde los extremos de las alas de avión de que dispone. Levanta sin aparente esfuerzo quince toneladas, a las que puede añadir hasta nueve más de carga, o transportar a dos docenas de soldados. Una vez flotando en el éter, las góndolas que sustentan las hélices giran 90 grados en un proceso que dura doce segundos, se apuntan hacia delante y el aparato se transforma en un avión. A partir de ahí puede volar a velocidades de hasta 460 km/h, que casi duplica las habituales de los helicópteros militares.
El americano Osprey V-22 tiene un oscuro historial de accidentes mortales, aunque muchos de sus problemas parecen haberse solucionado. Según sus responsables, la media de incidentes es muy inferior a helicópteros equivalentes por horas de vuelo.
Ha sido ofrecido a España en más de una ocasión, y sus alrededor de 65 millones de euros por unidad debieron parecer demasiados al Ministerio de Defensa. Hasta el ejército israelí, que solo compra lo mejor y no suele reparar en gastos, pensó que era un dispendio excesivo a pesar de las ventajas tácticas que le proporcionaba el concepto. El único cliente extranjero del Osprey es las Fuerzas de Autodefensa de Japón, que opera cuatro unidades.
China ostenta una larga tradición de copiar ideas ajenas y ponerlas en práctica. Si ha ocurrido con los teléfonos móviles, coches o ropa de marca, lo de que su industria militar hiciera lo propio era cuestión de tiempo. Sus cazas de combate son clones orientales del F-16 o F-35 en formas y —pretendidas— prestaciones. El dron MQ-9 también tiene su copia. Los helicópteros Z-10 y Z-20 del Ejército Popular de Liberación casi podrían ser confundidos a simple vista con los Apache y Black Hawk americanos si no fuera por serigrafías, escudos e insignias. Ahora le ha tocado al rutilante convertiplano.
Desde esta semana China puede manejar el Lanying R6000, salido de la cadena de montaje en la factoría de United Aircraft en Shenzhen. A pesar de tener nombre occidental, esta compañía es de capitalidad estatal rusa, y tiene fuertes lazos industriales con China, India e Italia. Bajo su manto se construyen los aviones MIG, Ilyushin, Sukhoi y Tupolev; también los COMAC con un desarrollo a medias con los chinos. La actividad con los italianos de Leonardo se encuentra algo parada ante la congelación a la que se sometió a los fondos rusos desde la invasión de Ucrania.
El aparato chino da una vuelta de tuerca al concepto y añade la posibilidad de ser un aparato de vuelo autónomo, o al menos no tripulado o exento de pilotos. United Aircraft dijo a los reporteros en el Singapore Airshow que estaba preparando la aeronave para trabajos civiles como transporte de carga o pasajeros, y con un esquema de colores comercial con los que se mostró se podía asociar a actividades civiles. Sin embargo, hay quien sospecha otra cosa.
Si se visita la web del constructor, se muestra con colores de las Fuerzas Aéreas chinas, lo que hace pensar que al menos su uso podría ser dual, algo bastante frecuente en muchos diseños chinos. Su desarrollador se ha asegurado contratos militares con anterioridad y afirma que está diseñado para carga y transporte, pero no especifica qué tipo de transporte. Que desde 2014 venda al gobierno chino drones de tamaño medio debería disparar las suspicacias.
Un dron de pasajeros y carga pesada
El Lanying R6000 pesa unas seis toneladas y media, puede llevar a diez pasajeros, posee una autonomía de 4.000 kilómetros, un techo de vuelo de 7.600 metros y puede alcanzar una velocidad de hasta 550 km/h según recoge el medio local Wuhu News. Su aspecto guarda un indudable paralelismo con el Osprey V-22, el novedoso V280 Valor de Bell que empezará a desplazar al Black Hawk antes de acabar la década, y al Leonardo AW609 italiano que se encuentra en periodo de pruebas.
La arquitectura del aparato incluye un ala recta montada en la parte superior, como en los aviones de hélice, y dos colas verticales. En teoría, mejoran la aerodinámica en vuelo horizontal y la estabilidad durante las transiciones en vuelo vertical, de forma muy similar en que lo hace el bien conocido aparato estadounidense en el que se inspira.
El proyecto se basa en el éxito anterior de United Aircraft con helicópteros no tripulados desarrollados para misiones de extinción de incendios y respuesta a emergencias. Los modelos previos, como el TD550 de 600 kilos de peso y el TD220 algo más pequeño pero similares funciones, han permitido a la empresa adquirir experiencia en sistemas autónomos para diversas aplicaciones.
Se despejan las dudas
La compañía afirma que su presidente, Tian Gangyin, «ha liderado a su equipo por el camino de la integración militar-civil para fortalecer las fuerzas armadas con tecnología y servir a la nación a través de la aviación». Se refiere a una estrategia nacional dictada desde Beijing para convocar a empresas tecnológicas civiles de ciencia y tecnología para el desarrollo militar.
El plan gubernamental no es otro que fomentar que las empresas privadas trabajen con las fuerzas armadas y compartan investigaciones. Resulta obvio que este aparato será al menos probado por las fuerzas militares chinas y su construcción y posterior desarrollo irá en esa dirección.
China ha estado promoviendo un importante impulso a la investigación y el desarrollo de la aviación de baja altitud. Esta industria, según cálculos de Beijing, mueve hoy 64.000 millones de euros a nivel doméstico, pero serán más de 250.000 en 2030. Se espera que el aparato haga su debut en el Zhuhai Air Show 2024, que se llevará a cabo del 12 al 17 de noviembre.