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La industria automovilística vuelve a los botones físicos tras un empacho de pantallas táctiles

El botón mecánico es una forma de destecnologizar nuestra vida cotidiana, una demanda que parece crecer cada día

La industria automovilística vuelve a los botones físicos tras un empacho de pantallas táctiles

La enorme pantalla táctil que preside el habitáculo de los vehículos Tesla. | Paco Freire (Zuma Press)

Están reculando, vuelven a lo antiguo. Los fabricantes de coches están rehaciendo el camino sobre sus pasos para recuperar una tecnología que se creyó superada. Pulsadores, ruedas, selectores mecánicos, palancas, interruptores y perillas desaparecieron de los salpicaderos desplazados por las pantallas táctiles; ahora, los botones físicos están de retorno.

A los coches les ha sucedido algo similar a lo que ocurrió con Luke Skywalker en Star Wars. La segunda trilogía se filmó primero, y toda la tecnología para pilotar el Halcón Milenario era avanzada para su época. Sin embargo, en La Amenaza Fantasma, que transcurre antes, las naves ya contaban con gráficos en color y pantallas táctiles de alta definición. Lo primero era, en cierto sentido, más avanzado que su evolución.

De forma parecida, una de las mayores innovaciones en el manejo de los coches —las pantallas táctiles— está siendo reconsiderada a favor de la eficiencia de los botones tradicionales. Esta tendencia, llamada «rebotonización», no solo afecta a los coches, sino también a otros dispositivos cotidianos.

Uno de los impulsores de lo táctil ha sido, sin duda, el iPhone. Las pantallas táctiles existían antes de la llegada del dispositivo de Apple, pero su uso masivo revolucionó la tecnología al aplicarse en la telefonía móvil, y otros fabricantes siguieron el mismo camino.

Sin embargo, el mismo aparato que popularizó lo táctil parece marcar un paso atrás. En su último modelo —el iPhone 16— la botonería física está regresando a los costados, después de años sin más botones que los de encendido y volumen. Este dispositivo de Cupertino cuenta ahora con más botones físicos que nunca.

Pero los teléfonos no están solos en este regreso a lo físico. Electrodomésticos como estufas, hornos y lavadoras están recuperando los controles físicos después de una breve época de experimentación táctil. El botón digital —no mecánico— se extendió a ascensores, redes sociales, bancos, gasolineras y compras online, relegando al pulsador tradicional.

En Minority Report (2002), las interfaces táctiles, gestuales y de voz estaban llamadas a desplazar los controles físicos. Muchos coches modernos admiten órdenes verbales y los BMW de gama alta incluso incluyen sensores que permiten controlar funciones como el volumen o la emisora de la radio mediante gestos en el aire, al estilo de los magos en sus actuaciones.

Los fabricantes de coches descubrieron que eliminar los botones tradicionales abarataba la producción, simplificaba el diseño y lo hacía más minimalista y atractivo. Además, reducía el stock y los posibles problemas mecánicos. Sin embargo, las pantallas táctiles también generan otros problemas.

Cuando un coche se sacude en los baches, tocar una pantalla táctil puede llevar a órdenes incorrectas en un vehículo en marcha. Además, a menudo es necesario apartar la vista de la carretera para encontrar una opción oculta en un menú complejo, con varios submenús y accesos complicados.

Mecanismos absurdos

Muchos conductores se sienten frustrados al notar que una simple función ahora requiere más tiempo y esfuerzo. Un ejemplo es la guantera del Volvo EX30, que carece de botón o tirador y solo puede abrirse desde el menú de la pantalla central. ¿Qué sucedería si el coche se queda sin batería y necesitas acceder a su interior?

Un caso ajeno a la automoción, pero ilustrativo del exceso de funciones táctiles, tuvo un desenlace trágico en 2017. En agosto de ese año, el destructor USS John S. McCain de la Armada de Estados Unidos sufrió un accidente que resultó en la muerte de diez marineros. El buque colisionó contra un petrolero cerca del estrecho de Malacca mientras se dirigía a Singapur.

La investigación del NTSB (National Transportation Safety Board) reveló que las pantallas táctiles instaladas en el buque jugaron un papel crucial en el accidente. Los oficiales al mando no se sentían cómodos con los sistemas de control táctiles del navío. Al cambiar al modo manual para maniobrar, se desactivaron algunas salvaguardas y el barco quedó bajo el control de varias pantallas simultáneamente, generando confusión en una situación de alta presión.

La investigación criticó el diseño de las pantallas y la configuración confusa del sistema. Como resultado, la Armada de Estados Unidos decidió abandonar las pantallas táctiles en sus buques de guerra. Este caso mostró que, a pesar de la digitalización, los controles físicos pueden ser más eficaces y seguros en ciertas aplicaciones críticas.

EuroNCAP también quiere botones

Algo similar ha debido de observar la entidad europea Euro NCAP, responsable de las pruebas de seguridad en vehículos. A partir de 2026, los coches necesitarán más botones y menos pantallas para alcanzar las cinco estrellas de seguridad en Europa, la máxima calificación.

Las pruebas de Euro NCAP son voluntarias, pero cuentan con amplio respaldo de la Unión Europea y de fabricantes como Tesla, Volvo, VW y BMW, que usan estas puntuaciones para certificar la seguridad de sus vehículos ante los consumidores. Contar con las cinco estrellas es un poderoso argumento de ventas; no alcanzar una calificación adecuada puede llevar al rechazo del público.

Paso atrás

Con la llegada de esta tecnología, surgió una fiebre por las pantallas táctiles, convirtiendo casi todo en una pantalla. Sin embargo, con el tiempo, los usuarios se han cansado. Esto no significa que las pantallas táctiles no sean útiles, pero parece haber un renovado interés por los botones físicos, que no siempre requieren ser mirados y ofrecen mejor retroalimentación.

Pasamos horas frente a pantallas, desplazándonos y hojeando constantemente páginas, textos y vídeos, lo que contribuye a la fatiga visual. El botón físico se percibe como una forma de destecnologizar nuestra vida cotidiana, una demanda que parece crecer cada día.

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