Así es el helicóptero del ejército que rescata coches en Valencia donde no llegan las grúas
El lema de las FAMET es «Sicut in coelo et in terra / así en el cielo como en la tierra». Pocas veces fue tan acertado
Hay grúas más altas, más potentes y mejores, pero ninguna vuela. Por esa razón, al tener alas, los CH-47F del Ejército de Tierra están prestando una valiosísima ayuda en las tareas de rescate de elementos pesados que la DANA arrastró en Valencia. Los Chinook del Ministerio de Defensa llegan a para ayudar a donde no llega nadie más.
El ejército, que siempre cumplió las órdenes que le dieron, tardó en llegar más de lo deseado a Valencia; sin embargo, cuando apareció, todo cambió. A ojos de muchos, sus efectivos son insuficientes, pero el ritmo, la contundencia y la labor de su personal trocó la desgracia en algo más llevadero y asumible, al menos en el plano material.
En el de sus herramientas, los todoterreno Vamtac llevaron agua y alimentos a los damnificados, y los blindados de ocho ruedas retiraron coches de dos toneladas como si fueran de papel. Pero los que han adquirido un especial protagonismo, debido a su espectacularidad, son los tres Chinook de última generación de las FAMET, las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra, la caballería alada del Ministerio de Defensa.
El Chinook es la aeronave de ala móvil más grande de las Fuerzas Armadas, y la de mayor capacidad en los ejércitos occidentales. Construido por la norteamericana Boeing, posee una poderosa fuerza ascensional, capaz de levantar con su gancho ventral cargas de hasta once toneladas y media. Por eso, levantar coches de dos en dos, es pan comido para los pilotos de los Foxtrot.
Ese es el sobrenombre que reciben los CH-47F de última generación, recibidos en 2022. Foxtrot —de ahí la letra F final tras la cifra— representa al nombre de su iteración, la última disponible por parte del fabricante.
Su fuerza ascensional fue la aplicada para elevar hasta 17.000 pies de altura, casi seis mil metros, el cohete Miura en su periodo de pruebas. El personal de PLD Space necesitaba comprobar ciertos parámetros con un proyectil que aún no se podía levantar del suelo por sí mismo. Ante la empresa, solicitaron la ayuda del ejército para poder arrojar desde el cielo el demostrador del Miura 5, algo que ocurrió y de manera exitosa en la base del INTA en El Arenosillo, Huelva.
Es la misma capacidad que permitió a otro CH-47 —de anterior generación— recuperar un helicóptero de combate Tigre accidentado en Eslovenia durante unas maniobras. El felino volador cayó a tierra sin graves consecuencias, aunque no sin peligro, tras impactar con un cable aéreo de alta tensión en mayo de 2021. El Chinook viajó los 2.000 kilómetros que separan su base y hasta donde yacía la aeronave. Con la ayuda de una eslinga, lo trajo de vuelta a España.
No es la primera vez que los helicópteros más capaces del ejército se enfrentan a zonas arrasadas por inundaciones. En 2023, el gobierno remitió un Chinook y un equipo de personal asociado a Eslovenia por cuestiones humanitarias. La veintena de militares allí remitidos desde el Batallón de Helicópteros de Transporte V con base en Colmenar Viejo, Madrid, ayudaron a paliar las consecuencias de las graves inundaciones que asolaron el país. El primer ministro esloveno, Robert Golob, agradeció que se atendiese su petición de ayuda.
Los dos primeros Chinook que llegaron a Valencia tras la DANA aterrizaron en las pistas de atletismo del polideportivo de Torrent. Llegaron en vuelo directo desde su base en Colmenar Viejo, y gracias a las casi nueve toneladas que pueden albergar en su bodega, transportaban provisiones como agua, raciones de alimentos y ropa donada por Cáritas Colmenar. Las instalaciones deportivas sirvieron de improvisado centro de operaciones a las fuerzas del ejército desplazadas.
España, primer cliente internacional
Este aparato se hizo popular en la guerra de Vietnam, y España fue su primer cliente internacional. Las primeras unidades llegaron en 1973 en su versión Charlie —era, por tanto, el CH-47C. En 1992 llegó el Delta, que ha estado tres décadas en servicio, y ahora ha sido sustituido por el Foxtrot.
El gran cambio ha sido la digitalización. Ya apenas hay relojes, cronómetros, agujas y diales, y han sido desplazados por pantallas. Toda esa información incrementa la conciencia situacional de sus pilotos, e incrementa sus capacidades en el plano táctico con información precisa sobre las fuerzas propias y enemigas. También les ayuda en la estabilización de la aeronave, con un piloto automático muy avanzado que aporta mejoras en vuelo estacionario y condiciones degradadas, como la presencia de polvo o carga suspendida.
Posee un sistema de comunicaciones cifradas vía satélite, soluciones diseñadas para la reducción de la firma térmica, un blindaje mejorado y protección ante ataques de guerra electrónica. También está preparado para posarse sobre buques sobre sus cuatro trenes de aterrizaje. Curiosamente, cuando está posado en tierra y necesita maniobrar, sus ruedas directrices no son las delanteras, sino las traseras.
Se controlan desde la cabina, al igual que los tres ganchos externos de que dispone; uno central, y dos más, uno en cada extremo. Se usan unos u otros de acuerdo con el tipo de carga, tonelaje, o las condiciones del trayecto. A modo de ejemplo, un todoterreno Vamtac podría ir colgado desde el gancho central, mientras que un cañón remolcado podría ir asido por los ganchos anterior y posterior, para evitar que girase sobre sí mismo y desestabilizase el aparato.
Los mecánicos de vuelo, clave en las operaciones
En la zona del gancho central existe un sistema de medición de altura. Cuando el Foxtrot baja mucho, los pilotos no tienen una conciencia muy precisa —hablamos de palmos— y existe una comunicación permanente entre pilotos y mecánicos de vuelo, que son los encargados de carga. Por sus auriculares se entienden para ejecutar un delicado baile que separa, por centímetros, el éxito de la catástrofe. Si se quedan lejos de la carga, no podrán engancharla; si se acercan demasiado…
Para elevarse cuentan con la inestimable ayuda de dos turbinas de la firma Honeywell de 5.000 caballos cada una, aunque la transmisión las limita a 7.500 por la protección de la estructura. El CH-47 mide 30 metros de largo por 18 de ancho si lo medimos de extremo a extremo por las palas. Cada una de ellas pesa 225 kilos y tiene una longitud de nueve metros.
Pueden equipar depósitos auxiliares con los que podrían volar hasta 2.000 km durante ocho horas seguidas. Lo habitual es que carguen al menos uno de estos depósitos, lo que resta espacio en su interior. Solo con uno, pueden permanecer en el aire hasta cuatro horas y media.
En una configuración usual, los CH-47F funcionan con dos pilotos, dos mecánicos —que son los responsables de la carga—, y tres tiradores, uno en la rampa trasera y dos a los lados, que asoman por las puertas laterales. Están preparados para vuelo nocturno, y cuando se selecciona esa modalidad, los pilotos usan sus visores enganchados al casco y las luces de cabina se atenúan.
Soluciones sencillas a problemas graves
Como es acostumbrado en los helicópteros, los Chinook no disponen de sistemas de eyección en caso de accidente o emergencia grave. Lo que sí tienen, para los pilotos, son unos tiradores de emergencia parecidos a los de un frigorífico pero pintados de negro y amarillo. Cuando se los hace girar, las puertas laterales se desmontan, y dejan un hueco para que los tripulantes salgan por ellas.
El ejército ha dispuesto en Valencia una pequeña flota conformada por tres Chinook, tres Super Puma, dos EC135 y un NH90, lo que ha supuesto un enorme esfuerzo logístico. Las necesidades son muchas: repostaje, revisiones, tripulaciones en rotación, o paradas programadas entre ellas.
Su trabajo está siendo fundamental en los esfuerzos de recuperación, y en especial el de los Chinook, que sacan vehículos del río donde las grúas no pueden acceder, debido al estado del puente en la presa de Pedralba. El lema de las FAMET, tal y como muestran sus parches, es «Sicut in coelo et in terra». La traducción del latín dice que «Así en el cielo como en la tierra». Pocas veces fue tan acertado.