Navantia calienta motores para colocar el submarino S-80 a India y Canadá
Según el Instituto Español de Estudios Estratégicos, ocupa la primera posición en el concurso norteamericano
Ha sido una travesía muy dura, pero se empieza a ver el color. Aunque la incepción del submarino S-80 ha estado repleta de problemas, la primera unidad ha sido plenamente entregada a la Armada, y el sistema de propulsión AIP ha sido instalado en el S-83. La guinda es que se está muy cerca de exportar los primeros, con varios países interesados y muy cerca de tomar una decisión.
Navantia atesora un bien ganado prestigio sobre la base de hacer las cosas bien, de manera habitual en plazo y con precios ajustados. No puede decirse lo mismo del submarino S-80, pero hay que tener en cuenta que se trata del programa militar más caro, grande y ambicioso de su historia. Gracias al S-80, España está dentro del muy selecto club de países capaces de construir barcos militares sumergibles, apenas diez en todo el mundo.
La India, el primer país que podría recibir la primera exportación en firme del navío, está cerca de tomar una decisión. Sus técnicos estuvieron en Cartagena este verano evaluando lo mismo que a los alemanes de Tyssenkrupp, su más serio competidor. Todo hace pensar que podría llevarse el gato —o el submarino— al agua.
El primer barco sumergible de diseño y fabricación español compite con el A214 germano, un buque de similares características. Construido por una compañía con más de un siglo de experiencia, dispone del deseado sistema de propulsión AIP independiente del aire, aunque en una configuración menos depurada y práctica que la del contendiente español.
India necesita una docena de submarinos tipo SSK, o sea, de propulsión no nuclear, y sin necesidad de lanzamiento de misiles nucleares o no de ataque a tierra. Les basta con que puedan enfrentarse a otros submarinos o barcos de superficie. Si además, como es el caso, pueden lanzar misiles de tamaño medio desde debajo del agua por sus tubos lanzatorpedos, mejor que mejor.
El problema básico es que India requiere buques de propulsión convencional con un amplio radio operativo para poder dominar el océano Índico. Ya quedaron atrás las ofertas rusa, surcoreana y francesa, y son alemanes y españoles los únicos candidatos. Son los más cercanos a los requisitos, con una leve ventaja para el diseñado en Cartagena.
Los dos disponen del sistema AIP, que según el fabricante, permite al S-80 permanecer hasta tres semanas bajo el agua. Los submarinos convencionales —no nucleares— han de salir a la superficie a recargar baterías, y esto reduce su furtividad. Navantia lleva retrasos con este sistema proporcionado por Abengoa, pero acaba de ser instalado el primero en el S-83 Cosme García. Tras ese llegaría el S-84 Mateo de los Reyes, con entrega prevista para principios de 2030, ambos equipados con él. El AIP será instalado en el S-81 y S-80 en su primera gran parada.
Los representantes de India enviados a España vieron las simulaciones, las pruebas de los sistemas en tierra y el ritmo de todo el proceso y quedaron satisfechos a pesar de conocer el retraso. No es radicalmente distinto en cuanto a eficiencia del germano, pero hay un asunto de orden técnico que los separa. Si el de Navantia funciona con etanol, un combustible fácil de producir y almacenar, el alemán requiere la presencia de componentes que complican más todo el proceso de recarga, almacenamiento y manipulación.
Nueva Delhi solo estaría dispuesta a gastarse los 5.800 millones de dólares del monto final si hay traslación tecnológica, y Navantia se muestra generosa ante la solicitud. Asociada con el astillero local Larsen & Toubro, esta compañía privada tiene fama de ser correcta en plazos y solvente en las solicitudes. A todo ello hay que sumar el empuje diplomático y político, y no debería caer en saco roto la reciente visita de Pedro Sánchez a este país.
Muchos lo vieron como una huida temporal ante la tormenta política por los casos de presunta corrupción que copan los titulares. Sin embargo, la calidez de los indios hacia el presidente del gobierno español hace pensar que existe la química necesaria para que el proyecto fructifique, al menos en el plano del entendimiento político. La respuesta la tendremos antes de primavera.
Ofensiva en varios frentes
Otro representante del Gobierno que la semana pasada ha hecho un viaje similar es el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, pero ha recorrido el mundo en el otro sentido. Canadá está al oeste, y tuvo que desplazarse hasta allí para encontrarse con sus homónimos locales para dejar un par de palabras sobre la mesa: submarino S-80.
Canadá tiene un desastroso programa de buques sumergibles. En 1998 llegó a un acuerdo con Inglaterra para quedarse con cuatro de su clase Victoria, que empezaron a recibir de manera progresiva en el año 2000. Tres quedaron operativos con cierta rapidez, pero el cuarto sufrió un incendio en 2004 antes de entrar en servicio. Tardaron 11 años en repararlo.
Ya por aquel entonces no eran una maravilla; estaban anticuados, y eran muy discutidos; prueba de ello es que habían sido rechazados por Chile, Pakistán y Portugal. Desde entonces han protagonizado numerosos incidentes, han estado más tiempo en dique seco que en el mar y han sufrido gastos de miles de millones en parches y reparaciones.
Ante la cadena de dislates, Ottawa decidió adquirir una docena de nuevos submarinos, pero se encontró con una fuerte oposición política y ciudadana cuando se habló de que fuesen nucleares. La opción lógica, para el país con la costa más grande del mundo, es optar por los submarinos convencionales que más autonomía tengan, y es ahí donde entra el S-80. Gracias a su AIP, parece ser uno de los mejor dotados en esta asignatura.
Mucho espacio que abarcar
La Marina Real Canadiense tiene que atender tres frentes marítimos y necesita submarinos de patrulla, con propulsión convencional, sigilosos y que puedan navegar bajo el hielo. Para ello han desplegado un programa denominado CPSP, que es el que rige estos requerimientos. En el plan canadiense hay un eje sobre el que rotan los 73.000 millones de dólares que se quieren gastar en los próximos veinte años: el cambio climático.
La subida de temperaturas globales están acelerando el deshielo, lo que hará del Ártico una de las rutas más llevaderas para que los barcos asiáticos lleguen a América. Canadá no quiere perder el control de estas aguas ni su relación con los territorios del Polo Norte, y para ello necesita de cierta proyección de fuerza que no proporciona sus actuales submarinos no proveen. China y Rusia son fuertes en este entorno, y de un tiempo a esta parte, Moscú ha incrementado la presencia de sus navíos en la zona.
En sus dos jornadas de visita, Carlos Cuerpo se reunió con mandatarios locales para exponer el interés de España en participar en este concurso, y no era la primera vez. Canadá quiere tomar una decisión antes de 2028 para ir recibiendo las primeras unidades en 2035 como muy tarde.
Buena posición
Solo siete países podrían ofrecer a Canadá lo que necesitan: Rusia, China —descartadas desde el principio por razones obvias—, Alemania, Francia, Japón, Suecia y España a través de Navantia.
Según un informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos, el S-80 ocupa la primera posición en esta carrera, con el U212 alemán muy cerca, y algo más alejados los modelos de Francia y Japón. El proyecto es más lejano que el de India, pero está en el horizonte, y la política ya ha empezado a moverse. Es una buena señal, y un requerimiento básico si se desea que llegue a buen puerto. Por encima del agua o por debajo, pero que llegue.