Cinco hitos del año tecnológico en España
La inversión se recupera, Glovo despide un ‘annus horribilis’ e Idealista se consagra como referente absoluto
El año se clausura y llegan las inevitables recapitulaciones. En la esfera tecnológica, ésta es una práctica infrecuente, sobre todo si la atención se centra no en los grandes hubs mundiales (Silicon Valley, China) sino en España. Aun así, el país incorpora poco a poco el nuevo emprendimiento como una rama más de la economía: donde antes se decía pyme, ahora se dice startup.
Para sintetizar el estado de la cuestión, se rescatan de la hemeroteca más reciente cinco hitos que cubren casi al completo todos los aspectos que rodean la vida de una compañía de corte innovador.
Mayores inversiones, mejores fondos
Como cualquier otro gran ecosistema, España ha sufrido los rigores de la resaca de los mercados. Donde antes abundaban las valoraciones alcistas y las operaciones mastodónticas, rozándose a veces el espíritu del casino, hoy se impone lo cabal. Para ganarse el favor de una gestora de fondos, el negocio ha de mostrar buenos fundamentos.
En cualquier caso, 2024 cerrará con una inversión holgadamente superior a la de 2023 (unos 3.200 millones de euros versus los 2.328 millones del año pasado) y las principales gestoras rondarán al fin cifras de activos más homologables a la primera división europea. Mundi Ventures persigue desde hace meses contar con el primer fondo español de 1.000 millones. El cuarteto de referencia lo completan Seaya, K Fund y Kibo. Todas rebasarán tarde o temprano ese listón.
El pinchazo de Glovo
Dividida queda la opinión pública ante la polémica que envuelve a Glovo. Para unos, el hecho de que el CEO, Óscar Pierre, esté inmerso en una causa penal simboliza la alergia que todavía muchos sienten hacia la nueva economía y ese ramillete de actividades difícilmente encajable en las viejas categorías normativas. Para otros, Glovo representa lo peor del capitalismo tecnológico: precariedad, burla de la ley y enriquecimiento sin contraprestaciones en forma de generación de empleo y riqueza (de calidad).
La inagotable cantera de Idealista
La firma fundada en 2000 por los hermanos Encinar progresa sin dejar de dar entrada en el capital a sucesivos accionistas mayoritarios. Su secuencia de exits es, de largo, la más potente del país. En julio de 2015, el unicornio registró una primera venta parcial con la entrada de Apax a cambio de 150 millones de euros. A esta operación siguió una que hasta hace poco suponía la plusmarca de cualquier compañía tecnológica española: los 1.321 millones desembolsados por el fondo sueco EQT. Más reciente (junio) es el último movimiento de fichas, que deja a EQT con una participación reducida del 18%, permite salir a Apax y a otro relevante accionista, Oakley, y da la bienvenida a los británicos de Cinven a cambio del 70% del capital (2.925 millones).
Unicornio, unicornio, unicornio
Idealista aparte, ninguna empresa de la esfera tecnológica carbura mejor que Jobandtalent. Según Statista, la plataforma de recursos humanos fundada en Madrid en 2009 rondaba a finales de marzo los 2.350 millones de valoración, doble unicornio. Tras ella se sitúan Cabify (1.400), TravelPerk (1.300), Recover (1.100) y Factorial (1.000), aunque las tasaciones fluctúan y la lista de compañías inscritas en ese club crece y se contrae en cuestión de meses (véase, otra vez, el caso de Glovo).
Trabajo a medias
La ley de startups se aprobó a finales de 2022 con varios agujeros que el legislador no ha abordado todavía. Aunque todos los sectores implicados alaban el esfuerzo de los partidos, el consenso alcanzado y la labor de orquestación del ex comisionado Francisco Polo, la sensación es que la tarea se ha quedado a mitad de camino. A la política estas cuestiones le resultan exóticas: ni las startups entran en su discurso ni el permanente halo de polémica que sobrevuela al Gobierno y la oposición auguran cambios en un futuro próximo.