Emergen nuevos y curiosos datos sobre el ataque israelí a Hezbolá con buscas explosivos
Una de las jugadas más sorprendentes de la misión fue el uso de RRSS para hacer popular un modelo poco agraciado
Fue un delirio de imaginación. No ya por lo que hicieron, sino por el camino elegido para cargar contra activos de Hezbolá en Líbano. Todo formó parte de un guion de película: los recursos técnicos usados, la logística, la originalidad y algo que se desconocía hasta ahora: el uso de un medio publicitario como YouTube.
Dos agentes retirados del Mossad hablaron la semana pasada con el legendario programa 60 Minutos de la CBS, el informativo semanal de mayor difusión en Estados Unidos. Cubiertos con pasamontañas, gafas oscuras, hablando desde la penumbra y con sus voces modificadas, Michael y Gabriel —nombres ficticios— desgranaron detalles desconocidos hasta ahora sobre la operación en la que tomaron parte.
El proceso comenzó hace unos diez años, y arrancaron con la idea de convertir en bombas los walkie-talkies que usan los integrantes de Hezbolá. En realidad, fue este movimiento el que compró los aparatos que años más tarde trajeron la muerte a decenas de sus miembros e hirieron a miles de ellos. Podría decirse que, en cierto modo, financiaron la operación de su enemigo.
El Mossad se las compuso para modificar las radios;, con ellas manipuladas, el paso siguiente era entrar en el circuito comercial de una forma natural. El precio no podía ser ni muy alto como para que no se los pudieran permitir ni muy bajo para no levantar sospechas. Hezbolá adquirió 16.000 de estas radios, en concreto del modelo IC-V82 de la reputada marca ICOM. Durante diez años sus portadores llevaron a cuestas una bomba sin sospechar nada. Tampoco las fuerzas israelíes estuvieron tentadas de activar los explosivos, a la espera de la mejor ocasión.
Los servicios secretos hebreos montaron compañías pantalla para acabar poniéndolos en sus manos. Pero descubrieron que los walkie-talkies solo eran usados en acciones concretas, en el campo de batalla, casi siempre montados en chalecos tácticos, y no en un uso diario e intensivo. Tuvieron que cambiar el plan, evolucionarlo. Se vieron obligados a encontrar un método que garantizase que los activos de Hezbolá lo llevasen encima durante periodos más prolongados.
La respuesta fueron los buscapersonas. Estos dispositivos son considerados obsoletos en todo el mundo, devorados por los teléfonos móviles, pero que en Hezbolá resultan útiles por su simplicidad técnica y por ser ajenos a las redes digitales. Su comportamiento es similar al de un receptor de radio de FM; solo reciben señales, no emiten nada hacia fuera, son baratos y muy fáciles de manejar.
La idea de transformar los buscas como hicieron con los walkie-talkies se gestó en 2022. El Mossad descubrió que Hezbolá estaba comprándolos a una compañía de Taiwán llamada Gold Apollo, así que adquirieron un puñado del modelo elegido y estuvieron haciendo experimentos con él. Querían determinar la cantidad necesaria de explosivo para herir o matar a su portador, pero sin afectar en exceso a su entorno. Esto último funcionó con alguna excepción; se sabe que al menos murieron dos niños que estaban en las cercanías de alguno de los buscas que estallaron.
Otro elemento de uso que les dio la pista sobre cómo hacerlos funcionar fue medir el tiempo medio de respuesta del usuario, que fue determinado en siete segundos. Ese periodo era el suficiente como para que lo agarrasen, y no excesivo como para deshacerse de él en caso de sospecha.
Otra modificación realizada fue la de añadir un sonido de alarma más fuerte, más llamativo de los habituales, con idea de asegurarse que el portador lo manipulase. Los buscas fueron modificados, y fue necesario ensanchar su carcasa para albergar los gramos de explosivo necesario. Y es aquí donde la historia da un giro aún más audaz.
Cuando se los presentaron al director de la operación, este enfureció. Aquel chisme era más grande, voluminoso y pesado que los buscas existentes en el mercado. Entraba peor en los bolsillos de los que iban a ser sus inopinados usuarios, y a nivel comercial había opciones más atractivas. Les pidió, y de no muy buenas maneras, que le trajesen algo mejor.
Un nuevo modelo mejorado
El Rugged pager AR924 que acabaron armando era más gordo y feo, pero lo hicieron atractivo a base de insertar publicidad falsa en YouTube, la red social más popular entre los miembros de Hezbolá. Grabaron anuncios tan falsos como sus buscas, en los que se reseñaba su capacidad de aguantar golpes, polvo, podían ser sumergidos bajo el agua, o con una longevidad extra de su batería, entre otras. Los anuncios lo reseñaban como el mejor busca del mundo, con comentarios falsos, análisis falsos y falsas reseñas de usuarios satisfechos.
Esto trajo un efecto llamada inesperado: muchos clientes no relacionados con Hezbolá se interesaron por un producto excepcional. La única forma de quitárselos de encima era marcar un precio exageradamente alto, o aducir que se habían quedado sin existencias para unos cuantos meses por problemas de suministro.
El siguiente paso del Mossad fue armar una empresa pantalla en Hungría, que importase el material desde Taiwán, y otorgar a la mercancía un aire de veracidad. Los orientales sabían de la jugada tanto como Hezbolá: nada. A los ojos de todos, se trataba de una compraventa como otra cualquiera.
Los servicios secretos israelíes montaron en las oficinas húngaras de su compañía ficticia un centro de logística, marketing, con ejecutivos trajeados, mesas de escritorio y una sala repleta de productos a la venta. Para rizar el rizo, contrataron a la persona de marketing de Gold Apollo con la que Hezbolá había tratado con anterioridad en transacciones previas. Hasta les ofreció un paquete inicial de buscas de manera gratuita con el compromiso de que comprasen una partida más grande en el futuro. Los de Hezbolá se los llevaron encantados.
Un campo de minas móvil
A principios de septiembre de 2024, había 5.000 buscas en los bolsillos de activistas del grupo armado. El director del Mossad decidió activarlos cuando les llegó información acerca de las sospechas de que algo raro estaba pasando con sus buscas.
El 17 de septiembre a las tres y media de la tarde, empezaron a recibir un extraño mensaje: «Usted acaba de recibir una comunicación encriptada. Si quiere leerla, apriete los dos botones a la vez», en referencia a dos pulsadores presentes en el aparato. El busca estallaría de todas formas, la explosión ya estaba programada, aunque de esa manera creían que sería bastante probable que sus portadores usaran las dos manos.
El resultado es que empezaron a llegar cientos, miles de heridos a los hospitales con manos destrozadas, cegados, o incluso algunos murieron de camino. El remate de la jugada llegó al día siguiente, cuando se hicieron detonar los explosivos de los walkie-talkies. Algunos de ellos estallaron en los funerales por los fallecimientos del día anterior.
Efecto psicológico
El resultado final fueron treinta muertos, entre ellos los dos citados menores, y más de 3.000 heridos. Para el Mossad esto último es casi más eficaz que el propio fallecimiento. No se trata de tan solo aniquilar al enemigo, ni tampoco de los gastos en atenciones para con los heridos, sino de sembrar la idea de que son fácilmente alcanzables incluso dentro de sus casas.
El resultado subsiguiente fue que días después del ataque de los buscas, la gente tenía miedo hasta de encender sus televisores o aparatos de aire acondicionado. La guerra psicológica acababa de dar un salto de gigante en Oriente Medio y el Mossad había demostrado por qué sigue siendo el mejor servicio secreto del mundo.