La Armada quiere poner en sus barcos una hiperametralladora para defenderse
Sería un sistema destinado a repeler ataques a corta distancia

La ametralladora Phalanx. | Creative Commons
Un muro de plomo. Aunque puede ser de tungsteno o incluso de uranio empobrecido. Eso es lo que el Ministerio de Defensa quiere poner entre sus buques y posibles amenazas futuras. Para ello, quiere para dotarlos de algo de lo que carecen, y que cada día preocupa más: defensa antiaérea de corto alcance.
Los barcos son un blanco fácil. De gran tamaño, lentos, es muy difícil ocultarlos, emiten señales de radiofrecuencia, visibles al radar, y están hechos de metal. Se convierten en una presa perfecta para drones, misiles, aparatos en vuelo y hasta pequeñas lanchas cargadas con explosivos, o las de los piratas contra los que lucha la Operación Atalanta.
Los navíos de la Armada tienen sistemas de detección, pueden prepararse para la llegada de misiles enviados desde lejos, pero el asunto se complica, y bastante, cuando la amenaza es inminente y llega por el aire. Esa es la razón por la que se les quiere dotar de un sistema que ya funciona en otras marinas. La experiencia dicta que lo mejor es arrojar proyectiles contra todo aquello que se acerque con aviesas intenciones.
A algo que llega encaminado a impactar con cualquier nave se le pueden remitir señales electrónicas en un intento de desviarlo, cegar sus sensores para que se pierda, o incluso misiles, pero ninguno de esos sistemas garantiza un 100% de éxito. Lo que rara vez falla es el derribo por transmisión de energía cinética, o dicho de otra manera: una pedrada, pero al estilo del siglo XXI, mucho más sofisticado.
La técnica de David contra Goliath ha avanzado mucho desde tiempos bíblicos y todo pasa por un sistema de detección, guiado, y más tarde el lanzamiento masivo de proyectiles. Estos sistemas de defensa se denominan CIWS por su acrónimo en inglés, que significa Sistema de Armamento de Proximidad.
Los buques de la Armada ya disponen de estaciones de armas remotas navales construidas por la compañía Escribano. Si las fragatas F-80 y el LHD Juan Carlos I disponen del modelo Sentinel de 12,7 mm, los patrulleros Serviola usan el de 30 mm que también irá instalado en las futuras F-110. Pero saben a poco.
La empresa madrileña firmó un contrato con el Ministerio de Defensa para desarrollar un CIWS patrio, sin embargo, en poco tiempo se dieron cuenta de lo difícil del proyecto. Sería costoso, lento, con tecnologías que necesitan mucha maduración, y se obtendría un producto sin experiencia, con un mercado exterior muy limitado. Ante este escenario, toca lanzarse al mercado internacional.
Los franceses disponen de uno algo complejo basado en misiles, o en Alemania se hace otro con un cañón que arroja explosivos que se expanden en la zona circundante del blanco. Por otra parte, rusos y chinos los tienen, pero no son las mejores opciones por cuestiones políticas y de integración.
En lo más cercano a lo deseable técnicamente hay dos opciones: el sistema Phalanx estadounidense y el Goalkeeper holandés. Si el primero hace referencia a la falange romana cuando se reunía en la posición de la tortuga para protegerse, el segundo, con cierto toque de humor, a los porteros de fútbol que lo detienen todo.
Los dos son bastante similares en su concepto y se trata de sistemas de cañón rotativo de varios tubos capaz de mandar proyectiles de diverso calibre a todo aquello que ose acercarse demasiado. No se trata de añadir un radar a una ametralladora de gran calibre, sino algo bastante más complejo, de ahí que los proyectos nacionales entendieron que necesitarían mucho tiempo, y fuertes inversiones.
El puño americano
El MK15 Phalanx está fabricado por la estadounidense General Dynamics. Los responsables de diseñar y fabricar los blindados Abrams, el misil Tomahawk, submarinos o los destructores de la clase Arleigh Burke tiene una muy contrastada experiencia y lo montan en los barcos de la US Navy desde hace años.
Su impresionante cañón rotativo de seis tubos y calibre 20 mm puede disparar munición de diverso tipo, incluida la del pesado tungsteno o el durísimo uranio empobrecido con una monstruosa cadencia de hasta 4.500 disparos por minuto. La enorme torreta que aloja los sistemas que hay en cubierta se mueve de manera instantánea, y dispone de un sistema de alimentación automatizado.
Su funcionamiento ha demostrado una enorme eficiencia, está muy evolucionado, y se integra con otros mecanismos como sistemas lanzamisiles. Opera con dos radares propios, uno de búsqueda de blancos y otro de seguimiento. Requiere poco más de cinco metros cuadrados en cubierta, y tan solo necesita una conexión eléctrica que lo alimente y un flujo contante de agua salada para su refrigeración.
El cancerbero holandés
La otra opción que parece más próxima a los deseos de la Armada es el Goalkeeper hecho en Países Bajos. Su cañón es el GAU-8 Avenger de siete tubos, el mismo que portan los aviones cazatanques A-10 Thunderbolt. Su calibre es superior, 30 mm, y por lo tanto su contundencia es más alta, con cadencias de hasta 4.200 disparos por minuto.
Aunque sus proyectiles pueden llegar hasta los 1.200 metros con eficiencia, su rango óptimo va de los 200 a los 350 metros. Su torreta gira 360 grados en 3,8 segundos, lo que le dota de una enorme agilidad de movimientos. Se construye desde los 80, y en 2012 recibió una gran actualización en su radar y sistema de seguimiento.
Su mecánica está muy mejorada con respecto a las primeras series, sobre todo en el plano mecánico y electroóptico. Su vida útil en la actual configuración está programada hasta este mismo año, 2025. Es bastante posible que en un periodo de tiempo corto o reciba alguna actualización importante o sea sustituido por otro más avanzado, pero no hay mucho donde elegir.
Sin muchas más opciones
El sistema DARDO italiano de la compañía Leonardo pudiera entrar, pero obedece a otra concepción. Calibre más grande, solo dos cañones, y una cadencia de entre ocho y diez veces inferior, es un sistema muy aceptado, pero no es lo impresionante de los otros dos. Tampoco habría que descartar uno mixto, basado en cañones y misiles, trabajando de forma coordinada.
Depende de las decisiones políticas, las técnicas y las posibilidades financieras, dentro de un tiempo razonable el Juan Carlos I, los buques de asalto anfibio Castilla y Galicia, y los logísticos Cantabria y Patiño entre otro, recibirán un sistema que les ayude a defenderse mejor. No sería un sistema de ataque, sino defensa. Esa es la idea principal, porque ante el panorama existente y lo cambiante de los escenarios, es lo mejor.